NO ES UNA NOVEDAD EL TRASLADO DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA A EMPLAZAMIENTOS CON MANO DE OBRA MÁS BARATA

Esta semana entrevistamos a Manuel Sánchez García. Nació en Linares, Jaén, y actualmente reside en Granada. Licenciado en Derecho, dos de sus relatos breves fueron seleccionados para formar parte de las antologías La Palomay Amor con humor se paga. Le preguntamos acerca de su primera novela, A plomo (Estvdio), galardonada con el premio José María Pereda de Novela Corta 2017 convocado por el Gobierno de Cantabria. GINÉS J. VERA

En la portada del libro vemos una enigmática figura bajo la lluvia, es una instantánea de la trama de la novela, al final de uno de los capítulos (más o menos a mitad de la historia). ¿La eligió usted personalmente para el libro?, ¿qué le evoca al verla como reclamo de su novela ante la primera mirada de los lectores en las mesas de las librerías?
Yeah, se trata de una elección mía, que fue elaborada por la diseñadora Marta Vázquez. El instante en que ese personaje llega a la estación en medio de una noche de tormenta constituye una especie de bisagra en la narración, que queda separada así en dos tiempos claramente definidos. Nuestra pretensión es que esa portada sugiera una atmósfera en la que a los lectores les apetezca sumergirse.

Es inevitable el guiño a la crítica social inherente en una novela tan cosmopolita como esta. Me ha resultado curioso ese diálogo entre el comisario Peirón y Vidal en el que se hace referencia a la comida que ya no viene de cerca de casa, sino de lejos; esa reflexión acerca de qué pasará cuando se arrase la huerta próxima, qué comerán entonces. “Nosotros resistiremos mientras tengamos las fábricas, pero algún día se irán a otra parte. Y entonces, ¿qué?” Otro guiño, este a la desaparición de puestos de trabajo a causa de la deslocalización. ¿Nos lo comenta?
El comisario Peirón es un regeneracionista y un visionario bastante particular. Intuye, con muy escasas herramientas para el análisis, qué es lo que podía esperarnos, y ya está aquí. No es una novedad el traslado de la actividad económica a emplazamientos con mano de obra más barata. Ese movimiento puede revertirse al cabo de los años cuando esos trabajadores mejoren sus condiciones salariales y sociales y se conviertan en trabajadores “caros”, pero creo que cualquier pronóstico a largo plazo está distorsionado más que por los costes laborales, por hecho de la desaparición de la mano de obra en sí misma, a causa del avance de la automatización.

Háblenos brevemente de la postura del régimen franquista frente a la red Odessa, ya que aparece sutilmente en su novela, no desvelaremos nada para los lectores más audaces.
Como hizo frente a otros asuntos, la dictadura practicó un descarado cinismo permitiendo que antiguos criminales de guerra alemanes se pasearan, se instalaran, hicieran negocios o huyeran a través de España mientras prometía a los aliados colaborar en su persecución. El régimen de Franco viró, cuando fue necesario, hacia el pragmatismo y cultivó la amistad con Estados Unidos, pero no conllevó un giro ideológico; sabía de qué lado estaba su corazón.

Uno de los temas de esta novela es el de reflexionar sobre los límites de la crueldad y la bondad. Lo podemos ver en otra de las frases que rescato: “A menudo los perseguidos acaban siendo los perseguidos y al revés. El mal está en la persecución –le comenta Marco Klein a Matthias– y el bien en acabar con ella, no en invertirla”. Esto es aplicable hoy día ampliamente, ¿no es así?
Mientras mantenemos esta entrevista, el ejército israelí ha respondido a una manifestación palestina en Gaza causando más de sesenta muertos por armas de fuego y dos millares de heridos. La actualidad nos ha respondido.

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