Las distopías son un reflejo de los lados más oscuros de la naturaleza y el comportamiento humanos

Nos concede una entrevista Felicia Yap (Kuala Lumpur, Malasia; 1980). Yap estudió Bioquímica en el Imperial College de Londres e hizo un doctorado en Historia en la Universidad de Cambridge. Antes de dedicarse por completo a la escritura, ha trabajado como bióloga, historiadora, profesora en Cambridge, crítico de teatro y periodista especializada en tecnología. Le preguntamos por su primera novela El juego de la memoria (Maeva ediciones), agradeciendo a la editorial y en especial a Sara Fernández por su inestimable labor de intérprete y traducción. GINÉS J. VERA

En ciertos aspectos, algunos pasajes de El juego de la memoria, sobre todo al principio, con la rutina de Claire, me han recordado a Fahrenheit 451, al personaje de Mildred. Cuéntenos acerca de ese paralelismo entre ambas distopías con reflexión filosófica sobre el modelo de sociedad perfecta.
Mi agente literario, Jonny Geller, cree que una buena obra de ficción debería actuar como un puente entre lo que nos resulta familiar y lo que no. Está en lo cierto. Esa es la razón por la que empecé el libro con elementos con los que los lectores están familiarizados, antes de llevar la historia por una línea más distópica. Las distopías son un reflejo claro de nuestro propio mundo, especialmente de los lados más oscuros de la naturaleza y el comportamiento humanos, y nos hacen darnos cuenta de lo que nuestra propia sociedad sería capaz de hacer. Las distopías tienen el poder de asustarnos, de hacernos temer a nuestra propia sombra, pero también nos ayudan a entender mejor facetas de nosotros mismos.

Hay un pasaje en la novela donde Claire dice que las amas de casa como ella están obligadas a medir sus logros diarios por el número de cosas que han limpiado o guardado. Se aprecia ese halo de sociedad machista en esta historia, coméntenos ese machismo como elemento introducido en su novela.
Tengo montones de días nada productivos como escritora. Estos días incluyen los que no me encuentro bien o cuando las ideas no vienen a mí. Lo llamaría “el bloqueo del pensador”, días en que las ideas no consiguen formarse. Es entonces cuando empiezo a contar el número de platos que he fregado, o el número de veces que he puesto la lavadora. Ese comentario seguramente provenga de mi experiencia personal, de pensar que he malgastado todo el día (como escritora) sabiendo que solo he hecho algunas tareas del hogar.

Creo que una de las claves del ritmo trepidante de este thriller es sin duda como ha tramado la novela, al valerse de varias voces narrativas para contar la historia y el pulso contrarreloj de uno de los personajes. ¿Qué fue lo más difícil a la hora de escribir esta novela?
Creo que mi detective Hans Richardson fue la voz más complicada de escribir al principio. Quizás porque normalmente no me pongo en la piel de un hombre policía de cuarenta y tantos años. Mi contacto en la policía metropolitana me envío de vuelta diez páginas de sugerencias para editar su parte, destacando varios errores sobre los procedimientos policiales y sobre lo que hubiera hecho (¡o lo que no!) Hans Richardson. Eso me ayudó mucho. Dado que trabajé más duro en este personaje que en ningún otro, llegó un momento en el que se convirtió en el personaje más fácil e intuitivo de escribir. Quizás debido a que las cosas en las que tengo que trabajar más duro a menudo se convierten en las más sencillas.

Coméntenos una interesante reflexión de Sophia, otro personaje clave en la novela, en un pasaje en el que afirma que la soledad es de débiles y la autocompasión de idiotas.
Eso es lo que Sophia piensa, of course. Ella es un personaje que necesita recordarse constantemente a sí misma que debe mantenerse motivada, que debe continuar buscando venganza (y no compadecerse de sí misma en el camino). También tiene la habilidad de hacerlo porque es la única persona en el universo de El juego de la memoriacon capacidad de recordar completa. Por eso afirma que la soledad es de débiles y la autocompasión de idiotas.

Me ha resultado curioso que haya introducido a un escritor entre las profesiones de uno de sus personajes, aunque lo que más me ha llamado la atención es que quisiera ser político. ¿Por qué ha introducido el tema de la política en su novela?
Quería que las apuestas por Mark Henry Evans (el escritor convertido en político de mi novela) fueran lo más elevadas posible. En ‘El juego de la memoria’, la policía está convencida de que fue él quien asesinó a su amante dos días antes. Esto amenaza con arruinar la carrera política de Mark para ser diputado en el Parlamento por South Cambridgeshire. Las apuestas por políticos en campaña suelen ser más altas

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