Este mes dedicaremos la sección Carrers agranats a Nazaret, pequeño barrio de pescadores y agricultores pegado a La Punta, ligado a un puerto que no descansa y que acabó con la playa que muchas vecinas y vecinos aún recuerdan como la playa de su infancia y una de las más bonitas de la ciudad. Tanto era así que muchas familias pudientes de Valencia que vivían en el centro tenían en Nazaret su casa de vacaciones. El barrio actual es diferente al que recuerdan, pero continúa siendo un lugar donde se hace mucha vida de barrio y donde, aseguran, se vive de forma tranquila pese a lo que se diga. No han desaparecido las fachadas llenas de flores, las calles con apariencia de pueblo y bautizadas en reconocimiento a los tranviarios (Manuel Andrés o Francisco Falcons) y la vida incesante de un paseo peatonal junto a la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados, la única de la ciudad que tiene como titular a patrona de Valencia y que cumple una función social innegable por su ayuda a las familias vulnerables de Nazaret. Vamos a visitar dos bares míticos donde comer de maravilla, dos hornos donde queremos probarlo todo y un skate park, y vamos a conocer también algún que otro secreto de una zona desconocida por nosotras hasta ahora, pero más cercana y atrayente cuanto más indagamos.
Pintura mural homenaje a Nazaret
— Parc de Nazaret, s/n
En los años cuarenta muchos valencianos pasaban los domingos en la playa de Nazaret, una gran manga de arena que se extendía desde la desembocadura del antiguo río Túria hacia el sur, hasta casi tocar la playa de Pinedo. El tranvía llegaba hasta la mismísima playa y allí, al lado del Club Benimar, se apeaban familias que se acercaban al barrio para disfrutar del día en bañador entre el Balneario Mar Azul (hoy desaparecido), merenderos de cañizo y vendedores de polos y cacaus. Una de estas estampas la recoge la fotografía en blanco y negro que hilvana el cómic Regreso al edén de Paco Roca, quien, junto al artista Martín Forés, estampó en 2021 en la medianera del colegio Nuestra Señora de los Desamparados un mural hecho ex profeso para homenajear al barrio. Combinando la tinta plana del cómic a la que está acostumbrado Roca con el estilo hiperrealista de Forés, que se inspiró en la decoración modernista de la Estació del Nord, aparece recreada una escena en la que 32 personajes juegan, charlan, caminan, observan y trabajan a los pies de una playa que ya no existe. El 19 de mayo de 1986 el Ayuntamiento de Valencia aprobó la ampliación sur del Puerto de València provocando una clara regresión de las playas de Pinedo y El Saler y condenando a la desaparición a las de La Punta y Nazaret. Más de cuarenta años después, el proyecto de una nueva ampliación se ha encontrado de frente a la plataforma Comissió Ciutat-Port, convocante de una manifestación el 16 de junio para para protestar por la construcción de esta gran infraestructura que impactaría negativamente en las playas del sur y el Parque Natural de la Albufera.
Bar El Mesó
— Dalt de la Mar, 58
Cuando preguntamos al encargado qué es lo típico de El Mesó la respuesta es contundente: “exquisiteces”. Sobran los adjetivos cuando hablamos de tablas de ahumados, salazones, tomate trinchado con lomo de bonito del bueno, foie fresco a la plancha, rabo de toro desmigado, manitas de cerdo del senyoret, carne de ciervo guisado, sepionet en su tinta y tablas de quesos españoles (de Valladolid, de Navarra, de Canarias…). El misterio viene con la salsa de las bravas: la llaman “salsa de antaño” y parece que la receta morirá con ellos. Lo respetamos, pues el local está a reventar y el secreto del éxito es algo difícil de compartir. La terraza es muy animada, en medio de un paseo peatonal con palmeras la mar de agradable, al lado de la Parroquia del barrio. Nos cuentan que el género es de mucha calidad, de pequeños productores y del mercado de Nazaret, que tienen justo al ladito. Todo se hace en el momento, nada está preparado de antemano, así que si te tienes que esperar, pues te esperas, pero merecerá la pena. Eso no significa que el servicio sea lento, el equipo no para ni un segundo y, más difícil todavía, sonríen todo el tiempo y le dedican bromas a dos periodistas preguntonas.
Forn artesà Les netes de Rafaelet
— Dalt de la Mar, 61
El antes llamado Forn de Rafelet, fundado en 1932, cambió de dueñas y, por tanto, de nombre; son las nietas de Rafaelet quienes regentan ahora este negocio que sigue recibiendo premios al buen hacer. Y es que la calidad de los productos es innegable: el pan es de masa madre y lo hay de harina de algarroba o integral cien por cien, difíciles de encontrar, y es esto lo que les ha llevado a ganar una estrella de las cien que se otorgan en toda España en el ámbito de la panadería. Vamos, que este horno es lo equivalente a un restaurante con Estrella Michelin. El Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia también les ha condecorado con el primer premio de panquemaos de la ciudad, así como el de panes especiales, que ya han ganado en varias ocasiones, o el de escaparates, que decoran con esmero y buen gusto en cada ocasión especial o fiesta. A esto le sumamos galletas de harina de algarroba, pastelitos de boniato, rollitos de anís, preciosas tartas personalizadas y mucha simpatía.
Casa Jomi
— Castell del Pop, 13
Qué suerte hemos tenido, están abriendo Casa Jomi. Vemos a un tipo sacando su quad desde el interior y colocando las mesas. Es Miguel, dueño actual e hijo y sobrino de los socios fundadores, José y Miguel. Los dos hermanos se hicieron con este local (antes un taller de reparación de sacos de patatas) en 1969 y, con la maravillosa mano de la madre de Miguel en la cocina, lo convirtieron en lo que hoy sigue siendo: un clásico del barrio y un templo del buen comer. En aquellos tiempos ofrecían lo que no ofrecía nadie: fueron pioneros en las propuestas de montaditos, que son más bien tostas, por el tamaño, de anchoas del cantábrico, jamón ibérico o la llamada “chuleta de Bruselas” (receta belga de cebolla bien picadita, rábano laminado y hierbas provenzales sobre una fina capa de queso crema). También sirven salazones de San Pedro del Pinatar (se comenta que son los mejores), sepia sucia, huevas de sepia, magret, foie y confit de pato, solomillo de ciervo, capellanet seco a la llama, pulpo seco, musola… En sus primeros tiempos se le conocía como “el bar de las bravas” porque la cocinera les añadía una salsa más parecida al mojo picón que se hizo famosa (algo pasa en este barrio con la salsa de las bravas); pero, sin duda, la que se lleva el premio es la salsa mery, más espesa, increíblemente deliciosa, secreto bien guardado. Hoy en día su propuesta sigue siendo la combinación de productos de la mejor calidad y recetas tradicionales, aunque han incorporado algunas novedades como la carne de canguro, por ejemplo. Para hacernos una idea de lo bien que se come aquí, en su interior vemos fotos de todos y cada uno de los platos, creemos que lo hacen para que la clientela empiece a salivar. Acompañando las fotos hay cuadros de nudos, de los peces que aletean en el Mediterráneo valenciano, una aleta de tiburón zorro enmarcada, encontramos también una máquina de pinball antigua y algunas curiosidades más que dan para otro capítulo. Vamos, que tenemos delante un bar de toda la vida que continúa manteniendo sus costumbres y a clientes muy agradecidos de que lo haga, que venían con su familia cuando eran retacos y que ahora traen a sus hijas e hijos.
Horno Germán
— Carrer Major de Natzaret, 132
Fue en 1928 cuando la familia Andrés fundó el Horno Germán, llamado así por el padre de la actual dueña, que regenta ahora el negocio con su marido. Vienen de Carpesa, donde tenían el horno original, pero se mudaron a este barrio valenciano hace ya más de cincuenta años. De todas partes de la ciudad vienen clientes por su pan, que ofrece tanta variedad y calidad que reclama aún en la distancia: lo tienen de camut, calabaza, tomate y olivas, espelta o avena. Sin duda, este es su punto fuerte, y lo que les ha llevado a ganar muchos premios en reconocimiento al buen hacer y a la creación de un producto artesano y de calidad. En su vitrina vemos los pastelitos de boniato, milhojas gigantes, unos susus de crema que nos reclaman, pepitos bien hechos y comidas para llevar que estamos seguras de que no bajarán el listón de este lugar que solo ofrece lo mejor.
Pumptrack Park
— Jesús Nazareno, s/n
En los límites del barrio, dentro del parque de desembocadura entre los muelles del puerto, encontramos este estupendo skate park, paraíso para amantes del surfskate y de los deportes de deslizamiento. Dicen de él que es uno de los mejores circuitos pumptrack de toda la Comunidad Valenciana e incluso de España, con curvas, rampas y saltos, en un entorno tranquilo, con las grúas de fondo. La verdad es que dan ganas de coger bici o patines y deslizarse por sus pistas. Quizás algún día nos animemos.