Nos encontramos hoy en un barrio que mira al cauce del río Túria, desconocido para muchos aunque se encuentre a tan solo un puente del centro de la ciudad. De este barrio partía el camino que unía València con Sagunto, ciudad que hasta el siglo XIX se llamó Murviedro, Morvedre en valenciano. Hablamos del barrio que vio nacer a Conchita Piquer, un lugar donde vivían familias de clase obrera que aún conserva preciosas casitas bajas de principios del siglo pasado. Hoy su vecindario se encuentra en un momento de reflexión, buscando alternativas para tantos bajos comerciales convertidos en apartamentos turísticos, intentando que el ruido de maletas se combine con el bullicio de los comercios y la vida de barrio. Porque Morvedre ofrece mucho a sus vecinas y vecinos, y quiere seguir haciéndolo. Hay rincones por descubrir en este trocito de la ciudad que observa tan de cerca las Torres de Serrano: un lugar donde plasman la vida en forma de tatuaje, una pastelería que ofrece dulces valencianos, un taller de vidrio soplado, rocódromos, el museo de Conchita Piquer, un supermercado que es una cooperativa, un mercado que forma parte de un proyecto precioso, la gran discoteca LGTBIQ+ de la ciudad…
Delaingle Tattoo
— Guadalaviar, 9
Fernando de la Iglesia tatúa a una chica tras el cristal de la sala, concentrado. Carmen nos explica con desparpajo y una amabilidad innata que en este estudio tienen un concepto diferente y muy interesante del tatuaje. Para ellos, cada dibujo en la piel cuenta una historia de vida, por eso quieren escuchar la de cada persona que pasa por su local. Con lo que la clientela les cuenta, Fernando crea una ilustración única que graba en la piel. Su bagaje como ilustrador de poesía y novela conceptual se percibe en sus impresionantes diseños atemporales, que escapan a tendencias, modas y estilos, minimalistas, con poco color y algo de dadaísmo. Carmen asesora, recomienda, aporta ideas y gestiona el cotarro. En los catorce años que llevan con el negocio (siete en el local de la calle Guadalaviar), Delaingle Tattoo ha diseñado más de quince mil tatuajes, y de ellos, hay muchos que se han quedado grabados en la memoria de Carmen y Fernando. Cuentan que un hombre de ochenta años llegó acompañado de su hija para tatuarse, ya que no lo había hecho nunca y quería irse a la tumba tranquilo. Salió de allí emocionadísimo. Otro cliente gallego quiso tatuarse un pájaro típico de su tierra, y al verlo grabado en su piel se quedó sin habla mientas lloraba. Hasta el día siguiente no pudo transmitir su sentimiento de emoción y agradecimiento. Y es que, un tatuaje es mucho más que arte en la piel para Delaingle Tattoo, es la representación de toda una vida.
Pastalería Valls
— Ruaya, 12
Está claro que Moisés e Isabel apuestan por lo tradicional, pues solo hay que echar un vistazo a su mostrador, donde conviven los pasteles de boniato, las cocas de zanahoria, naranja o manzana, los rollitos de anís, los merengues, las lionesas y las tartas. La Pastelería Valls es de sobra conocida en el barrio de Morvedre, pero también fuera de él. Lo es, especialmente, por ser una de las pocas en la ciudad que prepara todavía la casca de reis, ese dulce típico valenciano que se servía el Día de Reyes antes de que llegara el roscón en el siglo XV para arrasar con la tradición local. Para quien no lo sepa, se prepara con mazapán y se rellena de boniato confitado o yema, formando con la pasta una rosca o serpiente. Para seguir con las tradiciones de nuestra tierra, también preparan el arnadí, ese dulce de calabaza con almendras muy típico de la zona de Xàtiva. Lo hacen de cuatro tamaños y no solo en Semana Santa, sino todo el año, y es por este dulce que acude tanta gente a la pastelería desde hace ya diecinueve años.
Vidrios Sorribes
— Pepita, 28
Al entrar en el local de Sara vemos un montón de cajas apiladas al lado del escritorio que precede su gran taller. “Es una lámpara para la Universidad de Arabia Saudí, formada por seis mil piezas de vidrio soplado”. Nos deja boquiabiertas que la hayan buscado desde tan lejos, pero a los cinco minutos de hablar con ella nos trasmite su fortaleza, su seguridad y el amor por su trabajo, y lo entendemos todo. Sara Sorribes lleva en su ADN el esfuerzo, la pasión y la artesanía. Aprendió de su padre el arte del soplado de vidrio, quien, a su vez, lo aprendió del suyo. Ambos fueron artesanos muy reconocidos que crearon Vidrios Sorribes, la empresa que ella, no solo ha mantenido, sino que ha hecho crecer. Sara hace trabajos personalizados, diseños únicos para empresas o particulares, piezas que le encargan o que diseña ella misma. Puede fabricar todo lo que se nos ocurra: figuras, jarrones, vajillas, trofeos, lámparas, mesas… Y en estas últimas anda ocupada ahora, preparando una exposición de mesas únicas, fabricadas a partir de miles de trocitos de vidrio recuperado que son una verdadera preciosidad. De verdad, hace de todo. Durante la pandemia de 2020, dada la falta de material sanitario, Sara cedió a los hospitales pajitas y respiradores de vidrio creados por ella misma. Vidriada es su línea de joyería en vidrio que no tiene desperdicio, por si queréis cotillear: vidriada.com. En este momento se encuentra a la espera de la resolución de los Premios Nacionales de Artesanía, en los que Vidrios Sorribes es finalista. Buena suerte, Sara. Te lo mereces.
La Llavoreta
— Oriola, 14
En La Llavoreta huele a jazmín. A jazmín y a arte. Y es que, en este espacio, las artes escénicas y plásticas lo invaden todo, como el olor a jazmín. Ana Ulloa es ahora la coordinadora del espacio, antigua miembra de la compañía Maquinant Teatre que tenía allí su sede. Ahora, en La Llavoreta conviven proyectos y personas muy diversas, que enriquecen este lugar lleno de buena energía. La Llavoreta es una bonita casa de dos plantas donde antes estaba el ultramarinos del barrio. En la planta de arriba se encontraba la vivienda de la familia que regentaba el ultramarinos, en aquella época en la que era tan común vivir en el mismo espacio donde se tenía el negocio. Ahora, arriba conviven el taller de títeres de Nelo Sebastián de Vudú Teatro, el estudio de cerámica La Cuina, las artistas plásticas Rosabel Velázquez y Álex Jover y el taller de pintura de Ana Ulloa, que no solo se dedica al teatro. La planta baja es un espacio diáfano con una de esas terrazas urbanas que se convierten para sus moradores en un oasis en medio del caos. En La Llavoreta se han programado actividades muy chulas estos años, como la experiencia del festival Llavoreta Viva junto a Perros Daneses, que consistió en representar piezas de teatro íntimo en cada una de las habitaciones de la casa. Ahora, Ana Ulloa trabaja en una pieza que trata el tema de la memoria familiar a través de los objetos, una pieza intimista que representará en una mesa rodeada de tan solo diez personas. Y es que, en este espacio surgen ideas así, procesos de investigación interdisciplinares siempre abiertos a las sinergias entre artistas que, poco a poco, quieren ir buscando su lugar y abrirse al barrio. Quien quiera sumarse al proyecto de La Llavoreta o tenga alguna idea interesante, Ana (@anaulloa2009) estará encantada de escuchar.
Casa-Museo Concha Piquer
— Ruaya, 25
“Ojos verdes, verdes como la albahaca, verdes como el trigo verde, y el verde, el verde limón…” Es imposible no conocer la copla de Conchita Piquer. Pero sí desconocíamos que en el barrio de Morvedre se encuentra el precioso edificio donde se crió la artista, que es ahora el museo sobre su fascinante vida. Observamos sus fotos, esa mirada suya que transmitía fuerza, sus preciosas mantillas y vestidos llenos de lentejuelas y volantes. Leemos las cartelas que desgranan una vida llena de éxitos, y sabemos ahora que nació en este edificio de la calle Ruaya en 1906, donde vivió con su familia, gente humilde que no podía vaticinar que había traído al mundo a una de las más increíbles voces del siglo XX. Fue descubierta por el maestro Manuel Penella en el teatro del Huerto de Sogueros, donde se la conocía como la “la xiqueta del carrer Morvedre”. El compositor preparaba el estreno de su zarzuela El gato montés en Nueva York y así es como comenzó la aventura de Cocha Piquer en Manhattan y una carrera que la llevó a los escenarios del mundo entero. Observamos su tocador, con sus cosméticos y complementos, los muebles de la casa, los cuadros de la Virgen María, los preciosos suelos de mosaico. Nos asombramos ante su inacabable discografía, la cantidad de películas que rodó, todos los espectáculos que dirigió con mano de hierro. Nos sumergimos en la cotidianidad de esta gran artista que viajaba siempre con un montón de baúles, que poseyó una voz inigualable y que tuvo una vida asombrosa que merece la pena conocer.
Ya hemos que este es el barrio que vio nacer a Conchita Piquer y resulta que aquí también vivó Nino Bravo. A continuación os hablamos de una cooperativa de alimentación consciente que vive del trabajo e implicación de sus socias, de una tienda de artículos de montaña que ofrece también rocódromo para grandes y peques, de un local donde los juegos de mesa se disfrutan in situ, de un restaurante que nos regala la gastronomía del este de Europa y de una escuela de percusión que abre un mundo de posibilidades para quienes tengan ganas de aprender y pasarlo bien.
Som alimentació
— Maximiliano Thous 26
“Horta és futur”, reza la bandera que encontramos a la entrada de Som alimentació, una cooperativa en la que son las socias las que trabajan, compran y consumen. Buscan un consumo responsable y ecológico, productos locales a precios justos y transparentes. Nos cuentan cómo funciona realmente una cooperativa como esta y escuchamos bien atentas: para formar parte de la cooperativa es necesario aportar cincuenta euros de entrada y, después, cada social puede, o bien poner ocho euros al mes, o trabajar cuatro horas mensuales. De este modo obtienen un veinte por ciento de descuento en los productos de un supermercado que es suyo, un lugar donde compran para comer como piensan. Esta gran familia ya suma más de seiscientas miembras, que gestionan un lugar donde muchos productos se venden a granel: frutos secos, pasta, harinas diversas, cereales, jabones, detergentes y vermut de Godella con su propio grifo. Encontramos todo tipo de productos de alimentación como mieles, leche, té, café, cerveza y vino, todo con su procedencia indicada en la cartela del estante. No faltan productos de limpieza y cosmética, ni turrones, dulces o cajas regalo para estas fechas. Si no queremos ser socias no hay problema, este es un supermercado abierto a vecinas y vecinos que apuesten por una alimentación sana, local y a precios razonables.
Geeklogía
— Actor Mora, 31
Este es un local para el juego en todas sus vertientes, una cafetería y ludoteca para que peques y grandes disfrutan de los juegos de mesa, de cartas, de rol o con consola. Solo con sentarnos y pedir nuestras bebidas podemos disfrutar de todos los juegos que ofrecen, que encontramos también a la venta, por si después de jugar decidimos que queremos disfrutarlos en casa. Entre semana el local está más tranquilo, pero los fines de semana sus largas mesas se llenan de jugadoras y jugadores que participan en los torneos que organizan los socios de Geeklogía o, a veces, torneos nacionales organizados por las marcas de juegos. Desde su creación, hace poco más de un año, Geeklogía ha fomentado la creación de numerosas comunidades de players, personas que comparten su pasión por un juego concreto, que montan sus grupos de Whatsapp y quedan en el local para jugar. Adán, uno de los dueños, nos enseña también los productos que tienen a la venta: juegos como La Fallera calavera o Virus siguen siendo los números uno, pero también encontramos juegos cooperativos (en los que juegas contra el propio juego, en soledad o con compañía), y algunas novedades muy divertidas como Dioses: un juego divino, en el que destripamos las mitologías griegas, nórdicas y egipcias o Tranvía mortal, un juego de dilemas morales en el que debemos decidir la vía por la que conducir mientras el resto nos intentan convencer de que no invadamos la suya.
Vents. Muntanya i natura
— Actor Mora, 23
Pocas tiendas tan completas hay en Valencia como Vents para las personas amantes de la montaña. Aquí podemos encontrar todo tipo de material y equipamiento para las actividades de montaña, así como asesoramiento profesional para principiantes y profesionales: ropa, mosquetones, pies de gato, hamacas, gorros, calcetines, complementos, libros, todo todito todo. Su actividad comienza en 2006 y desde entonces no han hecho más que ampliar este templo, abriendo también dos bulders o rocódromos para niños y adultos. Para personas adultas las sesiones de una hora y media cuestan seis euros, y podemos optar también a cursos particulares o en grupo. Vents Kids (en Constitució 62) es el rocódromo infantil, abierto al público desde los cuatro hasta los catorce años, en el que se ofrecen clases de escalada semanales para peques por cuarenta euros al mes. Vents abre todo un abanico de posibilidades para iniciarse en esta práctica sana y divertida que actualmente está tan de moda. Por algo será.
Restaurante del este
— Sagunt, 86
Este local pequeño, con manteles de color rojo y aire familiar, sirve comida búlgara, aunque también incluye platos y productos de la cocina rusa, ucraniana y húngara a precios económicos. Los sabores son fuertes, los platos abundantes y contundentes. Probamos las larguísimas brochetas de ternera a la brasa (también las hay de cerdo y potro), el queso feta al horno con huevo, tomate, pimiento y especias búlgaras, el Sarmi, unas deliciosas hojas de col rellenas de carne picada, arroz, cebolla y especias. Acompañamos los platos con cervezas y vino búlgaro, sorprendentes y deliciosos. Sin duda, este es un lugar para descubrir una cocina desconocida y compartir, un local sin florituras visitado por comensales que añoran la cocina de su país y por valencianas y valencianos curiosos y abiertos a nuevos sabores.
Borumbaia Percusión
— Pepita, 17
¿Las has visto animando una fiesta, una manifestación o una boda y te ha picado el gusanillo? ¿Hace tiempo que te ronda la cabeza apuntarte a una batucada? Borumbaia es la única —a parte de Sambala, en Nazaret— ubicada dentro de València, el resto se disgregan por zonas solitarias del área metropolitana (Alboraia, Catarroja, Manises…) por un motivo de peso: los requisitos de insonorización dentro de la ciudad son muy exigentes. Y ya se sabe, ¡el sonido de los tambores es encantadoramente atronador! En realidad no es tan difícil seguir los ritmos facilones pensados para principiantes que te enseñarán el primer año, eso sí, hay que aprenderse los cortes para no desentonar. Elige instrumento. Puedes marcar el tempo con los surdos uno y dos (graves y profundos) o bailar al ritmo del surdo medio. El agudo repique es para los atrevidos y la caja para aquellos que tienen algo de experiencia en esto de la percusión. Borumbaia nació en 2008 en la sala Flumen y rondó por locales como El Loco Mateo, la Discoteca Woody y diferentes salas de ensayos antes de establecer su sede definitiva en 2014 en la calle Pepita, tras pedir licencias, hacer derribos y acabar unas obras farragosas que le dieron forma a un local insonorizado para acallar hasta 128 decibelios (las discotecas están insonorizadas para un máximo de 104). La plantilla de la escuela está formada por ocho profesores que enseñan diferentes percusiones del mundo (afrobrasileña, oriental, africana, afrolatina o flamenca) y otros instrumentos como la guitarra para guateques, el ukelele, el piano o la batería. Necesitarás dos mazas, tapones para protegerte los oídos, una cinta para engancharte el tambor a la cintura y rodilleras que soporten su constante golpeteo, poco más hace falta si quieres adentrarte en este maravilloso género nacido en Brasil ideal para animar cualquier sarao.
Horno Cócera
— Pobla del Duc, 11
Todo empezó cuando la madre de José se puso de parto en el obrador de su horno de Requena. De una mujer fuerte que parió entre harinas, nació el que ahora regenta el Horno Cócera junto con su simpática mujer Cuca. Como no podía ser de otra manera, José se convirtió en un artista, palabras textuales de su mujer, de las que damos fe nosotras. Casi veinte años lleva ya la pareja atendiendo la cola de vecinas y vecinos que se arremolinan en la puerta, esperando sus crujientes cruasanes o su coca de embutido de Requena. Ahora, como mandan los tiempos, también realizan panes especiales de harina de centeno, de espelta, trigo sarraceno y cien por cien integral. Sin embargo, la reina sigue siendo la barra de pan de cuarto, la de toda la vida. El secreto de este pan es curioso: la harina se la compran a un harinero de Cuenca que tiene su propio molino, de los antiguos, de los que ya casi no quedan. Este hombre elije el trigo que quiere comprar, lo muele y pone la harina en manos de José, que obra su magia. Esa magia también le sirve para preparar las ensaimadas de Mallorca que, según comentan, nada tienen que envidiar a las de la isla.
Mercat Sant Pere Nolasc
— Santa Isabel, 5
Después de muchos años de declive y con solo una parada abierta, el Mercat Sant Pere Nolasc bajó definitivamente sus persianas en 2019. El cierre de este mercado que tanta vida daba al barrio de Morvedre caló en las cabecitas de tres estudiantes del Máster de Fotografía de la Facultad de Bellas Artes de Valencia (María Galindo, Nuria Laserna y Ania Zawisza) que llevaron a cabo una preciosa iniciativa como proyecto final: Mercat Sant Pere Nolasc – Un mercat viu revistió las persianas cerradas del mercado de fotografías antiguas de los archivos de Francesc Jarque y de vecinas y vecinos del barrio en las que vemos las antiguas paradas que nos invitan a pasear por el lugar como si aún estuviera en activo. Vemos a la poyera, al carnicero, a la verdulera, marcados con códigos QR que nos llevan a entrevistas con ellas y ellos, antiguos propietarios y propietarias de las paradas que recuerdan cómo era su día a día, cómo fue cambiando su forma de vivir con los años y la red vecinal que se generaba alrededor del espacio. Este pasado mes de enero se inauguró en Las Naves una exposición basada en este proyecto, en la que entrevistas, documentos y fotografías revisaban la historia del Mercat de Sant Pere Nolasc. Invitaba a reflexionar sobre cómo ha cambiado nuestra forma de consumir y habitar los barrios, y sobre el cambio climático, y reivindicaba el producto de proximidad, el turismo sostenible y el comercio justo y de km. 0, además de poner en valor el mercado como eje vertebrador del vecindario. Se trata, sin duda, de un proyecto precioso y necesario. Parece que ahora el ayuntamiento empieza a plantear una reforma del entorno del mercado de Sant Pere Nolasc, así que quizás aún haya esperanza para este rincón escondido que tanta vida aportaba al barrio que nos ocupa.
Deseo 54
— Pepita, 13
Si indagamos sobre la de sobra conocida discoteca LGTBIQ+ Deseo 54 vemos innumerables fotos de hombres de torsos desnudos, drag queens con maquillajes escandalosos, lentejuelas y muchas plumas, vídeos de un escenario con luces de colores, artistas en pleno apogeo, gente bailando, saltando y siendo libre. Más de veinte años lleva ya en marcha Deseo 54, que se dice pronto, celebrando fiestas míticas que superan a las de una discoteca al uso, con música y baile, ya que las encabezan artistas nacionales e internacionales que montan showsimpresionantes. La música es variada: la discoteca se mantiene fiel a las sesiones house que siempre la han caracterizado (por sus platos han pasado los djs más importantes de la escena nacional), pero ofrece también pop y música más comercial para un público joven.
Bodega Paquito
— Cronista Rivelles, 7
“Bodegas Paquito. Vinos, aceites y licores”, reza el cartel original que encontramos en el interior del local actual. Mucho ha cambiado esta bodega desde que, a principios del siglo pasado, lo vendiera todo a granel, pero el alma del negocio original permanece. Nos acodamos en la barra, la misma desde el principio de los tiempos, observamos el apetitoso contenido de sus vitrinas: quesito, jamón y embutido del bueno, esgarraet, boquerones en vinagre, queso en aceite, tomates de verdad, ensaladilla, torreznos, buenas conservas y mejores vinos. La pareja que hoy día regenta la bodega nos cuenta que no tienen cocina, pero tampoco les hace falta porque el género que compran es de la mejor calidad. Pequeña pero acogedora, Bodegas Paquito es una parada obligatoria si pasamos por Morvedre, para un picoteo informal pero delicioso mientras admiramos las Torres de Serranos y el cauce del Túria.
Teatro La Plazeta
— Primat Reig, 8
El Teatro La Plazeta levantó el telón en 2020 con la intención de ser un eje vertebrador entre los barrios de Orriols, Torrefiel, Rascanya i La Saïdia. Forma parte del Colegio Salesiano San Antonio Abad, por lo que acoge los actos propios del centro, pero también está abierto al público general, para el que ofrece una programación variada. Destacan las propuestas centradas en el humor, la magia o el circo. Son muy especiales su cine en vivo, que consiste en la proyección de películas musicales acompañadas de baile en directo (las últimas proyecciones han sido La la land y Mamma mia!), o sus Candlelight, conciertos iluminados por la luz de miles de velas. Además, el teatro realiza dos eventos destacados al año: Plazeta A La Fresca, en verano, cuando saca las sillas y el escenario al aire libre para amenizar las noches calurosas; en invierno, el exterior acoge el Valencia Christmas Market, un mercadillo navideño con pista de patinaje sobre hielo, foodtrucks y un espectáculo de circo. Las más de setecientas butacas de este gran espacio han acogido a valencianas y valencianos que han podido ver en directo a artistas como Coque Malla, Lalachus, Grupo Compay Segundo, Kutxi Romero, El Drogas, Califato 3/4 o Eva Soriano. Para enteraros de su programación, seguidlos en Intagram.
Parroquia San Antonio Abad
— Sagunt, 188
El origen de esta iglesia que encontramos en la calle Sagunto se remonta al siglo XIV, cuando la Orden Hospitalaria de san Antonio Abad (los antonianos) levanta una ermita y un hospital. A partir de ese momento, el edificio se remodela en varias ocasiones, hasta que pasa a pertenecer a los dominicos y, finalmente, a los salesianos. Es un templo austero en su exterior e interior, pero desde sus inicios ha destacado por ser el epicentro de las fiestas de Sant Antoni de Porquet, festividad del santo patrón de los animales. Los hermanos antonianos eran los encargados de cuidar a los animales que se quedaban a la luna de Valencia (fuera de la ciudad), así que fueron ellos quienes empezaron a celebrar el día 17 de enero la fiesta de la bendición de los animales. Es una semana de celebraciones en la parroquia en la que se prende una hoguera, se bendice a los animales que llevan las vecinas y vecinos, y estos desfilan por delante de la imagen de Sant Antoni del Porquet. Además, se recogen fondos para diferentes asociaciones protectoras de animales, se realizan danzas y una procesión de antorchas, todo un espectáculo.