A espaldas de La Lonja de la Seda, entre San Vicent y la plaza Doctor Collado, bordeando la remozada plaza redonda, correteamos curiosas por la calle Drets, que ya merecería un puesto de relumbrón en el callejero valenciano solamente por dar cobijo a la tienda más antigua de Valencia, la Tienda de Ollas de Hierro, con la que empezamos nuestro recorrido. Cuenta Salvador Raga en el blog <calleshistoricasdevalencia.blogspot.com> que en la vecina plaza Lope de Vega el más poderoso de los funcionarios medievales impartía justicia en litigios sobre pesos y medidas y que aquellos que osaban vulnerar la justicia del comercio eran expuestos a humillación pública en un podio de piedra colocado en la esquina de la calle Derechos con la plaza Doctor Collado. Y es justo aquí donde termina nuestro paseo, en El Kiosko, bar de los de antes, con los ventanales pintados de comida y azulejos en las paredes. Entre tanto, nos probamos espardenyas de la terreta y moda original hecha en València con conciencia, probamos unos cuantos bollets de sabores y acabamos con un Tataki de atún en la barra de la Tasca Sorolla.
TIENDA DE OLLAS DE HIERRO
— Drets, 4
Empezamos nuestro paseo por la tienda con más solera histórica, la más antigua de Valencia. La Tienda de Ollas de Hierro es una reliquia de nuestra ciudad que sigue en funcionamiento después de más de 200 años (fue fundada en 1793 en la plaza de la Pelota) vendiendo de todo menos ollas de hierro. Nunca lo han hecho. ¡Paradojas de la vida! Se dice que la tienda fue fundada por un francés que recaló en la ciudad huyendo de la Revolución Francesa, pero hoy pertenece a una familia que lleva cuatro generaciones vendiendo artículos de valenciana (aderezos, manteletas, peinetas…), imaginería, mercería y, en fechas señaladas, los renombrados belenes de barro de Murcia. Afortunadamente, todo se ha mantenido intacto dentro del comercio, tanto los mostradores y el altillo de madera como el suelo son originales, de manera que al cruzar el umbral de la puerta entramos de lleno a finales del siglo XVIII para husmear entre bordados, la maqueta preciosista de la propia tienda, esculturas de santos, bastidores para bordar, pelo postizo y estampitas de Santa Teresa o la Virgen del Rocío.
CHEZ RAMÓN
— Drets, 8
Lo primero que uno hace al entrar en Chez Ramón es mirar al techo, repleto de lámparas y farolas que jalonan la estancia hasta la otra salida, que desemboca en la mismísima plaza Redonda. En Chez Ramón lo que se trabaja es el hierro, desde hace mucho tiempo, tanto que la Cámara de Comercio los ha reconocido por su trayectoria centenaria. Al bajar la cabeza os podéis tropezar con lámparas Tiffany, teléfonos antiguos, veletas, herraduras, cencerros, accesorios de chimeneas y souvenirs. La crisis obligó a dedicarle una pared a los turistas, de donde cuelgan salamandras y mariposas hechas con planchas de metal, pequeñas y ligeras para que quepan en la maleta de vuelta. La misma familia es dueña de los otros dos negocios adjuntos, a la derecha una tienda dedicada a la cerámica y a la izquierda un outlet de Lladró que también tiene salida por la calle Drets. ¿Cómo no iba a tener la internacional Lladró tienda en el casco antiguo de su propia ciudad? Pues aquí está y con descuentos del 50% sobre figuritas que tienen algún pequeño defecto, pura carnaza para turistas. Todo lacado y de colores y formas suaves, tradicional hasta decir basta: payasos, sevillanas, toros, toreros, parejas de enamorados, niños, un Belén, El Quijote, un golfista…
WITUKA
— Trench, 10
Wituka es una marca de camisetas muy particular. Sus prendas ecológicas, 100% algodón orgánico, son diseñadas por artistas locales e internacionales que reciben un porcentaje del beneficio por cada artículo vendido. Afirman además que toda su ropa se fabrica en Portugal, España y Bangladesh respetando el medio ambiente y los derechos y las leyes laborales de cada país. Todos los diseños son frescos, modernos y muy originales, a veces con aire vintage, casi siempre guiñándole un ojito a la cultura popular.
L’ESPARDENYERIA VALENCIANA
— Drets, 19
Nos topamos con la única tienda de Valencia dedicada exclusivamente a la alpargata, en funcionamiento desde 2013. En L’espardenyeria valenciana todas las espardeñas son artesanas —hechas aquí o en La Rioja— y recogen la tradición local para añadirle unos toques de moda a todos sus modelos. Os podéis probar la espardenya típica para trajes de valenciana, pero también hay cuñas, sandalias, alpargatas de bebé, para ir por casa, calentitas para el invierno e incluso para combinar con trajes de novia. Una tienda que ha innovado con el producto local para dar con una versión más moderna y adaptada a los tiempos. Todas las espardenyas son una auténtica delicia y hay para todos los gustos.
GALERÍA KUPKA
— Drets, 19
Al mando de Kupka, esta preciosa tienda-galería que nos recibe con un grafiti de Disneylexya en la fachada encontramos a Raúl, un ecuatoriano encantador que tiene su taller de cuero allí mismo, donde fabrica a medida unos 200 modelos de pulseras que combinan cuero y metal, bolsos, carteras, riñoneras y mochilas preciosas. Todo esto de fabricación propia, pero también tiene a la venta ilustración, camiseta y joyería de otros diseñadores, calcetines y puzles de madera que, ensamblados, son engranajes mecánicos que ponen en funcionamiento toda la maquinaria. Compras a parte, a Kupka hay que entrar porque husmear en su decoración es una delicia. El techo está pintado con mensajes como “La vita e bella” y el mobiliario no tiene desperdicio: un armario antiguo, railes de madera del tren como escaparates, una piel de anaconda de diez metros que viene directa de Ecuador, una vitrina del rastro descansando sobre una caldera, el interior de un piano antiguo apoyado en la pared (¡hazlo sonar!), una jaula antigua que recrea la forma del Micalet, un bebedero de animales, lámparas hechas de ollas antiguas, un carrito de bebé vetusto, una máquina de coser zapatos…
TASCA SOROLLA
— Drets, 27
En la Tasca Sorolla las cosas llevan su tiempo. Pero no porque sean lentos, sino porque aquí nada está precocinado, nada pasa para el microondas, las tapas se preparan al momento y se respetan los tiempos. Así que si tienes mucha prisa o poca paciencia, este no es tu sitio. En esta tasca cantonera se sirve en barra desde hace cuatro años, sobre todo, pescado del día comprado en el Mercat Central, en MercaValencia o directamente del barco pesquero, si hablamos de pulpo y pescaditos. Si se acaban las cuatro sepias que han comprado para el día, se acaban y punto. ¡Así que no te quejes! Pero si todavía quedan, verás como las limpian y las cocinan al momento para que vayan directas del mar a tu boca. Todo muy sencillo, pero de altísima calidad. Tenéis que probar la sepia de playa en su tinta, las alcachofas (en temporada), el tataki de atún, o el bacalao y el pulpo, que empiezan en cocción pero acaban a la plancha. A pesar de su ubicación, esta es una tasca con clientela habitual principalmente española, entre otras cosas, nos cuenta Xenta, porque a los extranjeros no les va nada lo de comer en barra. Tasca Sorolla es producto fresco y sencillo, bien seleccionado y tratado con mucha mano.
KÚBELIK
— Drets, 36
Kúbelik, además de una tienda, es una marca de moda sostenible hecha en València. En su madriguera de la calle Drets se piensa, diseña y produce cada una de las prendas que se exponen, esto es, piezas de diseño atemporal, ajustables, multiposición y zero waste. Además, tienen una cuidada selección de joyería contemporánea y accesorios de artistas valencianos o vinculados de alguna manera a la ciudad. Empezaron hace ocho años siendo 100% sostenibles y ecológicos, pero para una empresa tan pequeña como la suya es complicado seguir a rajatabla esta filosofía si se pretende ofrecer un precio asequible y evitar acabar convertido en un objeto de lujo solo al alcance de los ricos. Por eso combinan alegremente lo artesano y lo industrial en prendas donde prima la sencillez a la hora de la confección, los tejidos naturales (¡muerte al poliéster!) provenientes de stocks, y los colores estándar que dan como resultado prendas poco usuales. El sitio ideal para vestir sencillo, ecológico y diferente.
CHOCOLATES XOCO & VERO
— Drets, 38
Guillermo es el Willy Wonka de Chocolates Xoco & Vero y pertenece a una familia chocolatera que se dedica al asunto en Sueca desde 1823. Aquí el rey es el bollet tradicional valenciano, conocido como “chocolate de cocer” en el resto de España, que aquí no diluimos, como mucho lo dejamos al sol un minutito para que se ablande esa textura terrosa hecha cilindro que nos comemos a bocados. Está hecho artesanalmente a base de cacao, azúcar y harina de arroz, que además de no contener gluten, tiene la ventaja de que no le añade ningún sabor extra al chocolate. Al margen del tradicional de vainillina, también hacen bollets con sabores, de hecho, son los únicos que se atreven a innovar en este campo, sin dejar de lado la receta tradicional. Podéis encontrarlos de coco, de turrón, de café… ¡incluso de cassalla! Y hay mucho más. Otra variante es tomarse el chocolate en paella. ¿Qué te casas? Pues encargas que te hagan en directo una gran paella de chocolate blanco (sustituto del arroz) y tiras la tarta de mil pisos a la basura. En chocolates Xoco & Vero también puedes encargar una cata de chocolate para grupos y comprar cacao en polvo para tus recetas más dulces, bayas secas que custodian las semillas de cacao (siempre en número par) y chocolate de algarroba, el sustituto natral del cacao, tan dulce que no hace falta ni añadirle azúcar. Lo curioso es que, cuanto más sufre el árbol del algarrobo por falta de agua, más dulce queda su fruto. Pruébalo y comparas.
BACCO D.O.C.
— Drets, 29
Si os asomáis a Bacco D.O.C., la decoración os dejará boquiabiertos por lo kitsch del asunto. La atmósfera que se respira dentro de este restaurante es de lo más surrealista porque sus antiguos dueños italianos recrearon una cueva oscura de paredes rugosas con seres monstruosos incrustados y suelo teselado. Merece la pena asomar la cabeza, navegarás entre la fascinación y el repelús. En cuanto a la carta, fusión de cocina italiana y española para deleite de turistas.
BAR EL KIOSKO
— Drets, 38
Ya, ya… está muy manido eso de «bar de toda la vida”. Pero es que El Kiosko lo es. Sirve tapas y bocadillos en la esquina de la calle Drets con la plaza Doctor Collado desde 1969, lo que quiere decir que este año cumple cincuenta años de actividad. Antes, este bar era un kiosko precioso situado justo en medio de la plaza con una enorme carpa de lona al lado que resguardaba del calor y la lluvia las mesas y sillas donde se les servía a los clientes, pero en 1969 el Ayuntamiento de València decidió derribarlo y el kiosko tuvo que reconvertirse en un bar al uso que no se olvida de sus orígenes. El nombre es una prueba de ello, también la foto antigua que cuelga de la pared donde podemos ver cómo era la estructura primigenia, tan de la época. Pili heredó el negocio de su padre y, aunque hace dos años tuvieron que acometer una gran reforma, han conseguido restaurar el local sin perder lo que lo hace auténtico. Principalmente, los azulejos de Manises, pintados a mano uno a uno en 1980 con motivos valencianos (barracas, naranjos…) en el taller de cerámica de Julián Vilar Esteve. Una inscripción deja constancia de este hecho junto a la puerta que da a la barra. Todo lo demás —mesas, sillas vintage, ventiladores (que conviven con el aire acondicionado) y lámparas exquisitas— es muy nuevo. ¿Y de la comida qué? Pues bocadillos y tapas de toda la vida cocinados con género comprado en el Mercat Central, menú diario y paella valenciana todos los días. Ahí van tres recomendaciones: hay que probar el bacalao en salazón, en forma de albóndigas de bacalao, la sepia a la plancha y el bocadillo de sepia romana. En El Kiosko se respira la autenticidad de un bar que no ha querido perder su esencia y ha conseguido mantener la calidez de los clientes de siempre, algunos, de los pueblos alrededor que venían a comprar al Mercat Central y de dejaban caer por aquí para almorzar. El Kiosko ganó en 2016 el Premio Cacau d’Or entregado cada año a varios locales de la Comunitat Valenciana donde se sirve el mejor esmorzaret.