Rosari

La que nunca fue una calle comercial del barrio marinero del Canyamelar es ahora una vía vibrante, donde las fachadas de colores son acariciadas por la brisa cariñosa que llega desde el mar para colarse por todos los rincones y alegrar a sus gentes. Rosari fue siempre una calle tranquila, donde todos los vecinos se conocían e incluso estaban emparentados, pasaban sus días sentados en las puertas, a la fresca, vivían en familia. Aún quedan habitantes que nacieron en las casas donde viven, donde han vivido siempre, pero muchos otros se han ido; a algunos los asustó la riada de Valencia, que hizo aflorar el miedo de vivir en las plantas bajas; a otros les espantó la degradación de barrio; muchos, simplemente, han ido faltando por el paso irremediable del tiempo. Después de muchos años de lucha vecinal contra la demolición del que es uno de los barrios más bonitos y valiosos de nuestra ciudad, la calle ha vuelto a la vida, con negocios que llenan terrazas o escaparates; en la plaza vemos abiertas las puertas de su teatro y su iglesia, y dos museos muestran lo mucho que nos puede ofrecer esta vía y este barrio variopinto, donde conviven ahora jóvenes que han invertido en una vivienda, extranjeros que ocupan los apartamentos turísticos, familias gitanas que salen a la puerta con sus guitarras y ancianos que han vivido todos los cambios que un Canyamelar resistente se ha empeñado en mostrarles. 

MUSEO DE LA SEMANA SANTA MARINERA 
Rosari, 1 
Este gran edificio que inaugura la calle Rosari es la casa de una Semana Santa Marinera que traspasa las fronteras del tiempo, exhibiendo cada día los tesoros de la fiesta más esperada del Cabanyal-Canyamelar. Caminamos entre símbolos de la pasión, coronas de espinas, facsímiles e imágenes originales, estandartes antiguos, escenas de Cristo y coloridos pasos repletos de flores y luces que datan de 1882, el más antiguo, hasta 2017, el más moderno. Sentimos la devoción, la de las 31 cofradías que aún viven en este barrio marinero y que exhiben aquí los trajes que lucen cada año en las procesiones de los días santos. Exposiciones temporales de fotografía y carteles dinamizan el lugar que es testimonio de una fiesta que nace junto al Mediterráneo, de la fe de las mujeres y hombres que vivían de la pesca, y que continúa celebrándose al amparo del mar. 

MUSEO DEL ARROZ 
Rosari, 3  
Tras muchos años de sueño profundo y solitario, el viejo molino de arroz de la calle del Rosari fue puesto en marcha de nuevo en 2002 para invitarnos a viajar en el tiempo. Desde su construcción, a principios de 1900, el molino supuso un referente industrial por ser uno de los más modernos de Valencia, ya que funcionaba con energía eléctrica y un procesamiento altamente mecanizado. Recorremos los tres pisos del edificio, donde moran las máquinas de selección, limpieza, blanqueamiento y clasificación de los granos del cereal más arraigado a nuestra ciudad. Escuchamos la respiración de la maquinaria de madera y metal, bella, robusta. Observamos las fotografías del siglo pasado, algunas relacionadas con el tema del museo (los cosechadores de arroz, las paellas familiares) y otras solo como testimonio de una historia compartida (la inauguración del primer tranvía eléctrico en 1900, la riada de 1957, la nevada de 1960). Hoy el museo se nutre de visitantes extranjeros y colegiales, lejanos todos ellos a esta época y lugar, pero que con su visita mantienen viva la memoria de un tiempo de avances revolucionarios, de novedades históricas que forjaron nuestro destino.   

HORNO DEL RELOJ 
Escalante, 29 
Al salir del museo observamos cómo, un poco más adelante, el suelo se tiñe de blanco. La estela zigzaguea de una puerta hasta llegar a la de al lado. Parece harina. Un hombre corre de un local al otro, portando bandejas con pan. Nos encontramos en el obrador del Horno del reloj, dos bajos enormes donde se elaboran de forma artesana todas las delicias que nutren las vitrinas del local que se encuentra al otro lado, en la calle Escalante. Una vez allí, un cliente afirma, convencido, que esta es la mejor panadería del Cabanyal-Canyamelar. Él compra aquí el pan desde que era un niño, solo que antes de la guerra lo recogía en la calle Chapa, su anterior emplazamiento, una vía que quedó destruida por las bombas que atemorizaron al barrio. Tras la guerra, el horno se mudó aquí, y también abrió una parada dentro del mercado. No le quitamos razón al hombre, todo está delicioso, pero si hemos de destacar algo diremos que son especialmente conocidas sus empanadillas de pisto y de boniato, así como las recetas típicas del Cabanyal-Canyamelar: la torta de pasas y nueces, las rosquilletas cortas o la coca de llanda 

L’ARBRE 
Rosari, 17 
Hace solo unas semanas que este local abrió sus puertas, dejándonos asombrados ante la rehabilitación que han llevado a cabo sus nuevos propietarios: donde antes se derrumbaban los muros de un antiguo taller de barcas, ahora se alza este precioso bar-librería en el que predominan la madera, los libros y las plantas. L’arbre es un proyecto vecinal, es la idea de varios socios que han querido sumarse a la nueva dinámica del barrio, a la rehabilitación de los preciosos espacios que esconden las calles del Canyamelar. L’arbre nace de la intención de fomentar la ecología y los movimientos sociales, por la defensa del territorio, por el amor al mundo en el que vivimos y a la naturaleza. En nuestras futuras visitas podremos asistir a la proyección de documentales o talleres sobre ecología, llevarnos un libro dando la voluntad (que irá a parar a la asociación Brúfol, ayudando a niñas y niños del barrio con riesgo de exclusión social), probar las tapas del mundo que preparan los miembros de la asociación Valencia Acoge (organización que trabaja por la integración de inmigrantes en la ciudad), o simplemente disfrutar de una cerveza en su precioso patio, junto a su limonero.  

BAR LA PACA  
Rosari, 30 
La Paca fue uno de los primeros bares que apostaron por el Cabanyal-Canyamelar, y que dieron el pistoletazo de salida a la actual carrera de recuperación del barrio. Su ubicación inmejorable, frente al TEM y la plaza del Rosari, lo convierte en una opción de lo más apetecible para una cervecita o un vermut al sol, acompañados por una tapa a muy buen precio. Famoso por sus tortillas, gordas, sabrosas, variadas, y por su clientela ecléctica y variopinta, integrada por habituales del barrio y gente de paso que hace su parada obligatoria antes o después del teatro. Su decoración interesante y abigarrada le confiere al lugar un encanto particular: no perdáis de vista la curiosa pareja que ocupa el pilar central, un crucifijo y un Ken (sí, sí, el novio de la Barbie), su suelo ajedrezado en rojo, blanco y negro, y el maravilloso horror vacui de sus paredes, donde conviven Jesucristo, Gustav Klimt y Salvador Dalí.  

TEATRE EL MUSICAL  
Pl. del Rosari, 3 
Llegamos a la plaza del Rosari, el corazón de la vía. Nuestros ojos se posan en un edificio con puerta monumental, fachada sencilla y deliciosa. Es el Teatre El Musical (TEM), que ocupa el espacio del antiguo teatro y cine Musical del Cabanyal-Canyamelar, cerrado en los años 70 y abandonado desde entonces hasta el 2004. Fue entonces cuando la reforma del arquitecto Eduardo de Miguel regala al edificio la puerta más alta de toda la ciudad, con nada más y nada menos que once metros de altura. A partir de entonces el teatro revive con la maravillosa gestión de la empresa Tornaveu, pero cae en picado ocho años más tarde, con la llegada de la nueva y nefasta gestión de Crystal Forest, empresa del famoso José Luis Moreno. El nuevo gobierno volvió a cambiar la suerte de este mítico teatro en 2015, con la decisión de gestionar su programación directamente desde el ayuntamiento, ya sin la amenaza de la ampliación de Blasco Ibáñez en el ambiente. El TEM es ahora, por fin, un referente en el mapa cultural de la ciudad, un lugar para la gente del barrio, que actúa como conector social a través de una programación artística contemporánea y de calidad, con propuestas formativas, laboratorio de creación y actividades participativas. 

LA PILONA 
Pl. del Rosari, 3 
El pasado año salió a concurso la cafetería del Teatro El Musical y Marta, publicista y productora cultural, lo ganó con su propuesta de dinamización cultural del bar, una idea que iba mucho más allá de un servicio de hostelería para los visitantes. En la línea del TEM, La Pilona también busca una relación constante con los habitantes del barrio, por eso abre sus puertas a proyectos artísticos heterogéneos, como charlas y coloquios relacionados con la programación del teatro, actividades infantiles, teatro de improvisación o exposiciones. Cualquier día podemos encontrar propuestas interesantes, pero, sin duda, lo mejor es acudir el domingo, cuando La Pilona se convierte en lugar de encuentro y baile libre, con música, danza y gastronomía de distintos países como Brasil, Argentina o Cuba. En poco tiempo, este espacio se ha consolidado como un afluente de las aguas del TEM, una versión más desenfadada, pero igual de interesante.  

IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO 
Pl. del Rosari, 3 
Sobre una ermita del siglo XVIII se alza ahora la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, un templo del siglo XIX declarado Bien de Interés Cultural y desconocido por la mayoría de los valencianos. Ella y su hermana melliza, la Iglesia de los Ángeles (la primera, la Iglesia del Canyamelar, la segunda, la del Cabanyal), fueron en su día los templos originales de Poble Nou del Mar, el poblado marítimo que vivía al lado de la ciudad de Valencia sin integrarse dentro de ella. En el interior de la iglesia predomina la sencillez del blanco y el dorado, y llama la atención el fresco que cubre la capilla mayor, pintado por el valenciano José Ros Ferrandis. Su exterior presenta influencias de la arquitectura herreriana, y tiene algunos toques de gusto barroco. Esta pequeña gran desconocida es aún frecuentada por muchos habitantes del Canyamelar, gente del barrio que aún asegura ir “a Valencia” cuando visita el centro de la ciudad.  

CHURRERÍA HELADERÍA LOS OLIVARES 
Just Vilar, 17 
Hace ya más de veinte años que la esquina de este local asoma en la calle Rosari, aunque su animada terraza se sitúa en la parte peatonal de su vecina Just Vilar. El secreto de su éxito no esconde más misterio que el de elaborar de forma casera todo lo que se ofrece: churros, porras y buñuelos, chocolate caliente, helados, horchata, fartons, coca de naranja y manzana, zumos naturales… Dependiendo de la época del año, el producto estrella es uno u otro: en verano la reina es la horchata, que viene de las cosecheras de Almàssera, y en invierno, su chocolate con porras o buñuelos de calabaza. Y ya que hablamos de buñuelos, hemos de saber por qué los suyos tienen tanta fama. Parece que hay que utilizar la cantidad justa de calabaza, una masa nueva cada pocas horas (la levadura con el tiempo se estropea, así que hay que amasarla y usarla pronto) y un aceite limpio. En este último punto es en el que, nos comentan, fallan muchos puestos callejeros durante las Fallas, por lo que afirman no tener problemas de competencia durante las fiestas. Les creemos.  

LES BORRUMBALLES 
Rosari, 126 
En este espacio los objetos cargan sobre sus hombros el peso del tiempo, muestran la pátina de lo vivido, cuentan su largo camino hasta llegar aquí. La pequeña sala que vemos al llegar es solo el preludio de un gran taller, atiborrado de grandes maravillas que esperan ser descubiertas por los ojos de su próximo comprador. En él trabajan tres mujeres, que son el alma de este lugar: Eva, Virginia y Valentina cuidan y transforman estas piezas únicas e imparten talleres de restauración. Les preguntamos cuál es el secreto para hacerse con estas joyas del pasado, y nos cuentan que todo consiste en un acuerdo con sus antiguos propietarios, quienes les permiten llevárselas a cambio de una parte de las ganancias cuando se vendan. Y se venderán, porque es imposible resistirse a las piezas de Art decó de principios de siglo XX, a los preciosos botes de boticario, a una rueca antigua o un juego de té japonés, a un sillón Tathir italiano, a la clásica cerámica de Peiró, o a obra original elegida con gusto (litografías y grabados). ¿Qué os parece un sofá Chester en perfecto estado? Vaya, se nos escapó. Vendido.  

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