Calatrava

Entramos al corazón de València, donde las calles caracolean alegremente, donde, hoy en día, se escucha acento extranjero, especialmente italiano. Nada sorprendente si tenemos en cuenta que su continuación desemboca en la preciosa Lonja de la Seda por un lado y el otro extremo engancha con la señorial calle Cavallers. Pura historia de un Reino de Valencia que tuvo su propia Casa de la Moneda, donde se fabricaba el dinero que alimentaba el comercio de la Corona de Aragón por el Mediterráneo. Se llamaba La Seca y no tuvo una sede permanente a lo largo de los años, pero se sabe, según Gumersindo Fernández y Enrique Ibáñez (La València que va ser. Drassana, 2019), que en 1476 estuvo ubicada en nuestra calle Calatrava. Esta vía de la capital ha vivido muchas crónicas de sucesos y ha ido adaptándose a los tiempos, a los años en que El Carmen era un lugar sucio, degradado, peligroso y de yonkis, en los que no todo el mundo se atrevía a pasar por ella y a los tiempos actuales, en los que luce limpia, turística y rebosante de vida. Hoy vamos a tomarnos un vermut casero, a que nos diseñen a medida una camisa escandalosamente rockera, a comprar material para nuestro scrapbook, y a comer deliciosas croquetas de tintes flamencos. ¿Te vienes?

TRECE
Calatrava, 12
Trece es un concepto diferente. No es ni un restaurante al uso, ni una tienda, ni todo lo contrario. Al mando, Victoria del Hoyo, una diseñadora que cada año lanza una colección exclusiva de zapatos de tan solo trece unidades (un 35, un 36, tres 37, tres 38, tres 39, un 40 y un 41) que vende en este espacio de ocio que también es un restaurante que sirve cocina de mercado de elaboraciones cortas y sencillas pensadas para comer con las manos: conservas, croquetas, embutidos, ensaladas… Dentro han potenciado la barra y la costumbre europea de compartir mesa para fomentar la conversación y el roce dentro de la experiencia gastronómica. ¿Hay mejor invento que un restaurante para vender zapatos?

CASA VICTORIA
Calatrava, 23
Y justo en frente de Trece, la misma Victoria vio la oportunidad de reinventar el antiguo negocio familiar dentro del estrechísimo espacio que hacía de trastero del edificio. Ha reformulado el ultramarinos que tenía su familia al lado de la horchatería de Santa Catalina en este precioso local que tiene tan solo tres años, pero consigue evocar el encanto de un local antiquísimo. Con persianas de madera empapelando las paredes, viejas estanterías, una barra de mármol muy auténtica, suelo de damero traído con toda la intención y un enorme espejo que sirve de pizarra coronando la estancia. ¿Qué pedir? Salazones ahumadas, quesos españoles D.O., conservas de espárragos o guisantes, escabeches, pan que quita el sentido para mojar en todos los liquiditos sobrantes, y vermuts, uno detrás de otro: Yzaguirre, Casa Mariol, Vittore, La Cuesta, Zarro…

SATWA
Calatrava, 17
Satwa es una tienda que nació en 2011 junto a la plaza del Negrito con todos los materiales y herramientas que se necesitan para el scrapbooking. ¿Y esto qué es? Pues el arte de crear, archivar y decorar fotografías y recuerdos en forma de álbum o cuaderno de recortes utilizando técnicas como el origami, la costura, el decoupage o la acuarela. Así que en Satwa podéis encontrar papeles de todos los colores, grosores y texturas, pinturas de todo tipo, accesorios para laminar, sellar, troquelar y encuadernar, y cantidad de adornos (botones, flores, cintas, lazos, glitter…) para poder fabricar vuestro álbum de fotos personalizado, una tarjeta de cumpleaños, o una caja-álbum muy especial.

EL NEGRITO
Pl. del Negret, 1
El Negrito lleva en la plaza la friolera de 38 años. Este bar de copas se levantó en un principio en el local de en frente, lo que antes era una farmacia y ahora es el Ghecko, pero el edificio fue declarado en ruinas y acabó hecho escombros, así que tuvieron que mudarse a la otra esquina de la plaza donde hoy siguen siendo el termómetro cultural del barrio y, si me apuras, de toda la ciudad. Al lado, su hermana pequeña, La Negrita. En los años ochenta y noventa era una local frecuentado por gente del teatro como los Tricicle o Juan Echanove, que tenían bolo en el Talía, el Olympia y el Principal; de la política como Carmen Alborch; o de la cultura en general como Francis Montesinos. Hoy tiene una clientela muy ecléctica, se pueden codear sin problemas las crestas con las corbatas para tomar una cerveza, un cubata o un mojito. Dos martes al mes hay música en directo y, a partir de Fallas, también todos los domingos. Una última curiosidad: Eduardo Calpurnio diseñó el logo en los años noventa.

EL MONSTRUO
Calatrava, 11
Teniendo clara la premisa de que cada cuerpo es un mundo, Tania diseña a medida ropa de estampados maravillosos en esta pequeña tienda-taller del casco histórico de València. Motivos floridos, cadavéricos, coloridos, de animales… tú eliges la tela, el estampado que más te gusta y de qué lo quieres acompañar (flecos, ribetes…) y ella lo adapta a tus curvas en forma de falda, vestido o camisa. Entre bañadores de los años cincuenta, gatos, abanicos y tikis (estatuas con forma humana de las culturas de la Polinesia Central) fabricados en Toledo, Tania trabaja a destajo en su altillo para dejar satisfechos a sus clientes: curiosos que pasan por ahí, gente de escenario (músicos, sobre todo) e incluso estadounidenses que buscan estampados chulos en tallas grandes.

GHECKO
Pl. del Negret, 2
El Ghecko, además de ser un bar de copas que lleva más de veinte años aportando ambiente a la plaza del Negrito, es un tipo de lagarto cuya piel repele el agua y da nombre a este templo del ocio nocturno en El Carmen. Algunos de estos lagartos decoran las paredes de un local inmenso al que merece la pena entrar solo por su decoración. Que no os engañe su fachada tosca, dentro te sumerges en otro mundo. Aunque la luz es muy tenue, podréis apreciar las piedras que cubren las columnas, las paredes y las dos barras, traídas desde Bali, como los muebles, hechos a mano, o el gran dragón tallado en una pieza a partir de un árbol milenario. Ghecko es un lugar de copas en el que suena música comercial, se baila y, de tanto en tanto, se escucha música en directo de algún saxofonista o violinista acompañado de dj.

DEMPANADAS
Calatrava, 2
¿Qué encontramos en Dempanadas? Efectivamente… ¡empanadillas artesanas! Nada menos que 27 variedades de este manjar cubierto de hojaldre que esconde entrecot de lomo alto, aceitunas, cebolla y huevo duro, si hablamos de la clásica empanada argentina. ¡Y chimichurri! También podéis probar, entre muchas otras, la empanadilla chilena o la de calabaza y queso, y opciones para veganos como la de seitán con champiñones o de soja al curry. Para acompañar tenemos ensaladas de quinoa, cous cous o arroz salvaje, buenos vinos y cerveza valenciana y, de remate, deliciosas tartas caseras. Reparto a domicilio a partir de 25 euros.

LA SALVAORA
Calatrava, 19
La Salvaora es restaurante de puro flamenco. Pero no como elemento decorativo (que también), reclamo turístico o por simple moda, aquí el flamenco se suda y se vive de corazón. No hay más que ver sus paredes forradas con fotografías de los artistas flamencos más grandes que ha dado el país desde la primera generación de flamencos (años 50) hasta la actualidad. Silverio Franconetti, un dominador de todos los palos flamencos que llevó el género hasta la mismísima corte de Isabel II; La niña de los peines, una de las voces más importantes de la historia del flamenco; Manolo Caracol, que innovó acompañando sus cantes en algunas ocasiones de piano o de orquesta; y más contemporáneos, Mayte Martín o Miguel Poveda, muy amigo de la casa, acompañan a los comensales en comidas y cenas en las que, por supuesto, suena flamenco de fondo. Pero hablemos de la comida, que a eso hemos venido. La etiqueta genérica podría ser la de cocina mediterránea con un toque de contemporáneo, que quiere decir, entre otras cosas, buenísimas croquetas de jamón ibérico cocinadas con un secreto tan evidente que abruma: llevan mucho y muy buen jamón. Tampoco te pierdas las alcachofas ecológicas escalfadas y en tempura con alioli de ajo negro, el rabo de toro, o la coca de confit de pato con berenjena asada regado todo con una amplia carta de vinos españoles. A mediodía (menú de 14,90€) encontraréis ejecutivos y algún que otro político (la Diputació, la Generalitat y les Corts quedan muy cerquita) y por la noche es fácil ver en la mesa de al lado a gente del mundillo del espectáculo, especialmente del flamenco, como no.

AL VENT
Calatrava, 4 (bajo izquierda)
Raquel y Víctor son pareja, y desde 2017 regentan esta tiendita de bisutería en la que montan y personalizan pendientes, colgantes y otros accesorios a muy buen precio. Traen la plata de India o Tailandia, algunos diseños de Madrid o Barcelona, y siempre que trates el producto con respeto te dejan probar y manosear todo lo que haga falta. El trato humano y familiar es una de sus grandes virtudes. Encontrarás bisutería de bronce de estilo precolombino, gargantillas con sencillos colgantes de media luna o figuras de papiroflexia, pendientes más clásicos, brazaletes étnicos… en plata, sobre todo, pero también algo de piedra, oro, bronce o acero en segunda línea. El lugar perfecto para encontrar un detallito para regalar o regalarte.

OLIIVI
Calatrava, 4 (bajo derecha)
La bodega Oli i vi abrió hace más de tres años (en lo que era una paquetería) como una tienda de vino donde también se vendían aceites, galletas… Pero en septiembre de 2018 volvieron a inaugurar con una barra (de construcción propia) en su interior, taburetes y un concepto diferente. Ahora es un lugar para estar, conversar y divagar, porque puedes comprar la botella de vino para llevártela, pero también puedes tomártela allí mismo. En la pizarra siempre encontrarás cuatro tintos, dos blancos, un cava, mistela, herbero y vermut que se sirven por copa. Y para acompañar, tapas frías: jamón, queso, cecina, salazones ahumados, humus… Pero vicios a parte, Oli i vi es también una delicia por su decoración. Con una vidriera muy bonita pintada en la puerta, espejo y estanterías originales con botellas viejas de sifón, un suelo hidráulico de los años cuarenta que han rescatado debajo del gres horrible, y detallitos de los años setenta recuperados de una cafetería de Calp y de una pescadería de Benidorm.

BOCATÍN
Calatrava, 21
Y llegamos a LA vermutería del Carmen en la que nos recibe un precioso arco de medio punto con ladrillo caravista. Hace 22 años abrió esta bocatería hoy especializada en vermut, ese brebaje mágico de la Antigua Grecia que deriva del vino macerado en hierbas, que a la Península Ibérica entró por Reus para luego extenderse por todo el país. Detrás de la barra se levanta una estantería con más de sesenta vermuts españoles (y una botella de Cinzano), pero el que triunfa es el de la casa, que se sirve en tirador. Para acompañar tenéis bocatas, bocatines y montaditos junto a tapas de patatas cocinadas de muchas maneras, revueltos, croquetas y ensaladas, todo sencillo pero hecho con buena materia prima. Bocatín mantiene el mismo personal desde hace prácticamente dos décadas y no ha abandonado su filosofía a pesar de las hordas de turistas que fluyen por la calle Calatrava, siguen dándole de comer a los vecinos. Entra a tomarte un vermut de la casa con pinchito por 2’5€ y luego, ya vemos…

MANDALA
Calatrava, 4 izq.
Nadie puede resistirse a entrar en Mandala con su cartel ajardinado, sus plantas en la fachada y las exóticas sombrillas de tela que jalonan la puerta. Además, ¡solo por cruzar el umbral te llevas un colgante de regalo! En esta tienda que lleva abierta tres años en Calatrava podéis probaros tops de ganchillo hechos a mano, pañuelos-mandala para la playa, el sofá o la pared, bolsos, gorros de paja, estuches, gafas de sol y joyería, bañada en plata y oro fundamentalmente: brazaletes de México, pendientes de la India, colgantes de Marruecos, y muchísimos anillos. ¡Hay uno hecho para tu dedo!

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