Zineb Sedira

IVAM. Guillem de Castro, 118

Conocer la biografía de Zineb Sedira es fundamental para entender su obra, marcada por el desarraigo y la nostalgia, ya que hablamos de una artista de padres argelinos nacida en los 60 en los suburbios de París que emigró a Gran Bretaña en 1986. Toda su obra grita Argelia. Esto es, el país del Magreb donde la ocupación colonial francesa duró más tiempo (132 años) y el único donde la independencia se consiguió a la fuerza, tras una guerra cruenta y sangrienta, un año antes de que Sedira naciera en Francia. El salir y escapar, el viajar para no volver son constantes en el discurso artístico de esta exposición con la que el IVAM sigue explorando el arte que se crea a orillas de nuestro Mediterráneo. Una de las piezas más icónicas del recorrido quizá sea Shattered carcasses and architecture of the forsaken, compuesta de cajas de luz que iluminan fragmentos de barcos hundidos en la costa de Mauritania, desde donde los migrantes parten rumbo a las Islas Canarias para llegar finalmente al continente europeo. Son barcos oxidados y destartalados que evocan la tragedia de los viajes fallidos y de los cadáveres que han quedado por el camino. Otra de las obras importantes es Sunken stories, también marítima y también sobre la diáspora, una serie compuesta por seis maquetas de barcos destrozados (dhows, veleros de madera tradicionales de Emiratos Árabes, India y África Oriental) que naufragan en un “mar” de resina clara con burbujas. El mar Mediterráneo es una constante en el imaginario de la artista y aquí aparece como un lugar de paso traicionero, un obstáculo para el movimiento que provoca naufragio y muerte.

Sedira entendió desde muy pronto que, en su obra, el trabajo político tenía que ser personal, que la experiencia individual podía ser una vía para entender la memoria colectiva. Por eso nos invita a pasar a la sala de estar de su casa en Londres o, más bien, a la maqueta de esta y lo que se ha podido reproducir a tamaño real en el IVAM (la de verdad está expuesta ahora mismo en otra muestra de Sedira de París). También nos deja curiosear en su colección de bande dessinée de los años 90, década negra (1991-2001) en la historia de Argelia marcada por la Guerra Civil entre el estado y los grupos islamistas que llegó treinta años después de la guerra de independencia. Si algo bueno salió de aquello fue la utilización que la prensa, los intelectuales, los periodistas y los dibujantes hicieron del humor para exorcizar el horror en publicaciones como El-Menchar, una revista satírica (algo así como Le Canard enchaîné en Francia o El Jueves aquí) que caricaturiza sin pudor todo y a todos, hasta al mismísimo presidente Abdelaziz Bouteflika. Es una colección que nace del esfuerzo personal de Sedira por preservar la memoria de una Argelia muy poco interesada en archivar su pasado, ni como país independiente ni como colonia francesa. Las raíces africanas de la artista vuelven a emerger en fotografías de gran formato del interior de los silos de azúcar del puerto de Marsella que remiten a la esclavitud, si tenemos en cuenta cuáles son los países implicados en la recolección de la caña de azúcar (África y Latinoamérica) y cuales en el consumo del azúcar ya procesado (Occidente). Una ruta macabra que, con otra forma, más presentable, perpetúa la explotación. S.M.

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