Visiones expandidas

HASTA EL DOMINGO 1/9
CAIXAFORUM. Eduardo Primo Yúfera, 1A

El invento de la fotografía permitió capturar una parcela de la realidad de forma fiel (también subjetiva, ojo) provocando un cambio de paradigma en disciplinas como la pintura, que llevaba cinco siglos tratando de imitar la realidad. Dejó de intentarlo, entre otras cosas, porque fotografía lo hacía mucho mejor, pero esta también acabó abdicando cansada de reproducir el mundo con fidelidad. Tanto la fotografía analógica (por su base química), como la digital, son medios muy maleables que dan pie a introducir alteraciones de toda clase y eso se propusieron los artistas del siglo XX utilizando y creando instrumentos que alejaban sus obras de la plasmación perfecta de la realidad. Superado el impacto inicial del nuevo invento, ¿qué gracia tenía reproducir la realidad tal cual? De eso va Visiones expandidas, de contarnos la historia no convencional de la fotografía desde principios del siglo XX hasta la actualidad siguiendo un eje temático, no cronológico. Lo hace de la mano de la institución que custodia uno los fondos de fotografía más importantes de Europa, el Centro Pompidou, socio prioritario de CaixaForum desde que en 2019 firmaran una alianza para organizar contenidos conjuntamente. Esta exposición muestra formas de inventar de la fotografía que han surgido en paralelo a los avances en los procesos químicos y técnicos que se iban produciendo. Entendida como la herramienta contemporánea por excelencia, experimentaron con ella los dadaístas, los surrealistas y los constructivistas a principios del siglo XX porque encarnaba la libertad de acción y pensamiento, los que vendrían después diluyeron las fronteras entre las diferentes disciplinas artísticas y los de hoy, digitales, cruzan horizontes creativos nunca vistos e invitan a pasar a la Inteligencia Artificial. Pero no hay que llevarse las manos a la cabeza, decía la comisaria de la muestra Julie Jones en la presentación, el trucaje de las imágenes existe desde el siglo XX, igual que el debate sobre su autenticidad.

El primer apartado de la muestra va dedicado a las experimentaciones con la luz. Artistas de vanguardia como Man Ray, Lee Miller o Maurice Tobard extendieron el uso de la técnica del fotograma, que era una fotografía obtenida sin cámara, por el contacto directo de los objetos con el papel fotosensible, y jugaron con la fuerza evocadora de la imagen en negativo. El segundo apartado está dedicado al movimiento, que pudo ser capturado gracias a cámaras fotográficas más manejables y emulsiones cada vez más sensibles, para deleite de artistas fascinados por el movimiento como los futuristas. En CaixaForum tenemos el ejemplo del suizo Gérard Ifert, que creó dibujos de luz desplazando sobre papel fotosensible un péndulo luminoso que generaba formas geométricas abstractas, casi matemáticas. Los artistas también modificaron la fotografía directamente, le aplicaron colores y resinas, la cortaron con bisturí o la quemaron, cada uno siguiendo su propia receta secreta para mantener el misterio. Están integrados en la sección Alteraciones, donde encontramos a Roger Parry, al italiano Paolo Gioli, quien transfirió imágenes de Polaroid a sedas delicadas para homenajear a pioneros de la fotografía como Nicéphore Niépce. Otro apartado, La visión a prueba, se centra en aquellos fotógrafos que toman prestada tecnología científica o militar como el microscopio, la radiografía, el telescopio, la panorámica o los infrarrojos para llevarla a su terreno. Hete aquí Étincelle électrique directe (1885) de Étienne Léopold Trouvelot, la fotografía más antigua en la colección del Centre Pompidou, una imagen (obtenida sin cámara) del rastro que deja la chispa de un cortocircuito sobre la superficie de sales de plata de la placa fotográfica. Termina la exposición con imágenes que deforman la realidad con sobreimpresiones sobre un mismo negativo, combinación de diferentes negativos, recortes de diferentes imágenes para crear collages o modificaciones digitales de la toma, muchas veces con la intención de hacer crítica social o política. Aquí aparece el primer y único valenciano de la exposición, Josep Renau, con su collage Societat de consum, junto a artistas de la talla de Jean-Paul Goude, que a finales de los años setenta empezó a recortar y recomponer con cinta adhesiva los cuerpos de las modelos que fotografiaba, como el de su mujer Grace Jones. O el húngaro Brassaï, que a partir de los años treinta se dedicó a documentar los grafitis urbanos; signos, rostros, líneas, animales y máscaras que poblaban los muros de las ciudades que visitaba. Con recortes de estas fotografías creó grandes fotomontajes como Nocturne, concebido como un esbozo para la elaboración de un tapiz. Es una de las noventa obras de autores como Lászlo Moholy-Nagy, Barbara Kruger, Aleksandr Ródchenko, Constantin Brâncuși, André Breton, Raoul Hausmann o Kurt Schwitters que CaixaForum y el Centre Pompidou suben a escena para recorrer la experimentación fotográfica desde principios del siglo XX hasta nuestros días. S.M.

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