La plataforma Madrid Es Teatro dispone de un apartado que contiene un buen surtido de obras online que podemos ver desde casa mientras la actividad escénica sigue paralizada. Hay mucho Teatro del Barrio, que produce esta pieza de la que os hablamos con el estilo particular de Alberto San Juan, un dramaturgo que con las canas se ha especializado en teatro político que destripa las miserias del estado español. Son obras plagadas de referencias históricas y acontecimientos políticos que hacen inevitable que los personajes, adoptando la función de la voz en off, contextualicen la escena que vamos a ver para que se entienda en todos sus matices. Mundo obrero nos habla precisamente de eso, de cómo se fraguó la lucha obrera a finales del siglo XIX y se fue diluyendo como un azucarillo al tiempo que la clase proletaria fue migrando del campo a la ciudad, empezó a soñar con tener un piso en propiedad y ya no quiso meterse en problemas. Es decir, cuando el proletario se convirtió en propietario. Arranca esta historia con la extensión de la educación pública que posibilitó que los hijos del proletariado se instruyeran, adquirieran conciencia de clase, tomaran las calles y lucharan por sus derechos para poder ascender en la escala asocial. “La revolución está siempre preparada, asoma a la calle todos los días”. A partir de ahí, vendrían la Semana Trágica de Barcelona de 1909, la huelga general revolucionaria de 1917, la ocupación de fincas de jornaleros extremeños en 1936 y la Guerra Civil que acabó ganando el fascismo para poner fin a tres décadas de ofensiva obrera. Todo acabó cuando dejamos de luchar por la clase obrera y empezamos a querer salir de ella para formar parte de la engañosa clase media. Mundo obrero es una clase de historia magistral, tierna y dramática, salpicada de humor amargo e hilvanada por las canciones de Santiago Auserón. Redonda. S.M.
Cucaracha con paisaje de fondo
VIERNES 29/11, 20.30H. 22/27€
La trama se desarrolla en un balneario para mujeres estériles que recibe la visita de un indeseable dispuesto a trastocar la calma propia del lugar.