La cuestión del machismo me interesa mucho, más concretamente la del machismo invisible

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El escritor, periodista y especialista en comunicación Daniel Ruiz (Sevilla, 1976) ha publicado recientemente El calentamiento global (Tusquets) por el que le preguntamos. Su primera novela, Chatarra, obtuvo el Premio de Novela Corta de la Universidad Politécnica de Madrid y, years later, inspiró un corto cinematográfico preseleccionado para los Oscar en 2006. Le siguieron cinco novelas, que le han valido reconocimientos como el V Premio de Novela Corta Villa de Oria o el Premio Onuba de Novela. Sus obras más recientes son las novelas Todo está bien (2015) y La gran ola (2016, XII Premio Tusquets Editores de Novela). GINÉS J. VERA.

Empecemos por el principio, el título de esta novela se antoja una especie de guiño irónico a que ‘la cosa’ se calienta; no solo el planeta, en la trama las historias convergentes van tomando calor como en un guiso con un caldillo al estilo de un arroz mediterráneo… socarrat incluido. ¿He acertado?
Absolutamente. Es un “gran calentón”. Que comienza en mi “gran calentón” como ciudadano, que después se transforma en un “gran calentón” como escritor. Escribo siempre contra algo, por un principio reactivo, y eso acaba adquiriendo siempre la forma de un gran desahogo. Aquí es un desahogo explícito, formulado en el propio título del libro.

Nos encontramos con una buena jauría de personajes, algunos más castizos que otros, entrañables y justo lo contrario por momentos. Una historia de amor también palpita, con lo que no me resisto a preguntarle por el papel de los varones y las féminas en esta novela; y, si se anima, a que nos hable de ese neofeminismo que cabalga últimamente en nuestra sociedad casi como la RSC en las empresas.
La cuestión del machismo me interesa mucho, más concretamente la del machismo invisible que cala en las conciencias de las propias mujeres sin que éstas sean del todo conscientes. Es lo que ocurre con una de las personajes del libro y su vida sentimental: ha llegado a asumir con naturalidad posiciones de dominio y maltrato, de manera que no sabe enfrentarse a las relaciones de pareja de otro modo. Otro de los personajes, Berta, es una ciberactivista que ha salido parcialmente del armario, y que intenta huir del yugo masculino, sin mucha suerte. Sobrevivir en un mundo de hombres, hecho por hombres, es complicado. Creo que el machismo está absolutamente adherido a nuestra vida cotidiana, y se vuelve todavía más presente en las relaciones extremas de poder.

En un momento de la novela se comenta que varios trabajadores de Oilgas le piden al director de la planta y a Carlos Soto, al del sindicato, que hagan ‘lo máximo’ ante la situación generada. El problema era saber qué era lo máximo según las distintas expectativas de cada una de las partes. Uno esto con el papel de los sindicatos en este país y, más concretamente, en estos tiempos de crisis (de la que ya hemos salido, según cacarean algunos). Coméntenos qué opina de ese papel de los sindicatos patrios dentro y fuera de la novela.
En la novela se retrata el caso de un sindicato vertical, de clase, amarillo. Sindicatos creados por las propias empresas, mucho más amables en relación con las reivindicaciones laborales, siempre complacientes, siempre dóciles. Esto no es un invento, tiene muchísimos años, herencia del franquismo, y que se ha mantenido en muchos casos durante la democracia. Una fórmula para mantener la paz social que sigue sorprendentemente vigente en muchas empresas. Aunque la tendencia ahora es claramente otra: la de empresas construidas a base de trabajadores que son falsos autónomos, y que tienen una relación no laboral sino mercantil con quienes les pagan, que viven totalmente liberados de los fastidiosos compromisos sociales con el trabajador. Economía líquida, que diría Bauman.

No sé si con esta novela busca una profunda -o leve- reflexión sobre el éxito a través de unos personajes en los a pesar de lo aborrecible o miserable que parezca, sobre que quien más quien menos tenemos un punto de bondad… acaso haciendo valer aquello del célebre filósofo ginebrino de que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe. Amén.
Creo que no hay ningún personaje en El calentamiento global que sea feliz, y que tenga verdadero éxito. Todos están atravesados, a distintos niveles, por el drama y la miseria. Porque todos tienen una cuota de suciedad en su espíritu, son por lo general bastante miserables. Al mismo tiempo, todos provocan lástima. En realidad es lo que pienso un poco de las personas. Todos provocamos lástima, empezando por mí. No hay buenos y malos, todo depende de las circunstancias. Y cuando las circunstancias son difíciles, tendemos a la depredación.

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