Museu

El pasado mes desentrañamos los secretos de una calle Roteros que serpentea por el centro de la ciudad dejando a su paso innumerables rincones de parada obligatoria. El paseo se nos quedó corto, dimos unos pasos más y nos encontramos con la plaza del Carmen. Nos deslumbra la belleza de la Iglesia de la Santísima Cruz, más conocida como la Iglesia del Carmen, pues posee una de las mejores fachadas-retablo manierista de toda la ciudad. La deliciosa parroquia (que bien merece una visita a su interior) es la antesala perfecta de la pequeña calle Museu, breve pero intensa, pues en un corto tramo mezcla arte, historia y gastronomía. Como no nos podemos callar, desvelaremos las delicias de esta vía, que regala a Valencia un centro cultural de referencia, un precioso palacio, una curiosa galería de arte urbano y un pincho de tortilla que quita el sentido.

CCCC Centre del Carme
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Estrenando la calle Museo se yergue, imponente, el CCCC Centre del Carme. El monasterio que da nombre al barrio lo empezó a construir la Orden del Carmen en el siglo XIII y fue creciendo, encajando las piezas del puzle para mayor gloria de la ciudad: los dos claustros (uno gótico y otro renacentista), las capillas, una iglesia, el campanario…  Ha tenido distintos usos a lo largo de su historia, albergó las aulas de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, custodió piezas del Museo del Prado para protegerlas de los bombardeos que sufría Madrid en plena Guerra Civil y ha funcionado como subsede del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Hoy, el Centre del Carme es espacio museístico, sede del Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana y uno de los centros culturales con más movimiento de València. Es más, encabeza el ranking valenciano del Observatorio de la Cultura en España en 2020 que elabora la Fundación Contemporánea, por delante de pesos pesados como el IVAM o Bombas Gens. El vuelco que ha dado el centro en los últimos años es evidente. La institución no tenía un perfil definido y con la llegada en 2016 de su nuevo director, José Luis Pérez Pont (que acaba de ser renovado para dirigir la institución cinco años más), reorientó su línea programática hacia el arte contemporáneo, mimando especialmente los discursos ecologistas, feministas, y aquellos relacionados con la memoria histórica. En su salas —antiguas estancias del monasterio (el refectorio, el dormitorio…)—, han expuesto en la última etapa artistas de renombre como Fuencisla Francés, Eusebio Sempere, Shadi Ghadirian, Martin Parr, Inma Femenía, Okuda, Edel Rodríguez, Pichiavo, Carlos Pérez, Escif, Teresa Ortega, Maribel Domènech o Vinz Feel Free. Y no solo por sus exposiciones es atractivo el Centre del Carme, se ha convertido en un gran contenedor de otras iniciativas que han germinado en la ciudad y han encontrado en sus claustros el lugar perfecto para desarrollarse. Hablamos, por ejemplo, del festival de poesía escénica Vociferio, del ciclo de danza Bucles, el festival de teatro Russafa Escénica, de la feria del libro ilustrado Baba Kamo, o los festivales de música y cine como Ensems y Cinema Jove. Esto, en cuanto a los gordos, pero muchas pequeñas iniciativas también han recibido el respaldo para celebrar ahí sus saraos, como la muestra PamPam! que promovía el talento de jóvenes artistas valencianos, el festival de autoedición Tenderete, la fiesta del proyecto Tasta’l d’Ací, dedicado a poner en valor la gastronomía valenciana o el Golem Fest dedicado a los géneros de fantasía, terror y ciencia ficción. Su papel de esponja deriva de uno de los grandes empeños de la nueva dirección del centro: abrirse a toda la ciudadanía, cuestionar la división entre alta y baja cultura y dejarse de elitismos. Siempre es un buen plan pasar por el Centre del Carme, encontrarás una exposición interesante, un concierto, un taller infantil, cuentacuentos o el placer de pasear por un edificio con mucha historia.

Palau de Forcalló
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Actual sede del Consell Valencià de Cultura, el Palacio de Forcalló es una residencia señorial construida en 1864 que, tras una fachada modesta, esconde un delicioso jardín en su interior. De tradición clásica y mediterránea, este patio repleto de casuarinas, moreras y naranjos, está formado por cuatro calles en forma cruz, que quedan unidas en el centro por una pequeña fuente o estanque de planta octogonal. En las acequias adosadas a los lados descansan los laureles y naranjos enanos, que dan al conjunto un aire fresco y apacible que rememora los jardines árabes, los jardines valencianos de otros tiempos. El palacio se puede visitar, así como otros edificios emblemáticos y públicos, a través del programa Palaus transparents. Podéis ver los horarios en la app GVA Palaus.

Caos Community
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Para volver a la modernidad entramos en Caos Community, una tienda de todo menos común. En este templo del street art las obras de los mejores artistas urbanos del panorama nacional e internacional se plasman en camisetas y sudaderas de algodón orgánico o decoran sus paredes en forma de lienzos, dibujos o prints. Una impactante calavera del chileno Otto Schade y el rosto del asombrado Dalí de Asier Vera nos miran desde la pared del fondo, justo detrás de la curiosa colección de art toys, donde los futuristas robots de Xelon conviven con los Mickeys de Luaiso López o las criaturas fantásticas de Mone Uzi. Zapatos, gorros, sprays, mochilas o bolsas completan una oferta para todos los bolsillos. Pasear por esta tienda es toda una experiencia, y más cuando Jon, el creador de esta comunidad, nos asesora derrochando entusiasmo y amor por este arte tan particular y no siempre respetado, al que rinde homenaje este espacio único en Valencia.

Café Museu
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Este es uno de esos locales que se nota que ha vivido. Nació siendo el bar de la escuela de Bellas Artes (cuando la escuela era lo que ahora es el Centre del Carme), siempre a rebosar de estudiantes, entusiasmo y proyectos artísticos. Creció y se convirtió en El Racó, un conocido bar punk de la época de mayor esplendor del barrio de Carmen, animado y visitado por punks y antifranquistas. Ya en su madurez, hace unos quince años, se convirtió en lo que ahora es: un precioso bar con interior abovedado y terraza encantadora que ofrece una tortilla de patata de infarto y la mejor paellita de domingo. Ha cambiado mucho en todos estos años, pero su esencia permanece. Y es que, en sus mesas se sigue hablando de arte, pues a la clientela fiel, formada por gente inquieta, se suman los visitantes del Centre del Carme, los turistas ilustrados, y todo aquel que se ha enamorado del barrio y de esté irrepetible café.

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