La Reina

La larguísima y variopinta calle de la Reina recorre el centro de Poblats Marítims de norte a sur, atravesando de punta a punta el barrio de el Cabanyal-Canyamelar. En ella encontramos algunos de los edificios más curiosos del barrio, los más altos y señoriales en algunos tramos, y preciosas casas modernistas de tan solo dos plantas con fachadas coloridas, en otros. En el extremo donde habitan sus primeros números olemos el mar, vemos el puerto y el bonito paseo de La Marina. Ya al final, besamos el vecino barrio de la malvarrosa. En sus calles los paseantes abundan, gente que no está de paso, gente que vive en el barrio, que visita los muchos comercios que hemos de descubrir en una de las vías más animadas de un barrio que se ha puesto de moda después de mucho sufrimiento y lucha, con el que no han podido ni la guerra, ni la riuà, ni los gobiernos que han querido destrozarlo. Conozcamos el Cabanyal-Canyamelar en todo su esplendor, descubramos todo lo que se esconde detrás de esas preciosas y peculiares fachadas de principios de siglo XX que tienen un encanto propio e irrepetible.

El Palacio del Bebé
— Reina, 54
Qué sorpresa es entrar a El Palacio del bebé y darte cuenta de que tienen absolutamente todo lo que puedes necesitar para tus criaturas, sin que tengas ninguna necesidad de acudir a un centro comercial: ropa, artículos de baño, carritos, tronas, mochilas portabebés, chupetes, biberones, juguetes… Piensan en todo, y es que los sesenta y tres años de experiencia se notan. Todo empezó con la compra de un pequeño bajo para el taller de niquelado del padre del actual propietario. Un comerciante le dejó un carrito de bebé en el escaparate por si su mujer podía venderlo, y en muy poco tiempo lo vendió, así que pidieron más género y se dieron cuenta de que la cosa funcionaba. Fueron ampliando el local hasta el punto de vivir en la parte de atrás, como solía hacerse antes. Actualmente disponen de un bajo enorme repleto de productos de las mejores marcas y de un nombre muy conocido y bien merecido en el barrio.

Viva Napoli 
— Reina, 60
Esta pizzería napolitana es famosa por sus pizzas al horno de leña de un metro de longitud, sí, sí, habéis leído bien, un metro. Son tan impresionantes como deliciosas y pueden reunir hasta tres sabores diferentes. Por supuesto, también hay tamaños más pequeños, medio metro o la pizza redonda de toda la vida, no os asustéis. Sus propietarios, Giuseppe y Simona, napolitanos de pura cepa, recomiendan sin dudarlo la Vesubio (con tomate, mozzarella, jamón york, salami, ricotta y pimienta negra) o la Tartufo (con prosciutto crudo, mozzarella, ricota y salsa de trufa), aunque también encontramos las opciones más clásicas. Todo en su interior nos traslada a Nápoles: el precioso retrato del dramaturgo Eduardo de Filippo, la foto del actor Totò, o las muchas imágenes de monumentos y paisajes napolitanos. Todo un viaje.

Cabanyart
— Reina, 66
Isabel heredó la casa de sus bisabuelos, una verdadera joya arquitectónica, y la ha trasformado en una escuela de dibujo, pintura y cerámica acogida maravillosamente por los habitantes del barrio hace ya cinco años. Isabel tiene como alumnos a nietos y bisnietos de conocidos de sus abuelos y padres, que acuden todas las semanas a este espacio inspirador a aprender sobre historia del arte, arqueología, técnicas pictóricas o modelado en barro. Pero no solo niños llenan esta preciosa academia: empezó en poco tiempo a crecer la demanda de clases semanales para adultos, así que ahora Isabel enseña también dibujo, pintura y cerámica a grandes, donde la atención es muy personalizada y cada uno aprende a su ritmo y en función de sus gustos o intereses. Los cursos están llenos, pero hay lista de espera para toda persona que quiera dar rienda suelta a su arte en un entorno privilegiado.

Helados Venecia
— Reina, 71
Nos encontramos frente a la primera heladería del Cabanyal, que abrió sus puertas en 1930, ahí es nada. Rubén, el actual propietario, es ya la tercera generación de la familia que regenta el negocio, y nos cuenta que fue su abuela quien lo adquirió del italiano que lo fundó, para el que ella trabajaba y de quien aprendió el arte de los famosos helados italianos. Más de noventa años más tarde, Rubén y su familia continúan elaborando los helados y la horchata de forma artesanal y con productos naturales. Todo ha cambiado mucho desde los inicios del negocio, la oferta se ha multiplicado desde entonces: de los tres sabores que antes se vendían (chocolate, vainilla y tutti fruti) ahora vemos más de veinte, entre los que destacan novedades como el de Ferrero Rocher o Kinder Bueno, modernidades que antes ni se podían imaginar. Pero hace muchos años que los clásicos no cambian: todo el barrio acude para llevarse a casa su horchata, su leche merengada o sus granizados de limón o naranja.

Biblioteca Municipal Casa de La Reina
— Reina, 85
Casi todas las edificaciones eran barracas en el Cabanyal cuando Bernabé Dombón mandó construir la actual Biblioteca Municipal Casa de la Reina en 1862. Por supuesto, por entonces no se concibió como un edificio público, sino como la vivienda de este curioso personaje, un inventor o constructor de máquinas que ideó un aparato volador en este mismo edificio, o eso decía él, pues nadie llegó nunca a ver dicho invento. Volviendo al edificio, parece que es por ser anterior al resto de construcciones de la zona que su fachada es tan particular, de un estilo ecléctico en boga en la época, neo-renacentista o clasicista isabelino: llaman la atención los cinco arcos de medio punto en cada uno de los dos pisos y la rica ornamentación con motivos vegetales y animales. Su interior es igualmente delicioso, con un pequeño y precioso patio con una fuente circular de piedra, techos alto y vigas de madera. Actualmente la construcción alberga una biblioteca activa que, además de tener servicio de préstamos de libros, acoge todo tipo de actividades culturales como exposiciones, obras de teatro, actuaciones musicales, talleres, presentaciones de libros y actividades infantiles.

La Batisfera
— Reina, 167
Este espacio bicéfalo aúna dos proyectos en un mismo lugar: una encantadora librería internacional, con libros nuevos y de segunda mano, y una cafetería con amplia selección de cervezas, vinos y platitos por descubrir. Empecemos por la librería, que es realmente nuestra debilidad: en sus estantes podemos encontrar verdaderas joyas de segunda mano en perfecto estado, ejemplares en castellano, inglés, francés, italiano, portugués… Poco bestseller y mucha editorial independiente, pequeña pero deliciosa sección infantil con títulos escogidos con gusto, novedades curiosas y diferentes para lectores atrevidos y una nueva sección (se estrena este mes) de literatura lationoamericana que morimos por conocer, con ejemplares importados desde Argentina que raramente encontraremos en ningún otro lugar de la ciudad. En el ambiente se respira amor por la palabra escrita, y es que sus propietarios eligen los títulos que más les gustan, recomendándolos con una pasión que se contagia. Inquietos por naturaleza, han montado un club de lectura presencial y otro radiofónico en colaboración con Radio Malva, así como un programa de suscripciones infantil y adulto que está por desvelar. Intrigadas estamos. Los chicos que regentan el bar no son menos activos, en absoluto. Los conoceréis porque también llevan el Ubik Café, uno de los clásicos del barrio de Russafa. La Batisfera es uno de los bares más movidos del Cabanyal, con conciertos semanales (cada viernes), catas de cervezas y vinos de la terreta y de más eventos que se mostrarán en todo su esplendor cuando acabe esta época difícil. Nos cuentan que el local (al que se accede por la calle Carlos Ros, 32) era, cuando lo encontraron, una vivienda, con habitaciones minúsculas sin ventanas y altillos de madera. Aprovecharon la madera para fabricar ellos mismos la barra y la tarima del escenario donde se realizan los conciertos, así como material encontrados en la calle que reutilizaron con mucho arte. Su oferta gastronómica es variada y apetecible, con una amplia sección de platos de pescado, entre los que destaca la sepia sucia del cabanyal, deliciosos platos veganos como los nachos, las albóndigas de jackfruit o la tortilla vegana con harina de garbanzo, y algunos platos de carne como la hamburguesa bio. Su agradable terraza se llena cada día con gente el barrio y turistas que siempre repiten, por algo será.

Taska La Reina
—Reina, 173
Nos detenemos admiradas ante una preciosa casa de fachada modernista, en la que los mosaicos forman flores y coloridos pájaros. La vecina de arriba nos cuenta que su construcción rondará el 1920 y que la llamaban “La casa de les nines”, pues era tan bonita que parecía una casita hecha para las figuritas que tallaban en madera los marineros. En la parte baja, tras descender unos escalones, encontramos la Taska La Reina, restaurante especializado en arroces, mariscos y pescados. Es uno de los pocos lugares donde sirven el arroz en llauna, esa bandeja de metal donde se preparan muchas recetas tradicionales valencianas: aquí podremos elegir entre el arròs del senyoret o la fideuá de rodaballo. Los melosos más destacados son el de bogavante y cangrejo azul, y las tapas que no podemos dejar de pedir son las croquetas de chipirón en su tinta, la coca de titaina tan típica del barrio y el tartar de atún rojo de Balfegó. Cierto es que los precios son más elevados que en otros locales del Cabanyal, muy conocido por sus precios populares, pero es que la oferta lo merece, sin duda.

El drac del Cabanyal
—Reina, 191
El drac del Cabanyal no es una tienda al uso, es el taller donde trabajan Eva y José, que permanece abierto al público, pero no en un horario comercial fijo. Por suerte, hoy les encontramos allí, y al entrar nos invade la fantasía: libros con dragones modelados en masilla, cuyos ojos coloridos de cristal nos miran fijamente, plumas estilográficas, bisutería estilo fantasía, cajitas, colgantes que esconden una memoria usb, lámparas, varitas mágicas… Estos objetos de película los fabrica José, especialista en modelado. Eva, por su parte, es encuadernadora, y quedamos maravilladas ante sus libros en blanco con portadas variadas: algunas en madera o cuero para fotos de boda, por ejemplo, o en tela de Damasco para falleras; otros muestran fachadas del Cabanyal o los azulejos típicos de las casas del barrio. Eva también fabrica lámparas, postales de madera, posavasos, imanes de nevera. Entre las curiosidades más impactantes encontramos la serie Bitxos i capritxos, en la que les clòtxines valencianes cobran vida cuando les añaden a su concha un ojo y las tellinas se convierten en mariposas. Pero, sin duda, nuestro mayor descubrimiento es la varita de sastre, algo que nunca habíamos visto antes y estamos seguras de que quienes nos leéis tampoco, pero no podemos contar nada, lo hemos prometido, así que tendréis que pasar por allí para averiguarlo.

Cienfuegos
—Reina, 180
La brasa es la reina de Cienfuegos, es la única que toca la mejor carne, el pescado más fresco o las verduras de temporada que se sirven en este pequeño y encantador rincón del Cabanyal, con carta corta pero exquisita. Entre sus propuestas encontramos el chuletón de León, solomillo de Brasil, wagyu de Japón, black angus de Uruguay y pescados de la lonja de Valencia, acompañados por los mejores vinos españoles, franceses o argentinos. Los platos fuertes son impresionantes, pero no podemos olvidar unos entrantes sencillos y deliciosos como el croquetón de queso Idiazabal, las patatas al plomo con salsa chipotle o el esgarraet de perdiz. Como en esta casa son unos apasionados del buen comer y el buen beber, ahora proponen catas maridaje dos jueves al mes, con pescados, quesos, carnes e, incluso, gastronomía japonesa.

Mestiza
—Reina, 186
El Cabanyal es un barrio pescador, con recetas tradicionales que encontramos en numerosos bares y restaurantes, pero hasta la llegada de Mestiza el barrio clamaba por algo distinto: un vegano en el Cabanyal venía siendo ya necesario, dada la alta demanda de cocina rica y 100% plant based. Y fue aquí, en la calle de la Reina, concretamente en el bar antes conocido como 27 amigos, donde esta Mestiza exótica y sugerente se estableció y desplegó todo su atrevimiento con los tacos de jackfruit, las albóndigas de soja texturizada, las gyozas de col lombarda, shiitakes y anacardos y con muchas otras recetas tan sabrosas que consiguen que ni el comensal más carnívoro eche en falta la carne. Si, además, acompañamos sus platos con cualquiera de sus vinos ecológicos, biodinámicos y naturales la experiencia es completa. El local en si tiene un encanto especial, con mesas repartidas en un ambiente informal, suelos que combinan mosaicos antiguos con cemento, arcos en el techo, plantas, muy buen rollo, y una esquina reservada a los instrumentos de los grupos de jazz que cada domingo a las 17.30h. animan uno de los locales de visita obligada en el barrio.

La bodeguita de Nerea
—Reina, 217
En este pequeño bar de terracita más que agradable tenemos que hacer una parada. Nos han hablado de las bravas de La bodeguita de Nerea, famosas porque están riquísimas y por su presentación, servidas sobre una teja con mucho encanto. También se conoce su sepia sucia, sus calamares a la andaluza, su pulpo a la brasa y, para las que nos encanta el arroz, preparan paella, arroz negro o de bogavante. Cocina mediterránea casera, sencilla pero rica, servida por gente agradable en un ambiente familiar.

Mamma mia gourmet
—Reina, 276
Hace tan solo dos meses que Denise, una simpatiquísima italiana, decidió abrir las puertas de esta pequeña tienda de productos gourmet. Nos explica que la mayoría de los productos que vende se los traen de Italia, como la pasta fresca, el embutido, los quesos, conservas de tomate italiano o galletas. Ella es una apasionada de la gastronomía y eso se nota, pues, pese a que la tienda ofrece sobe todo delicias de la vecina Italia, tampoco deja de lado lo mejor de Francia —foie gras, licores, dulces— para los que tiene reservada una vitrina especial. Y, como ha pensado en todo, dispone de una línea de productos saludables, bio y sin gluten. Gracias a su encanto personal se ha ganado ya clientes fieles en el barrio, así que no podemos más que desearle una larga trayectoria a Mamma mia gourmet.

Bodega La Pascuala
—Dr. Lluch, 299
Ni brunch ni lunch; esmorçaret! El lema de la mítica bodega La Pascuala lo dice todo. Aquí no hay tonterías que valgan, aquí hay bocadillos XXL, encurtidos, cacaos y cremaet, y pare usted de contar. Desde 1921, esta bodega es un lugar de peregrinación a la hora del almuerzo y se comprende porque en ningún sitio se sirven esos bocadillos de una barra de pan completa llenos a rebosar, solo aptos para estómagos atrevidos. La Pascuala no siempre ha estado ubicada en la calle de la Reina, sino que posiblemente conocierais su local en Eugenia Viñes, antigua sede de la Liga Marítima de Pescadores. Fueron Pascuala Viva Silvestre y su marido, dueños de un pequeño merendero de la playa, quienes tomaron las riendas de la bodega, que se convertiría en lo que hoy es, por el buen hacer y el don de gentes de su dueña, de la que tomó el nombre. Más de un siglo después, el negocio continúa en otro lugar y regentado por otras personas, pero sin perder su esencia, sin dejar de ser lo que siempre ha sido: el templo del esmorçaret valencià.

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