Ya empieza el calor y el cuerpo nos pide playa. Es por esto que hoy nos desplazamos a La Patacona, para investigar una zona que durante muchos años no ha tenido movimiento más que en los meses de calor, quedándose en invierno aletargada y tranquila, pisada solo por los vecinos que allí habitan. Por supuesto, al ser zona de playa, sigue siendo un reclamo en los meses de verano, pero su oferta ha aumentado tanto en poco tiempo que cualquier día del año nos puede parecer una buena opción acercarnos a sus dominios. Empezaremos nuestro paseo al final de la Malvarrosa, donde se ubica la Casa-Museo Blasco Ibáñez, visitaremos la Ermita de Vera, que linda con la Malvarrosa y la Patacona, aunque mire a la huerta, y continuaremos por un paseo de playa en el que huele a paella de leña, a clòtxina valenciana, a galettes, a tartas y licuados de frutas, desde donde se ven chiringuitos playeros y zonas para el deporte. Continuamos nuestro paseo playero bajo un sol de justicia. Menos mal que tenemos a nuestra disposición buenos restaurantes donde reponer fuerzas, un chiringuito para tomar algo fresquito, un lugar que ofrece toda la cultura y la música que podemos soñar, clases de surf por si nos animamos y la mejor horchata natural ecológica. Bienvenidas, bienvenidos, a una playa con mucha vida a la que, como veis, no le faltan buenas opciones. Poneos crema protectora y gafas de sol, ¡que allá vamos!
Casa-Museo De Blasco Ibáñez
— Isabel de Villena, 159
Al observar esta maravillosa casa no podemos dejar de pensar que Blasco Ibáñez no debió de vivir mal aquí. Este precioso chalet a las faldas de la playa de la Malvarrosa se ha convertido hoy día en casa-museo y alberga sus recuerdos, objetos personales y obras literarias. Construida a principios del siglo pasado, la casa consta de tres plantas (salón de actos, museo y centro de investigación) y un amplio jardín, así como de una deliciosa terraza desde donde unas cariátides observan el mar. Al recorrer su interior encontramos retratos y esculturas de Blasco Ibáñez, de su esposa, hijos y otros familiares, así como preciosos muebles, porcelanas valiosas, miniaturas, colecciones de grabados, documentos, fotografías y objetos entrañables como juegos de tocador, bolsas de mano de fiesta o abanicos de la esposa y la hija de Blasco. Resultan especialmente interesantes los recuerdos de los numerosísimos viajes realizados por el incansable viajero que era Blasco Ibáñez a casi todos los países del mundo, en un momento en el que no existían los vuelos low cost, cuando casi nadie viajaba por placer. Muchas valencianas y valencianos desconocerán la existencia de esta casa-museo, así que no podemos más que recomendarla para acercarnos a la figura de este escritor, periodista y político valenciano que tanto influyó en su tiempo.
La Ermita de Vera
— Iglesia de Vera, 16
Enclavada en la Partida de Vera, por donde pasa la acequia de Vera, lindando con la Malvarrosa, La Patacona y frente a la huerta, se alza la modesta Ermita de Vera. El actual templo es del siglo XVIII y su influencia es barroca, aunque su origen se remonte al siglo XV. Mucho ha cambiado desde entonces este edificio, pues ahora mismo se encuentra restaurado y encalado totalmente de blanco. Pegadito a la ermita encontramos el Molino de Vera, con el que comparte un porche con cubierta. El conjunto fue adquirido por el Ayuntamiento de València en 1984 para iniciar la recuperación de ambos edificios, de la que se encargaron la Universidad Politécnica, el consitorio y la Conselleria de Agricultura. Ahora encontramos la estampa insólita de ermita y molino presidiendo un agradable parque, donde niñas y niños juegan por las tardes. Celebraciones como la fiesta de Sant Antoni nos recuerdan el pasado de edificios como este, donde continua el desfile de perros, conejos, tortugas y caballos para ser bendecidos al ritmo de tabals y dolçaines, mientras sus dueñas y dueños ven, al mismo tiempo, las autovías, las moles universitarias y los terrenos en los que los productos de huerta siguen creciendo.
Restaurante Llevant
— Passeig Marítim Patacona, 2
Este conocido restaurante fue fundado en 1907, en otro emplazamiento de la misma playa de la Patacona. En un primer momento se llamaba Casa Juanito, y era la señora Amparo quien hacía las paellas a leña. De ella aprendió su hija, la que cambió el nombre al actual de Restaurante Llevant, pero mantuvo los arroces a leña, marca de la casa. Ya van por la tercera generación de dueños y el público acude por lo mismo que a principios del siglo pasado: por esos arroces con el sabor incomparable que les otorga la leña, sus tapas mediterráneas (clótxina valenciana, tellinas, bravas, esgarraet…) y, sin duda, por las maravillosas vistas de la playa que ofrece su terraza. La atención quizás no sea la más amable o cercana, pero sus oferta culinaria y su incomparable enclave hacen del Restaurante Llevant un lugar de peregrinación obligatoria para visitantes extranjeros y locales.
La Girafe
— Mare Nostrum, 10
El mar arrastra cosas maravillosas… Una de ellas es La Girafe, un restaurante que ya existe en Francia y que sus dueños han querido traer a la costa valenciana. El lugar en sí es un placer para los sentidos: una antigua casa de la Patacona donde antes se guardaban los caballos, cuyo interior se ha transformado en un salón impresionante, con una furgoneta donde se ubica la cocina, techo de cañizo, antiguos carteles que rezan “Peluquería de señoras” o “Tabak Naja”, lámparas hechas con botellas de Ricard, o un sofá Chester que capta todas las atenciones. Pero, sin duda, la mejor parte se la llevan las dos terrazas, una con vistas al mar y la otra, interior, con sombra natural de árboles y plantas abundantes, una preciosa escultura de una jirafa y mobiliario reciclado y encantador. Su carta es variada: ofrece productos de mar con presentaciones cuidadas, unas ensaladas ricas y abundantes y burguers de esas que quitan el sentido. Pero, sin duda, son famosos por sus galettes, esos crepes de sarraceno con un sabor tan particular. Aquí, los más demandados son la gaelic, con salmón ahumado, miel, sésamo, queso de cabra, nata líquida, tomate cherry y semillas de calabazas, o la bergere, con champiñones, queso de cabra, bacón, nata líquida y cebollino.
La más bonita
— Passeig Marítim Patacona, 11
La reina de la Patacona es y siempre ha sido La más bonita. Abrió sus puertas azules hace ya diez años, mostrando en sus escaparates esas tartas inigualables, sus platos mediterráneos (falafel, croquetas, bravas, ensaladilla) con presentaciones siempre cuidadas, y ofreciendo, cuando nadie más lo hacía por la zona, desayunos y brunchs deliciosos con licuados, batidos y frappes acompañados de huevos revueltos con salmón y tostadas. Mantenien la cocina abierta todo el día desde las 8.30h. en adelante. Ahora, además del precioso local con dos terrazas en el que la gente hace cola a cualquier hora del día, abren por segundo año consecutivo el chiringuito en la playa que también lleva su nombre, así como El Palmeral, una zona a pie de playa que han cubierto con césped y que ofrecen de manera gratuita para clases de yoga, pilates o body balance, para charlas o actividades infantiles. Todo en este lugar esta mimado al dedillo, por algo el nombre… La verdad es que todo aquí es bonito.
Spaguetti & Blues
— Mare Nostrum, 34
Este bar-restaurante Spaguetti & Blues fue uno de los espacios que ya estaban abiertos cuando La Patacona aún no era una zona muy concurrida, cuando no había tantas opciones como hoy. Nació como un bar que fabricaba su propia cerveza, aunque eso acabó hace unos años y ahora lo que le distingue es un magnífico horno de leña a la vista de todos donde se cocinan deliciosas pizzas y carne a la brasa. A día de hoy es un buen lugar para picar algo o disfrutar de un cóctel al lado de la playa.
Casa Navarro
— Passeig Marítim de la Patacona, 13
Después del Llevant, el restaurante más antiguo de la zona es Casa Navarro, conocido en toda la ciudad por sus arroces y cocina mediterránea. Si damos un paseo por su interior vemos mucho azulejo valenciano, alguna fallera, un cuadro de un barco de vela latina, de una barraca, de una paella… Todo muy valenciano. Llaman la atención las fotos de personajes famosos que han visitado el local, pues no son pocos: el Gran Wyoming, Arturo Valls, y mil y un futbolistas. No es de extrañar, huele que alimenta y sus dos terrazas ofrecen unas vistas incomparables de la playa. Además, más de veintisiete arroces distintos se cuecen en unos fogones que no descansan, ya que preparan también pescados y mariscos frescos y verduras de la huerta valenciana, ofreciendo platos tradicionales impresionantes con vistas al mar.
Mediterranean surf
— Mare Nostrum, 7
En la playa de la Patacona nace una de las primeras escuelas de surf del Mediterráneo: Mediterranean Surf. El alma de esta iniciativa es Hugo, surfista desde los doce años, apasionado del deporte y las olas. Después de estudiar educación física, formase para ser instructor de surf y trabajar de ello en el norte del país, vio la necesidad de ofrecer clases en su ciudad natal, Valencia, para que nadie tuviera que marcharse a otras playas para poder aprender a surfear. Al proyecto se sumó Oscar, quien lo potenció, y juntos crearon esta escuela en 2011, que acoge a cientos de personas cada año y les transmite su pasión por este deporte. En invierno trabajan el padel surf o el surf skate, pues el mar no siempre regala las olas apropiadas para el surf. En verano trabajan el surf desde una perspectiva lúdica a través sus cursos, clases sueltas o su escuela de verano, donde ofrecen diferentes deportes náuticos, talleres, juegos y mucho contacto con el mar. Sin duda, marcan la diferencia porque son profesionales del deporte, además de apasionados: disponen de un plan de evolución académica que permite a muchas alumnas y alumnos convertirse en instructoras e instructores, y eso, sin duda, es motivo de gran orgullo para Hugo y Óscar. Para un descanso bien merecido, el alumnado puede coger fuerzas en Medi Surf Café, que se ubica dentro de las instalaciones de la escuela y ofrece desayunos sanos con fruta, cereales y tostas, así como comidas a base de deliciosos tacos o bocadillos.
Komba Educación
— Mare Nostrum, 7
Compartiendo espacio con Mediterranean Surf encontramos Komba Educación. Conocemos a Marta Castro, su creadora, que transmite toda la energía y el buen rollo que destilan las actividades de Komba. Tras acabar sus estudios en filología inglesa, Marta se ha dedicado a viajar alrededor del mundo durante trece años para estudiar y, más tarde, enseñar el inglés. De ahí nace la idea de crear Komba, una escuela que combina las clases de inglés con las actividades más variadas para peques: Komba se ocupa de las zonas de juegos para niñas y niños en muchos festivales, donde despliegan su mobiliario pikler y realizan talleres y pintacaras; ofrecen clases de teatro, inglés o artistic english (donde exploran distintas técnicas artísticas a través del inglés); pero, sin duda, su fuerte son las escuelas vacacionales de verano, Navidad y Pascua que organizan en La Casa de la Mar, enriquecidas siempre con contenido educativo, inglés y water games en verano. Su buen hacer no ha pasado desapercibido, lo que ha llevado a Marta y su equipo también a hacerse cargo de actividades de fin de semana tan interesantes como La Huertoteca en Sequer Lo Blanch, una zona de ocio dentro de este maravilloso espacio en la huerta de Alboraia, el Pony Club en Bétera, la Pianoteca en el Mumu’s Bar en el centro de la ciudad, o actividades divertidas y variadas en La Pinada Fun de Valterna.
La casa de la mar
— Vicente Blasco Ibáñez, 8 (Alboraia)
Ubicada en una nave de nueve metros de altura y mil doscientos metros cuadrados, a apenas cien metros de la playa, La casa de la mar se crea como un espacio para el ocio, la música, la gastronomía o el arte. Cada fin de semana un concierto interesante late al ritmo del mar, en un lugar incomparable que da cabida a artistas emergentes, donde siempre se cuece algo y cada vez más divertido. Desde 2018, cuando abrió sus puertas, La casa de la mar se ha convertido en un centro de referencia en la ciudad, un espacio multidisciplinar centrado en la música pero con nuevas propuestas e ideas interesantes para el público: podemos encontrar, desde clases de acroyoga, hasta torneos de petanca, el espacio da para mucho y sus dueños están abiertos a casi cualquier cosa. Además, como noticia de última hora, a este increíble espacio se ha unido otra empresa valenciana potente: la hamburguesería The Black Turtle, que llevará a partir de ya y en exclusiva el espacio gastronómico del lugar, así que podemos ver un concierto mientras degustamos una riquísima hamburguesa, compartimos unos nachos o unos aros de cebolla.
L’obrador del bou
— Mare Nostrum, 7
En L’obrador de bou elaboran todas sus recetas poniendo en valor su materia prima estrella: la chufa de Valencia ecológica. Fusionan la tradición y la innovación, pues cada año elaboran nuevas recetas que sorprenden, ya que la chufa no es solo horchata para ellos: con ella fabrican la fantástica ChufaCream, crema untable de chufa ecológica, y la horchata de chufa de Valencia concentrada ecológica, productos que podemos comprar también su web. Y es que se nota que esta empresa lleva años dedicándose a su pasión, pues desde 1946 la empresa familiar Chufas Bou se dedica al cultivo de la chufa de Valencia en sus campos de Alboraia, y es en 2013 cuando la horchatería abre sus puertas, convirtiéndose en la primera horchatería-heladería artesanal ecológica certificada por el Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad Valenciana. En su local en la Patacona podemos ver el obrador acristalado, donde elaboran la horchata y el resto de sus productos, así que, además de tomar la mejor horchata bien fresquita, la visita será toda una experiencia.
Mimar
— Mare Nostrum, 50
Apenas un par de meses de vida tiene este restaurante de alta cocina mediterránea llamado Mimar que cuenta con el chef Raúl Aleixandre, Premio Nacional de Gastronomía, en los fogones. Os ponemos en situación: localización privilegiada a veinte metros del mar, terraza de 750 metros cuadrados diseñada para disfrutarse durante todo el año, zona interior con reservados y una propuesta gastronómica basada en la mejor despensa del mar, con una espectacular oferta de arroces y una revisión contemporánea de platos marineros. En definitiva, cocina de alta gama con un punto contemporáneo en un enclave inigualable. Quizás no es un lugar para visitar todos los días, pero sí es una muy buena opción para una ocasión especial.
El ocho
— Passeig Marítim de la Patacona, 93
El chiringuito por excelencia de la playa de la Patacona es El Ocho, un verdadero chiringuito de playa donde solo vamos a disfrutar y relajarnos. Mesas en la arena, sombrillas de paja, tumbonas y una oferta de bocadillos, picoteo, cócteles y shakes, crean el combo perfecto para un día de relax y diversión. Los precios van acordes al lugar donde nos encontramos, pues no podemos encontrar precios populares al borde del mar, pero bueno, el paraíso es lo que tiene.