Desde la plaza del Carmen hasta la calle de Serranos se extiende Roteros, vía que dio nombre al Poblado de Roteros, el antecesor del barrio del Carmen que ahora conocemos. En este barrio junto al río se encontraban los rothorium o depósitos de agua para macerar lino o cáñamo que servían como fábricas de tejidos a los musulmanes y, más tarde, a los cristianos, y de ahí viene el nombre de la calle que ahora nos ocupa. Ahora sorteamos bicicletas y viandantes para encontrar la cerámica valenciana más auténtica, pequeñas y grandes maravillas en la tienda de la ilustradora Cecilia Plaza o el interesante Museo del Corpus Cristi. Mientras caminamos saboreamos el paso del tiempo, que deja un regusto dulce al leer la inscripción que reza en la placa de cerámica del número 22: “Per a memòria de Vicent Gómez Serrano, poeta i quiosquer. El barri no t’oblidarà mai”. Siempre ha sido este un barrio con alma, y lo sigue siendo aunque la pandemia tenga a los negocios contra las cuerdas. Hoy os desvelaremos los secretos de los comercios de la calle Roteros, dejando para un momento mejor (muy próximo, esperamos) los apetitosos bares y restaurantes que en este momento han tenido que bajar la persiana. Comenzamos el paseo.
NATURAL WORLD
— Pl. Furs, 1
La zapatería Natural World se encuentra en la Plaza dels Furs, pero inaugura desde su escaparate de madera la calle Roteros. En sus estanterías vemos calzado cien por cien ecológico con diseños actuales, sencillos y frescos, fabricado en La Rioja con algodón orgánico y caucho natural. La juventud de la marca no le resta calidad al producto, pues muchos años de tradición familiar en el sector la respaldan. Cuentan con orgullo que el proceso de producción es respetuoso con el medio ambiente y ningún sobrante se tira, todo se recicla. La pandemia ha ralentizado la apertura de la tienda en Valencia, que finalmente se inauguró en enero de este mismo año. Es evidente que no es el mejor momento para el inicio de un negocio, pero sí para contagiar su filosofía y, como ellos mismos dicen, “unir fuerzas para garantizar a los más pequeños un mundo mejor”.
EL RACONET DE LA CERÁMICA
— Roteros, 1
Al entrar en este pequeño local encontramos a un hombre rodeado de platos, azulejos y macetas, que traza motivos vegetales con su pincel. Se trata de Sasha Senchak que, al llegar de su Ucrania natal hace ya veinte años, aprendió todo sobre la cerámica valenciana, convirtiéndose en un experto del socarrat y la cerámica pintada al estilo valenciano del siglo XVIII. Las piezas de la tienda se venderán de nuevo cuando vuelvan los turistas, siempre contentos de llevarse a sus países un trocito de Valencia. Mientras tanto, Sasha trabaja por encargo para clientes de toda la vida que demandan reproducciones de pinturas tradicionales, el nombre de su chalet en cerámica o un dibujo a mano en los azulejos de su cocina o baño.
HORNO MONTANER
— Roteros, 5
En el número cinco encontramos el Horno Montaner, que desde 1932 ya cuenta con la tercera generación de esta familia de panaderos artesanos. Solo la visita al local merece la pena, pues parte de la muralla árabe de la Valencia del siglo XI se exhibe al cruzar la puerta, una sorpresita que salió a la luz durante una reforma. Aquí todo se hace a mano: croissants, torta Cristina, pasteles de boniato o pequeños bocados como las cookies o los brownies que le devuelven a una la vida y, si la encargamos o venimos un domingo, podemos llevarnos una de sus deliciosas tartas de manzana, con inigualable hojaldre y crema tostada. Nos cuentan que ahora ya no se consume tanto pan de panadería como antes debido al auge de las franquicias y los panes industriales de supermercado. Por suerte, la gente del barrio y muchos forasteros saben apreciar el buen hacer de toda la vida de un negocio que se ubica en un lugar histórico en el que, según revelan los datos, desde 1700 se emplaza un horno.
MUSEO DEL CORPUS O CASA DE LAS ROCAS
— Rocas, 3
En una callecita que sale de Roteros se ubica el Museo del Corpus o Casa de las Rocas, aunque la entrada se encuentra en la calle que nos ocupa. La Casa de las Rocas data del siglo XV, cuando Pere el Cerimoniósordenó su construcción con el fin de que sirviese de albergue a los carros y demás útiles que acompañaban a la procesión del Corpus. Recordemos que el Corpus Christi de Valencia ha sido durante años la fiesta principal de la ciudad, la festa grossa, celebrada desde el siglo XIV nada menos, atractiva por su carácter religioso e identitario. Con solo asomarnos al edificio ya vemos los gigantes y los cabezudos, una enorme tortuga, un dragón y una Roca, uno de esos carros triunfales con figuras alegóricas donde se representaban los misterios de la fiesta. En los pisos superiores del museo encontramos distintas reproducciones, la más llamativa es la del Rollo de Corpus, imitación de un original del siglo XIX que tiene una longitud de 31 metros de largo, donde un autor desconocido explicaba la procesión más impactante de la ciudad, que actualmente se celebra el octavo domingo siguiente al domingo de Pascua.
CECILIA PLAZA
— Roteros, 14
La tienda de Cecilia y Diego es uno de esos lugares mágicos que elevan el valor de la ciudad, una de esas tiendas bonitas donde todo objeto te sobrecoge. Cecilia Plaza es ilustradora y diseñadora de imágenes de ensueño: un bosque, un abrazo, una ciudad. Empezó vendiendo marionetas mientras estudiaba Bellas Artes, dio el salto a campañas publicitarias grandes, y acabó decidiendo montar su propia tienda junto a su marido, Cecilia diseña y Diego dirige la producción. Los diseños llamativos, tiernos y coloridos de la ilustradora se imprimen en tela y distintos talleres valencianos los convierten en bolsos, cojines, alfombras, muselinas, estuches, mascarillas, carteras o manteles; también utilizan el papel para los prints, calendarios o libretas o la cerámica para fabricar deliciosos platos decorativos. Algunos podrán pensar que este es un negocio difícil, pero hace ya siete años que los preciosos objetos de Cecilia están a la venta en el barrio del Carmen, cuatro en este local que ha dado cabida a una tienda tan famosa en los años sesenta como Muebles Peris, otra de discos, y a un taller de pintura. Venga, nos vamos ya, que nos dan ganas de comprarlo todo.
AL VENT
— Roteros, 17
Al igual que su hermana melliza de la calle Calatrava, Al Vent nos recibe en Roteros con un escaparate romántico y atractivo que nos invita a pasar de inmediato. Atravesamos la pequeña pérgola que adorna su puerta y encontramos una infinidad de joyas a nuestra disposición: piezas de bronce de estilo precolombino, gargantillas con sencillos colgantes de media luna o figuras de papiroflexia, pendientes de estilo más clásico o brazaletes étnicos. La plata es la protagonista, pero también encontramos joyas de piedra, plata bañada en oro o acero. Tendencia, calidad, buenos precios y amabilidad son los puntos clave de esta tienda que ofrece mucho al paseante o navegante. Para este último recomendamos visitar su web alvent.com.
JADE
— Roteros, 19
El concepto de Vintage Shop se queda corto para definir una tienda en la que encontramos tesoros de todas las épocas: muebles, cerámica, vajillas, jarrones, cafeteras eléctricas o de las que se calentaban con alcohol, ceniceros… Pero, sobre todo, encontramos preciosas piezas de bisutería de las décadas de los cincuenta hasta los ochenta, que aterrizan en su escaparate desde los rastros y mercadillos de Inglaterra. Su dueña, Cristina Gimeno, derrocha encanto y simpatía, y transmite el amor por los objetos bellos, aunque insiste en que aquí encontraremos siempre piezas útiles, con un diseño especial. Aficionada a los Car Boot Saleingleses o mercadillos desde el maletero (llamados así porque es en el maletero donde los vendedores ofrecen sus objetos a la venta), Cristina no ha dejado de buscar piezas especiales: algunos de sus grandes éxitos son un baúl de madera de alcanfor de un barco inglés del siglo XIX o un conjunto de gargantilla y pendientes de la misma época. Su ilusión era abrir una tienda que trajera a su ciudad un trocito de Inglaterra, y así lo hizo hace ya cuatro años. Esperemos que por muchos más.
EL TAP
— Roteros, 9
El Tap es uno de esos restaurantes que te abrazan nada más entrar. Pequeño, sin pretensiones, sincero. Lo regenta Jesús, quien apuesta por el producto cercano y por una carta para compartir: podemos empezar por una ensalada de tomate valenciano con bonito, continuar con las cocas de bacalao confitado con all i oli a la miel y un tataki de atún, hasta llegar a la pluma ibérica con puré de apio bola y patatitas como plato principal, y cerrar una maravillosa comida con una tarta de chocolate al hinojo o un tiramisú con crema de horchata. Para acompañar todas estas delicias, nada mejor que un vino muy especial como El sexto elemento, una de muchas alternativas de pequeñas producciones que ofrece su cuidada carta.
EL FORCAT
— Roteros, 12
Los bonitos azulejos valencianos de su fachada indican una fecha: 1985. Y es que hace ya treinta y seis años que este restaurante de cocina tradicional valenciana, regentado por la familia Alfonso Sánchez, sirve arroces de todo tipo a los más de ciento treinta comensales que pueden sentarse en sus salones. Las paellas son la estrella de la casa, valencianas, de marisco o de bogavante, pues las preparan al estilo tradicional: una vez hecho el arroz le dan un golpe de horno para que el plato quede brillante, con apariencia y sabor espectacular. Como curiosidad, encontramos en uno de los comedores una vitrina con fotos que conmemoran las fallas del año 1961, cuando Lolita Alfonso, una de las hermanas de la familia, se convirtió en fallera mayor infantil de Valencia no se sabe muy bien cómo: una carta llegó al orfanato donde vivía para anunciarle su reinado, todo un misterio. ¿Caridad o política? En cualquier caso, una visita a El Forcat satisface todas las expectativas, gastronómicas y curiosas.
ALMA LIBRE. AÇAÍ HOUSE
— Roteros, 16
Alma Libre no es solo un local agradable, es toda una filosofía que se ha ido extendiendo alrededor del mundo. El centro de toda esta revolución es el açaí, ese fruto pequeño en tamaño pero grande en propiedades, ese super alimento que llega directamente desde el Amazonas hasta nuestra alma, según afirman las simpatiquísimas camareras del local. Todo empieza con una chica argentina y un chico brasileño, apasionados por el deporte, los viajes y la comida sana, que abren locales en diferentes puntos de España, entre ellos Valencia, y emplean como trabajadores a amigos y conocidos. Con ello han creado una gran familia que desborda simpatía y a la que da gusto visitar para que nos preparen un helado de açaí con banana, cacahuetes y chocolate que es para morirse. La carta, cien por cien vegetariana, se completa con sopas, ensaladas, wraps y hamburguesas veganas deliciosas (mención especial para la de arroz rojo).
GALLINA NEGRA
— Roteros, 16
Hace un par de años que Valencia ganó un puñado de mesas reservadas en exclusiva al goce. Gallina negra le da la vuelta a la Gallina blanca de toda la vida, reafirmándose como un restaurante que ofrece cocina libre en forma de platos divertidos e informales que combinan lo mejor del Mediterráneo, de Asia y de América Latina. En su carta no encontraremos menú, pues ellos están para personalizar la experiencia de cada mesa, recomendando los platos indicados según los gustos del comensal. Al hablar de “ellos” nos referimos a Óscar y Javier, dos discípulos de Ricard Camarena que han levantado el vuelo para crear un local acogedor, novedoso y moderno, que ofrece platos exquisitos como los puerros asados con costilla y ají. Pese al difícil comienzo en tiempos de pandemia les auguramos un futuro prometedor.
WENA POH!
— Roteros, 20
En su fachada nos recibe una serpiente de Disneylexia que nos recuerda al arte indígena. Claro, el origen chileno del artista hace de esta obra mural la perfecta antesala para un restaurante que nos trae las mejores recetas de Chile. Al entrar respiramos el aire de este local alegre, adornado con banderines de colores, un mapa indígena de Chile y la bandera del pueblo Mapuche. Huele a empanada de queso, a pastel de choclo, a Humitas, a tacos, botanas y enchiladas, los olores de la gastronomía sabrosa del país de Soledad, y del vecino Méjico. Hace años que prepara platos chilenos y mejicanos generosos, con ingredientes del mercado Central o que llegan directamente de Chile, como en Merken, ese picante indígena del sur de Chile a base de ají seco concebido ahora como un producto gourmet. Podemos degustar sus recetas en casa haciendo nuestro pedido online, o comer allí mismo, en un local con alma, que conserva la barra de mosaico de la que una vez fue la primera heladería del barrio, y la radio y piano antiguos del bar anarquista en que se convirtió a continuación, antes de que Soledad trajera de Chile el olor a picante.