La fotografía de la niña abrasada por el napalm en la guerra de Vietnam o la del niño Aylan Kurdi en una playa de Turquía son dos muestras claras del poder demoledor (parece que movilizador, hoy en día, no tanto) de las imágenes, de ahí que el Festival Internacional de Fotoperiodismo de València Photon siga en su empeño por defender la fotografía como una herramienta indispensable para el cambio social. Como siempre, los platos fuertes vienen servidos en forma de exposición –ocho en total– condimentadas con las conferencias de Javier Corso, Hanna Harzabek, Marta Soszynska y Alberto Rojas (MSF), Javier Zurita y Ofelia de Pablo, Andoni Lubaki, y Miguel Lorenzo. La muestra Killing the world (La Nau) refleja el cambio climático, Un mundo convulso (OCCC) de Andoni Lubaki recorre los cinco conflictos armados vivos más importantes de la última década, Fotoevidence (La Llotgeta) enseña el trabajo de fotógrafos comprometidos en la búsqueda de los Derechos Humanos, la sala Lametro recorre los hechos noticiables de 2016 de la mano del fotoperiodista valenciano Miguel Lorenzo, y la librería Railowsky ensambla una retrospectiva de Francisco Moltó Esquembre, un purista que no ha abandonado la fotografía química y sigue tirando de carrete a sus casi ochenta años. S.M.
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