Entrevistamos esta semana al escritor Jerónimo Tristante, quien se alzó recientemente con el Premio Ateneo de Sevilla de Novela 2017. La obra, publicada por la editorial Algaida, lleva por título Nunca es tarde. Esta novela negra está ambientada en el pirineo aragonés, donde la misteriosa desaparición de unas jóvenes parece repetir la investigación sobre unos crímenes que sucedieron en 1973. Tristante (Murcia, 1969) es profesor de Biología y Geología de Enseñanza Secundaria. Entre las novelas publicadas están: Crónica de Jufré (2001), El Rojo en el azul (2004) o El misterio de la Casa Aranda (2007), la primera entrega de la saga de Víctor Ros, un detective en el Madrid del XIX que ha sido llevado en forma de serie a la pequeña pantalla. En 2009 publicó 1969, y en 2010 continuó la exitosa saga con una nueva aventura del detective Víctor Ros publicando El enigma de la calle Calabria. En 2011 publicó El valle de las sombras una novela ambientada en la Guerra Civil; en 2012 Océanos de tiempo, con la retomó las andanzas de Víctor Ros y las continuó en La última noche de Víctor Ros (2013) y Víctor Ros y el gran robo del oro español (2015). GINÉS J. VERA
Tras meterse en la piel de protagonistas masculinos, como por ejemplo, su famoso detective Víctor Ros, ¿cómo ha sido hacerlo en los zapatos de una mujer de cuarenta aficionada a las novelas policíacas en Nunca es tarde?
Pues lo he pasado muy bien, me ha gustado mucho. Ha sido una experiencia genial; además, que es aficionada a las novelas policíacas y colecciona prospectos médicos. Luego he reflexionado mucho sobre esto. Sabes tú que cuando empiezas a hacer entrevistas y a hacer promo, como te preguntan tantas cosas, tú ahondas más en cosas que has hecho en la novela y por qué las has hecho. Y, claro, una de las primeras cosas en las que pensé es: ¿y por qué no he hecho hasta ahora una novela con una protagonista femenina?
Claro, no es porque no me pueda meter en el papel de una mujer, porque en todas mis novelas hay un montón de personajes femeninos y muchos de ellos importantes, como por ejemplo Clara Alvear, de Víctor Ros. Y claro, dije: ¿y por qué no he hecho esto? Entonces me di cuenta de por qué era, y es que como todas las novelas que escribo están situadas en otra época, pues claro, no había templarios femeninos, ni puedo poner un detective en el siglo XIX que fuera mujer porque no había mujeres en la policía, ni en la División Azul había mujeres. Entonces, claro, me he dado cuenta de que era por esto, porque eran periodos históricos en los que el papel de la mujer era muy residual a nivel social y profesional porque las pobres estaban totalmente marginadas.
Ahora que he venido a la época actual he podido hacer protagonista a una mujer, a una chica que ha sido ama de casa, más que por el tema del género, he querido incidir en que no tiene una dedicación profesional, y eso ¿qué hace?, ayuda al lector a entrar, a empatizar. Ya sabes que la novela policiaca permite al lector jugar a los detectives, empatizar con ese personaje y decir: esto me podía ocurrir a mí; con lo cual, creo que ha funcionado bien y a mí me ha gustado mucho.
Creo que esta novela ha tenido un punto de catarsis, ha sido algo así a una tabla de salvación en un momento difícil personal. Parte de lo que logró ilusionarle parece que también ha contagiado al jurado del premio Ateneo de Sevilla, ¿no es así? Enhorabuena.
Es una novela que nace con buen pie porque solo me ha dado alegrías. La primera que me dio es la que tú apuntas. Yo estaba en un momento personal un poco delicado y entonces ¿qué hice?, pues lo que sé: escribir. Normalmente los cuentacuentos escribimos casi mejor cuando peor estamos. Quizá porque nuestro mundo, el mundo literario, es un mundo que tú te montas casi como un refugio, y bueno, yo tenía esta historia ahí pendiente porque hacía tempo que no me había podido poner a ella, y justo cuando me desligué un poco de estos compromisos y tal me vi con tiempo y me puse a hacerla.
Lo pasé bien, al estar en una época actual era más relajado escribir. Claro, fue entonces cuando me di cuenta de lo difícil que es hacer novela con ambientación histórica, porque necesitas un año y pico solo para poder empezar a escribir, y luego me doy cuenta de que estoy en tensión, porque estoy con un mapa de la ciudad, que si un libro por aquí, que si otro libro por allá… Y diciéndome: ¿este personaje ya había muerto? Mirando cada dato porque no puedes hacer ninguna cagada y estás en tensión. Y en cambio, escribiendo algo ambientado en la época actual, simplemente dejas fluir la historia y la cuentas. Entonces claro, como me sentí muy libre en ese aspecto, me encontré como cuando empecé: escribiendo por pura distracción, algo que te gusta, como un hobby, y claro, todas esas cosas se han notado en la novela.
Y luego viene el Ateneo de Sevilla, ahora el éxito; está funcionando muy bien a nivel comercial, hemos agotado la primera edición, vamos por la segunda edición…, es una novela que me da nada más que alegrías.
El paisaje es un estado de ánimo, dicen, y en esta novela es muy importante. Me quedo con el detalle de esa urbanización donde vive un personaje, Fedra Hernández, en la que las calles tienen nombre de peces.
Que existe de verdad… Cuando ellos vienen al sur, a mi tierra, a buscar a una persona que podía tener algo que ver con el caso, la ubiqué en una urbanización, estos resorts típicos que hay ahora en mi tierra, enfocados a los guiris que luego no han venido, y me pareció curioso; me fijé en una, y todos los nombres de las calles son de peces.
El paisaje es cierto que en la novela policiaca es un personaje más. Yo aquí me voy a un lugar que me resulta muy exótico: el Pirineo, el frio, las masas forestales… Yo soy de Murcia, por desgracia mi tierra es un secarral, y a mí el contraste me da mucha opción. Y luego me he dado cuenta, haciendo entrevistas, que es porque tengo aquí una impronta grabada a sangre y fuego de Twin Peaks y David Lynch, que de jovencito me impresionó mucho, y en el fondo esas influencias que llevas ahí, salen… A mí me ponen mucho esos escenarios.
