Pl. Shuker

ALGIRÓS

Nos encontramos en la zona de València con más universitarios por kilómetro cuadrado: entre los campus de la Avenida Blasco Ibáñez y el de Tarongers se esconde la plaza Xúquer, hace años zona de ocio por excelencia, siempre poblada por unos adolescentes que ahora han entrado ya en la cuarentena. Los que bebían cubalitros de calimocho disfrutando del ambientazo de la plaza, tuvieron que desplazarse a otros barrios de la ciudad cuando Xúquer fue declarada Zona Acústicamente Saturada (ZAS) in 1996, con el mazazo que eso supuso para la hostelería. At the moment, algunos supervivientes de aquellos años comparten una plaza ahora más tranquila con franquicias de comida rápida, pizzas, hamburguesas y de más opciones para los bolsillos ajustados de los estudiantes, pero también con algunas nuevas propuestas gastronómicas que siguen viendo el potencial de una zona que, lejos de ser lo que fue, tiene encanto y público con ganas de disfrutar de lo rico, lo novedoso y lo clásico.

Librería Xúquer
Pl. Shuker, 3
La primera esquina de esta conocida plaza la ocupa la librería Xúquer. Nos gusta empezar así, buceando entre libros, pescando tesoros escondidos en novelas, ensayos y cuentos infantiles. Este es uno de los negocios que han sobrevivido a todos los cambios que ha sufrido la plaza, pues la perseverancia y el amor a la palabra escrita caracterizan a este matrimonio que lleva desde 1985 dedicando su vida a los libros. Confiesan agradecer no encontrar vasos vacíos en su puerta por la mañana, aunque ahora su negocio pasa por grandes dificultades —en un barrio poblado por gente joven que no compra en el comercio de proximidad es difícil seguir adelante, comentan— pero, curiously, los meses se salvan por la venta de libros infantiles: padres que no leen quieren que sus hijos lean, así que no podemos más que desearles de corazón que tengan éxito en su empeño, por el bien de todos.

La Vitti
Pl. Shuker, 4
Rindiendo homenaje a Monica Vitti, la famosa actriz italiana del cine de los setenta, nació este pequeña sala alternativa de conciertos que, antes de la pandemia, tenía una programación incesante: los lunes, jams of jazz; los jueves, soul; los sábados, bandas, y los domingos, acústicos o música clásica. Aquí no hacen ascos a nada, ni su dueño, Marcos, ni las sesenta personas que caben en el pequeño pero tremendamente acogedor interior, donde el silencio se contagia cuando suena la música. Ahora el aforo es muy reducido y no sale a cuenta mover todos los hilos que hacen falta para seguir con el ritmo frenético que llevaba la sala. Cruzamos deditos para que las circunstancias cambien y vuelva la música a La Vitti, siempre acompañada de una sangría, un agua de València o su gin tonic con pomelo, enebro y tónica especial.

Salamander
Pl. Shuker, 6
El bar Salamandra es uno de los clásicos de la zona, uno de los que abrió hace más de cuarenta años, que ha vivido los años dorados en los que la plaza estaba a rebosar cada fin de semana hasta el punto de casi no poder cruzarla. En su terraza no faltan los mojitos, las caipiriñas, los margaritas o las cervezas especiales, ni una clientela fija que disfruta de los cócteles y la ambientación musical. Los clientes de siempre corroboran que el interior del local no ha cambiado desde su apertura, cuyo techo simula las velas de un barco. A esta tripulación fiel se le suma ahora una renovada y joven, que le empieza a encontrar el gusto a este clásico de Xúquer.

Serpiente Emplumada
Vinalopó, 3
La serpiente emplumada es una de las deidades más importantes de la cultura mesoamericana, tanto es así que cada año, el día del equinoccio (en marzo y septiembre), se reúnen en la ciudad maya de Chichén Itzá montones de visitantes para contemplar el descenso de la serpiente, una ilusión óptica que permite ver cómo, el cuerpo del una serpiente repta sinuosamente desde la cima de la pirámide hasta la cabeza de la serpiente emplumada que se halla en la base. Esta y otras muchas curiosidades nos cuenta Alfonso, que vino desde México DF a regentar esta mezcalería que destila encanto por su decoración y su carta. Desde su local en la circundante calle Vinalopó, ofrece más de cincuenta referencias de licores de México, para que veamos que hay vida más allá del tequila. El menú es corto, pero está repleto de platos deliciosos y especiales: junto a los consabidos nachos y tacos (cabe destacar los de cochinita pibil, que Alfonso aprendió de su abuela, y el de hormigas gigantes, por lo novedoso), podemos degustar también un pulpo enamorao, esa receta de Acapulco con mayonesa de cilantro, lima, cebolla y tomate, así como el queso fundido con hongo huitlacoche, el cóctel de camarón o los ceviches frescos. Los impresionantes murales de la entrada y el interior, la simpatía arrolladora del personal y la oferta gastronómica rica y económica lo convierte en un lugar perfecto para una velada más que agradable. En Serpiente emplumada muchos conoceremos un poquito más al país azteca, mientras que muchos mexicanos se sentirán de vuelta en su tierra.

Amivega
Vinalopó, 4
La serpiente emplumada mira con curiosidad al local que tiene enfrente. Su puerta está abierta. Nos recibe María, la dueña de Amivega, este pequeño obrador en cuyos fogones solo burbujean recetas veganas preparadas para llevar a domicilio. Cada semana prepara con mimo un menú diferente por nueve euros, formado por dos platos veganos y un postre, siempre sin azúcar y, en muchas ocasiones también sin gluten. Entre los principales encontramos los fingers de tofu, el pastel de mijo con zanahoria, las croquetas de setas o berenjena, ensaladas y sopas variadas. Para terminar una comida saludable y deliciosa no podemos dejar pasar la tarta de zanahoria y manzanas o el flan de café o avellanas.

Aljuzama
Pl. Shuker, 10
Muchos consideran este pequeño local de la plaza Xúquer el mejor restaurante árabe de la ciudad, y no es para menos: recetas marroquís, tunecinas, libias o jordanas conforman una carta en la que una se debate entre los tajines y cuscús, el falafel o el tabulé, las pitas calientes… Para terminar no podemos dudar, los pasteles caseros como la baklava o los nidos son demasiado apetecibles, y combinados con un té marroquí, de cardamomo o jengibre, más todavía. Yes indeed, hemos de concienciarnos de que hoy no beberemos alcohol, pues no lo ofrecen, pero hay tanto donde elegir que puede que no lo echemos de menos.

Carajillo
Pl. Shuker, 11
Compañero del bar Salamandra en antigüedad, el Carajillo es otro de los clásicos de esta plaza tan popular. Con una terraza privilegiada, siempre soleada, y un interior que conserva la estética de cuando abrió, el Carajillo sigue sirviendo el tradicional cremaet o el café frío con canela y azúcar a sus clientes de toda la vida. Tampoco ha pasado desapercibido a los nuevos habitantes del barrio, universitarios o estudiantes Erasmus que no han ignorado el encanto de un lugar con la experiencia de toda una vida, con el ambiente cultural siempre efervescente que nos transmiten sus exposiciones mensuales y un cuidado hilo musical que nos da la bienvenida con su cálido abrazo.

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