ENTREVISTA: DOLORES GARCÍA RUIZ

Entrevistamos a Dolores García Ruiz (Melilla, 1964) tras publicar su segunda novela La reina del azúcar (Versátil, 2015). Con su primera novela El Secreto de Monna Lisa, la escritora obtuvo el reconocimiento de la crítica y el público, siendo traducida a varios idiomas y publicada en numerosos países. Aunque nacida en Melilla, ciudad a la que rinde homenaje en esta segunda novela, a los nueve años se trasladó a Valencia, donde reside actualmente. Cursó estudios de Derecho por la UNED, colabora en diversos programas de radio y televisión y publica artículos en revistas culturales de prestigio y es correctora profesional de edición.

¿Esta novela es de alguna forma un homenaje a su ciudad natal, a Melilla?
Sí, claro que sí, por supuesto. A mi ciudad natal y a los melillenses porque, fíjate que cosa más curiosa, es una ciudad tan hermosa que es la segunda ciudad en el mundo con mayor patrimonio modernista después de Barcelona, y sin embargo, la mayoría de los españoles la desconocen, no saben qué joyita que tienen en el Mediterráneo. Sí, es un homenaje porque es una ciudad que ha luchado mucho por sí misma, por mantener una serie de valores occidentales, realmente es la puerta de Europa y lleva más de 500 años siéndolo, no es nada nuevo.

Inés Belmonte, la protagonista de La reina del azúcar, ¿qué rasgos de su personalidad destacaría?
La capacidad de reinventarse, que ahora está muy de moda, pues Inés Belmonte es una mujer, que en principio llega allí con una vida cómoda, con un futuro prometedor y, de repente, lo pierde todo, tiene que salir adelante, no solo ella sino que tiene que sacar adelante a su familia, a sus hermanas, a su madre. Quizás esa fortaleza de espíritu, esa capacidad de adaptarse a las circunstancias y, sobre todo, la capacidad de empezar de nuevo. Lo que hace Inés Belmonte con los elementos cercanos a ella, recursos y personas, volver a empezar, es algo muy difícil y verdaderamente muy admirable e Inés Belmonte lo va a hacer de una forma increíble.

He visto que algunos personajes poseen defectos: una cojera, una dolencia cardíaca o demencia senil…, ¿es una forma de humanizar a los personajes?
Efectivamente, es que en la vida real es así, las personas no somos perfectas y sin embargo podemos vivir grandes historias, mucha gente está viviendo auténticas historias y no se da cuenta. A veces una persona que no es perfecta físicamente tiene una vida apasionante aunque no se dé cuenta. No somos personas perfectas, como Inés Belmonte; es una mujer hermosa, pero sin embargo ella, fíjate, no cree que sea hermosa. Yo creo que le pasa a mucha gente, que no se da cuenta de lo mucho que vale, en muchos aspectos, no solo físicamente, en el talento y en lo humano.
También quería de alguna manera hacer ver que los verdaderos héroes no son siempre esos hombres que decidieron ser héroes, lo fueron porque les toco ser héroes. Se podían haber rendido o haber huido pero no hicieron eso. En cualquier caso, aparecen en mi novela héroes al uso y no quiero dejar pasar que en la vida cotidiana hay héroes anónimos, gente muy valiosa, gente con muchísimo valor, que le echa valor a la vida todos los días, que cuidan a enfermos crónicos, son héroes silenciosos a quien nadie les presta atención, esta es también una forma de reclamar no solo una ayuda que les dé la administración sino el reconocimiento de toda la sociedad. Cuando conocemos a alguien que está cuidando a un enfermedad crónica, una enfermedad difícil de llevar, yo creo que lo mínimo que tenemos que hacer es mostrarles respecto y nuestra colaboración.

La novela alterna pasado y presente, está narrada en contrapunto ¿lo escogió así para darle agilidad a la historia?
Esa era la idea, porque lo que no quería era, de alguna manera, soltar el rollo histórico. Porque una novela tiene que ser eso, ficción y tener al lector metido en un ambiente, porque para lo otro ya están los libros de Historia; sobre todo quería contar historias, historias de personas, historias de personajes, porque todos los que aparecen ahí conforman una especie de mosaico, de personajes reales y de ficción. Yo quería contar la historia de una serie de personas que se ven en una situación límite y cómo con sus pocos recursos son capaces de ir superar esos obstáculos. Quizá es lo que ocurre a lo largo de la evolución del personaje de Inés Belmonte, que comienza de una manera, enriquecida con los sufrimientos, con lo que ha disfrutado de la vida. Es una lección de vida, un enseñarnos cómo se pueden superar las situaciones difíciles y cómo, a pesar de ir viviendo grandes dramas, cómo se puede salir enriquecido de lo que aprende, triste, dolido, pero enriquecido.

¿Qué tiene en común El secreto de Mona Lisa, su anterior novela, y La reina del azúcar?
Lo que llamaríamos el tema yo creo que viene a ser muy similar, la búsqueda de uno mismo, la construcción de uno mismo a lo largo de la vida. Quizá en Inés Belmonte se vea más claro todavía que en ‘El secreto de Monna Lisa’ respecto a Leonardo. Yo creo que lo que tienen, tanto Lisa e Inés, es ese punto en común, son personas que no lo tienen nada fácil, lo tienen muy complicado y que tienen que estar luchando frente a todos los obstáculos que se les interponen para ser como son ellas, es muy complicado y medio lo consiguen, no lo acaban de conseguir nunca del todo, pero en esa lucha está lo hermoso de su existencia, y quizá sea lo que guste al lector cuando lea a la novela.

GINÉS VERA

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