37 Mostra de València (sesion 3). Vera dreams of the sea & Wolf and dog

LA MOSTRA DE VALÈNCIA, AL DÍA

Vera dreams of the sea
Domingo 23. Babel Sala 4. 18h.
Lunes 24. Babel Sala 3. 22.30h.

Wolf and dog
Domingo 23. Babel Sala 1. 20h. Con la presencia de la directora, Cláudia Varejão
Miércoles 26. Babel Sala 1. 20.30h.

Vera dreams of the sea abría la tercera sesión de proyecciones de la sección oficial a concurso de la 37ª edición de la Mostra de Valencia Cinema del Mediterrani. La cinta, de nacionalidad kosovar (entre otros países productores) narra la historia de una mujer, Vera, que se encuentra camino ya de la tercera edad y que debe enfrentarse al repentino suicidio de su marido, un juez retirado de la profesión. Vera es una mujer dura que trabaja como intérprete de signos para personas sordomudas o como traductora para la televisión. Pero su fortaleza de carácter queda aplastada cuando debe enfrentarse a un hecho inesperado. Tras la muerte de su esposo, Vera trata de gestionar la herencia de una casa que su marido tenía en propiedad en su pueblo natal. Todo parece en orden hasta que un primo de su esposo le reclama la propiedad de la vivienda bajo la supuesta promesa del fallecido de habérsela entregado en vida. Ante la falta de pruebas de ello, Vera se niega a firmar los papeles correspondientes. La presión recibida por parte de familiares, habitantes del pueblo y, finalmente, algunos intereses oscuros, la pondrán ante una difícil situación.

Vera dreams of the sea fue escrito por Doruntina Basha, guionista de la película y también una amiga mía de la infancia”, comentaba la directora Kaltrina Krasniqi a propósito del origen de este proyecto. “[Doruntina] me ofreció leer el guion por primera vez en 2014, y la historia me conmovió bastante porque no recordaba la última vez en mi vida que había visto una película en la que una mujer de esa generación fuera la protagonista. Y esto no es así sólo en el cine. No se ven tantas mujeres de esa generación en la literatura, el teatro o el cine. Y a través de este personaje, vi la oportunidad de contar una historia bastante profunda, no solo sobre Kosovo, sino también sobre las disparidades económicas en todo el mundo”.

La película, tal y como expresa un rótulo al término de la misma, está dedicada a la madre de la directora. Esta referencia ponía al comentarista sobre la pista de un posible valor biográfico del relato, y si bien la propia Krasniqi negaba esta relación, sí encontraba similitudes que la emparentaban con su experiencia materna y que ella ampliaba, por simpatía, a toda una generación. En el centro de este reconocimiento, se encuentra la situación de una mujer que quedaba desplazada de ciertos derechos fundamentales dentro de la sociedad kosovar. “Hay películas que siempre son personales de una forma u otra. Mi madre se divorció de mi padre a mediados de los 80. Esa no fue una decisión muy popular, especialmente en ese período. Entonces, luchó durante cuatro años contra mi padre en la corte por compartir la propiedad y, [tras ese tiempo] acabó derrotada”, explicaba la realizadora. “Hay que entender que las mujeres de Kosovo obtienen el derecho al voto en 1941. Y obtienen el derecho a la igualdad de propiedad en 1945. Lo que eso nos dice es que la tradición y la legislación no van de la mano. La tradición es obstinada, por lo que necesita ser empujada para que cambie. En el Kosovo actual, el tema de las mujeres y la propiedad no ha cambiado desde el momento en que mi madre se divorció de mi padre, hace 30 años. En ese nivel, cuando le dedico esta película a mi mamá, en realidad le dedico esta película a las mujeres de esa generación y a su lucha.”

La historia de Vera, trasciende, como sugiere la propia directora, la experiencia particular para mirar más allá, hacia un país que, a lo largo del S.XX y parte ya del XXI, vive un proceso de constante descomposición y crisis. Esta realidad dibuja para Krasniqi un panorama de degradación, no solo espiritual, cultural, también política y económica. Vera acude a la cadena de televisión a dar cuenta de las noticias del día. En el noticiario, el relato perfila una sociedad abrumada por la especulación y los casos de corrupción. En la posguerra de Kosovo se había producido un cambio radical en el panorama social y político. Como resultado, todos los que han vivido en los márgenes quedaron aislados, especialmente las mujeres, pero también las personas de color y las comunidades LGBTQ. Cada vez que ocurre un cambio radical, como la reconstrucción de un país después de una guerra, todas estas personas se convierten en daños colaterales”, explicaba.  El plano social se mezcla, de esta forma, con lo político. Así lo relataba la propia Krasniqi a los medios: “Es casi imposible que estas dos realidades no interactúen. Son parte uno del otro, se entrelazan en la vida diaria. Para mí fue bastante interesante ver eso desde la perspectiva de una mujer que ha vivido a lo largo de todos los cambios sociales. Hay que entender que Vera es una mujer que nació después de la Segunda Guerra Mundial, en algún momento de los años 50. Así, ha vivido el período comunista yugoslavo, luego los cambios radicales del régimen de Milosevic y, luego, la guerra. En todos esos períodos no hubo una década en la que pudiera respirar y en la que su realidad no estuviera entrelazada con el clima político”.

Así como sucede en el plano socio-político, Vera dreams of the sea es una película que se construye a dos niveles, el narrativo, es decir, los hechos que construyen la trama, y el metafórico. En este segundo aspecto, destacamos dos elementos que compartimos con la realizadora. El primero de ellos nos remite al trabajo del personaje como intérprete de signos, una habilidad que, como relata la película, Vera ha heredado de su madre, una mujer sin recursos, como ella, una decisión de guion que no podía ser casual. “Vera siempre fue intérprete de lengua de signos desde el principio del guion, ese era su trabajo. Esto fue muy conmovedor para mí porque esto implicaba que ella era una persona que interpretaba el mundo en profundidad”, explicaba Kaltrina Krasniqi.  “Esta es la única herencia que ha recibido de su madre. Si lo piensas bien, las mujeres han estado dejando en herencia ciertas habilidades para sus hijos. Y cuando tu madre te enseña algo, espera que sea una lección para que sobrevivas toda tu vida”.

El otro referente es la presencia de ese mar al que hace referencia el título de la película y que aparece a lo largo de la cinta como el sueño de Vera. “Kosovo es un país sin salida al mar. Entonces, cuando pensamos en el mar, lo hacemos en términos muy románticos. El mar es un lugar de paz y tranquilidad. La película abre con una escena en la que sientes que hay un futuro en algún lugar junto al mar. Pero, con el suicidio de su marido, este mar se convierte en una pesadilla. El mar es, en sí mismo, un elemento cinematográfico muy antiguo y tiene varias interpretaciones. Para mí fue muy fuerte con respecto a Vera, porque ella es una mujer muy contenida. Ella no es ruidosa, no es agresiva. Está contenida incluso en el confinamiento de su hogar. Y la visión del mar fue un gran elemento para sumergirse profundamente en su psique a medida que se desarrolla la historia”, sentenciaba la directora.

Wolf and dog de la portuguesa Cláudia Varejão, iba a protagonizar la segunda proyección de la jornada. La cinta nos sitúa en la actualidad en la isla de São Miguel, en el archipiélago de las Azores. Allí encontramos a Ana, una joven que trabaja como operadora turística para un servicio de ferry local y vive con su hermano y sus padres. A partir de aquí, se desarrollan una serie de situaciones que nos irá desvelando el proceso de despertar de Ana hacia su propia sexualidad, motivado por la llegada a la isla de una amiga que regresa de Canadá y de la que se ha enamorado. Al mismo tiempo, conoceremos a Luis, un joven queer que tiene que lidiar con el rechazo de su padre a causa de su condición. El papel de la religión en una sociedad aparentemente cerrada y sujeta a la tradición, será, de nuevo, el origen de todos los conflictos de adaptación de estos personajes.

Quizá lo más interesante de esta producción lo encontramos en la forma que adapta el relato de Varejão. Wolf and dog es una cinta que se resuelve a modo de esos patchwork o manta compuesta de varios retales. Si miramos uno de esos retales o un trozo de tela, nos será difícil adivinar qué estamos viendo. Para sustraernos a este efecto caleidoscópico, tendremos que retirarnos y esperar para poder admirar el marco completo de la composición. Cláudia Varejão ha compuesto una narración que se aleja de los procesos de causa efecto, para ofrecer una serie de situaciones, en apariencia inconexas, que no contienen por sí mismas toda la información, sino un retazo de ella. Habrá que completar toda la trama e ir sumando detalles para entender. No es baladí, en este sentido, el método que Varejão ha utilizado para componer su trabajo. Procedente del terreno del documental, la directora portuguesa recurrió a los propios habitantes de la isla para construir el guion de su historia. En entrevistas con ellos, Varejão irá recopilando y articulando el relato de sus propias experiencias. Esto da como resultado una amalgama de situaciones que, por momentos, pueden parecernos inconexas, pero que, poco a poco, irán tomando sentido.

Sin embargo, este método de trabajo tiene el inconveniente de que puede quedarse en un mero disfraz de un fondo de menor calado. Una forma interesante, pero que se acaba imponiendo al contenido. Es indudable que Varejão tiene un ojo poderoso para la creación de imágenes evocadoras. El juego de composiciones y, sobre todo, el empleo de la luz, destacan en la pantalla y seducen por momentos nuestra mirada de espectadores. El juego, sin embargo, expuestas las credenciales de la historia, pasa de lo evocador a una cierta repetición, según entendemos lo que la realizadora nos quiere contar o allí donde sostiene que pongamos nuestra mirada. Como explicaba en la sesión con la prensa, la intención de Varejão se centra en mostrar los espacios de grises en una sociedad patriarcal controlada por la religión y las tradiciones. Sin embargo, el resultado no nos apela en ese sentido. En Wolf and dog todo es blanco o negro, luz y oscuridad. De esta forma, ese mundo de la tradición se muestra siempre oscuro, opaco, casi nos retrotrae al medioevo. Por otro lado, el mundo de la comunidad queer es luminoso y lleno de color. No hay en la historia matices ni de uno ni de otro lado, lo cual se echa en falta para construir un relato diferente, un punto de vista nuevo. Al contrario, el trabajo de Varejão se concentra más en enfatizar, por la vía de la imagen, esas diferencias irreconciliables. Las interpretaciones de los actores no profesionales, no hacen, sino redundar todavía más esta separación. Véase, como ejemplo, el choque que Luis tiene con su padre en la procesión. Como resultado de todo ello, compuestas, como decimos, las piezas, echada la mirada al fondo, encontramos una historia que hemos visto muchas veces. De alguna forma, todo esto que nos cuenta ya nos lo sabemos. G.LEÓN

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