“Esta novela es la que más referencias, más estilo y más retrato de las historias de King tiene”

Mikel Santiago (Portugalete, Vizcaya.1975) es sociólogo y músico reconvertido en programador informático, además de escritor. Emigró primero a Dublín y después a Amsterdam. El piano de su hermana, que siempre resonaba por la casa, despertó en él un apetito muy temprano por la música. De Irlanda sacó las ideas para escribir una primera novela, La última noche en Tremore Beach, y luego han venido otras, con idéntico éxito de lectores y crítica. Su cuarta novela, por la que me concede esta entrevista, se titula La isla de las últimas voces (Ediciones B). GINÉS J. VERA

He leído en algún sitio eso del Stephen King de Portugalete y tras leer tu novela creo que algo hay
Ya estamos (me dice con una sonrisa)

Al menos, he sentido un poco en esta novela ese ambiente claustrofóbico como en el de ese hotel de El Resplandor; algo de La Cúpula y otro poco de La tormenta del siglo. A la hora de escribir, como a la de leer, ¿también uno evoca parte de lo leído, visto o experimentado?
Claro, el mundo de la ficción en si mismo es un diccionario. Es como una enciclopedia que otros autores muchas veces han ido confeccionando, y que los autores, en un alarde de frikismo casi, se nos va y nos apetece. Yo, por ejemplo, el hotel de La isla de las últimas voces lo visualizaba como el hotel de Psicosis, el de la película Psicosis, además casi en el mismo ángulo de cámara hacia arriba, en una colina… Desde luego, La cúpula es un libro que me encantó por las mismas razones que decidí escribir este. En esta novela también hay algo de experimento social, desde luego también hay un bar, que aparece también en El Resplandor. Incluso hay un personaje que se llama igual, que en El resplandor, que es Grady. El antiguo guardián de El resplandor es Delbert Grady.

¿Un guiño tal vez?
Desde luego, este muy buscado. Es que soy muy fan de Stephen King. Desde luego, esta novela es la que más referencias, más estilo y más retrato de las historias de King tiene de todas las que he escrito.Las otras tenían más de Ira Levin que también era un gran autor, o de Lovecraft, aunque esta también tiene ciertos puntos lovecraftianos con sus objetos oscuros.

¿Cómo y cuando surge el germen de La isla de las últimas voces?
Esta novela surgió hace mogollón de tiempo. Porque cuando escribí La última noche en Tremore Beach, mi primera novela, yo llevaba muchos años con ese escenario en la cabeza. Oscuro, playa, lo que trae el mar… Que esto es muy de gente de costa, esto de ir a pasear por la playa. Pues yo escribí hace mil años un relato que se llamaba La isla de los cien ojos, que es una cosa que está ubicada en Irlanda, en el siglo XVIII, y era una barca lo que llegaba; una barca con un muerto. Tenía este escenario y el objeto que llegaba del mar, fui como refinándolo. Y cuando terminé de escribir Tremor Beach lo intenté, intenté escribir la novela por primera vez con el personaje del soldado y paré. Fueron pasando los años, fui haciendo intentonas, apareció el personaje de Carmen. Al principio iba a ser una novela coral con personajes del pueblo que van haciendo cosas y se iba viendo la historia con un narrador casi casi omnipresente que iba contando cosas, además de lo que iba contando en primera persona. Pero Carmen empezó a tener más fuerza y a crecer, se empoderó, se me vino arriba, y terminó siendo una novela a dos voces, que es lo que es. Desde luego hay fragmentos corales que he salvado de aquellos intentos, pero se ha quedado principalmente entre dos personajes.

La música está muy presente en esta novela (no diré que también en las anteriores). Creo que es inevitable si la vivió desde la infancia y actualmente toca en un grupo musical. ¿Cómo eligió las canciones para esta obra y a qué obedece ese guiño a los Bee Gees? (Un grupo originario de una isla, Australia, por cierto)
Lo de los Bee Gees es una anécdota que me pasó. Originalmente no eran los Bee Gees, eran los Gipsy Kings, pero los Gipsy Kings me dio la sensación de que no pasaban mi filtro. Yo estuve en Escocia haciendo un viaje y terminé en el típico pueblecillo en el que había, además, una chica española trabajando y que en el staff había el típico grupo de extranjeros trabajando: una de Ucrania, una española,… un poco como en un chiste. Y por la noche, los tíos se ponían los Gipsy Kings para recoger, a tope, era una fiesta. Y de aquellos recuerdos, de estas cosas insólitas de la vida, me dije: jo, qué detalle, fans de los Gipsy Kings aquí en Escocia.Y me hizo tanta gracia que dije: bueno, no voy a poner a los Gipsy Kings… Yo soy muy fan de los Bee Gees, parece que los he elegido como grupo ñoño, pero no, son muy buenos, lo que pasa es que hoy en día dices que eres fan de los Bee Gees y no te comes una rosca. Pues de ahí viene un poco lo de la anécdota.

Uno de los elementos clave en La isla de las últimas voces es la caja. No sé si adelantar que es una especie de acelerador emocional, prefiero preguntar al autor a contar algo relevante.
La caja es que es un poco una imagen. En si misma es un poco como un acertijo, presentar esta caja cerrada tiene este encanto, metafóricamente es como una promesa, ¿qué hay dentro, de dónde viene?… Y después me servía para enmascarar todo a lo que no le quería dar relevancia en la historia. Para mi la historia realmente es como Los pájaros, de Hitchcock. Es una historia de angustia, claustrofóbica, como un monstruo en casa, como se suele decir; como en Alien, un entorno cerrado, unos personajes que realmente no tienen una vinculación con el conflicto, más que que les has vinculado obligatoriamente. Casi casi es como este problema de la ciencia ficción inexplicable de La cúpula. Ocurre algo que no tiene explicación -y jamás la tendrá- pero nos da pie para empezar a trabajar lo que ocurre a nivel social en un lugar, cómo funciona la gente. Y no quería presentar un monstruo. A nivel estético me parecía que podía haber puesto otra cosa, pero la caja era un poco como David Lynch con sus objetos extraños que no tienen explicación y los deja caer solo para que funcione la historia. Eso y que no fuese una novela fantástica, es un thriller, no quería que se me fuera, que se me resbale hacia lo que no es.

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