Mamá

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Dedicado a mi sobrina cacahuete, que está en camino.

Mamá, le dijo. Qué, respondió ella. ¿Cómo es el mundo ahí fuera?, preguntó. ¿Cómo es el mundo, reflexionó ella. El mundo es muy bonito, ya verás. Sí, pero bonito, bonito cómo. ¿Qué quiere decir bonito? Pues bonito es, eso, bonito. Hay árboles y hay parques, los parques te gustarán, sobre todo, al principio. ¿Y qué más? ¿Qué más? Qué más, qué más… Hay muchas cosas. Hay, por ejemplo, libros. Los libros están bien. También te gustarán, espero. Bueno, ya discutiremos eso cuando se presente la ocasión. Y la música. Hay mucha música. ¿Y qué es la música?, le preguntó. Esa es muy buena pregunta, dijo ella. La música es algo muy difícil de explicar. Quizá mejor te pongo algo un día de estos (ahora no, que tu padre está durmiendo) y así lo entenderás mejor. ¿Y qué más? Puessss… Qué más, qué mas… No sé, hay animales, por ejemplo. En la ciudad donde vivimos hay perros y hay gatos, y también hay muchos pájaros, aunque no siempre se dejan ver. En el campo hay muchos más animales. ¿Y qué es el campo?, preguntó. El campo es como un parque (¿te acuerdas?, te he hablado de eso hace un momento), pero en grande. Es un parque, pero a lo bestia. ¿Me gustará? Pues yo creo que sí. ¿Y los animales? Los animales también te gustarán, cacahuete. ¿Cacahuete? ¿Por qué me has llamado cacahuete? Pues porque sí, porque ahora mismo eres tan pequeña que te pareces a eso, a un cacahuete. Te he visto en una foto, ¿lo sabías? No. ¿Qué es una foto?, preguntó. ¿Una foto?, dijo ella. Pues una foto es, pues bueno, así en frío es difícil de entender. Es un invento para fabricar imágenes, ya te lo enseñaré cuando salgas. ¿Y qué es un invento? Un invento es algo que hacen las personas para poder hacer cosas, otras cosas, muchas cosas, no sé. Oye, ¿no te gusta cacahuete? No mucho. No sé por qué, pero me suena muy raro. Vale, pues ya no te llamaré así nunca más. Gracias. De nada. Los inventos, le dijo. ¡Ah, sí! Los inventos, respondió ella. La gente inventa cosas todo el tiempo, ya verás. Hay coches, y hay aviones, y hay también teléfonos móviles. Hay máquinas por todas partes que hacen cosas todo el tiempo. ¿Y están bien? Bueno, a veces sí porque ayudan mucho. Otras, no tanto, depende del uso que les des. ¿Y de qué depende eso?, le preguntó. Pues de cada uno, claro, dijo ella. Por ejemplo, ¿tú sabes que, cuando tu abuela era pequeña, no existían las lavadoras? Ni la televisión. La televisión también te gustará, me temo. De eso también hablaremos cuando toque. El mundo cambia mucho con los inventos. Figúrate, cacahuete, que cuando yo era pequeña no existía Internet y, ahora, está por todas partes. Mamá. ¿Qué? Has vuelto a decir cacahuete. Ay, sí. Perdona. Lo he dicho sin querer. Internet, le dijo. Sí, Internet. Ahora la gente se puede comunicar desde casa y hablar con todo el mundo, y compartir imágenes y enviar mensajes. ¿Qué son mensajes? Mensajes son palabras, palabras que forman frases que quieren decir cosas para entenderse con los demás, como hacemos tú y yo. ¿Y eso está bien? Está muy bien, a veces. Otras, no tanto porque la gente dice muchas tonterías, pero eso ya lo irás descubriendo por ti misma. ¿El qué? Las tonterías que dice la gente. La gente dice muchas, pero muchas tonterías, ya verás. Esa es la parte mala. ¿Del mundo? Sí. ¿Y qué más? ¿Qué más cosas malas hay? Bueno, no quiero preocuparte con eso. No me preocuparé. Además, en unas horas ya lo habré olvidado todo, como siempre. Nunca me acuerdo de nada de lo que me cuentas. Eso está bien, le dijo ella. ¿Por qué?, le preguntó. Porque así, mañana te lo puedo contar todo de nuevo, desde el principio, y eso me gusta mucho. Bueno, ¿y qué? Pues, lo malo… Lo malo es que la gente no siempre hace lo que debe, ni se entiende entre ella y eso trae muchos problemas, ya verás. Hacemos lo fácil, difícil, y claro, así nos van las cosas. Lo malo es que a veces pasan, pues eso, cosas malas. Y no sabes por dónde te vienen, como esta enfermedad que ahora nos tiene encerrados en casa. Y luego está lo de la crisis, otra nueva, que ya veremos cómo se arregla esta vez. Tú también tendrás tus crisis, ya verás. Cada generación tiene las suyas. Mamá, le dijo. ¿Qué?, respondió ella. ¿Estás triste? No. Bueno, sí. Un poco. Ya se pasará, tú no te preocupes. Y ella respiró hondo y, efectivamente, la tristeza, tal como había venido, se marchó. Mamá. Qué. ¿Tienes sueño? Un poco. Me estoy quedando dormida de tanto hablar contigo. ¿Y papá? Papá duerme como un lirón. Yo también tengo sueño, le dijo. ¿Nos dormimos?, dijo ella. Claro. Buenas noches, le dijo. Buenas noches, replicó ella. Luego, se acarició la barriga y se arrellanó en la cama, poniéndose de costado. Que descanses… Que descanses tú también… Cacahuete, susurró ella. Y luego, apagó la luz. GERARDO LEÓN

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