MUSEU DE BB.AA. Sant Pius V, 9
Para apreciar la belleza es necesario conocer la fealdad, porque una no existiría sin la otra. Esto lo entendió a la perfección Leonardo da Vinci, que se interesó como ningún artista de su tiempo por retratar la fealdad y la deformación de personas reales, de carne y hueso. Por lo tanto, no dibujaba caricaturas (el género nació como tal en el siglo XVII y vivó épocas de esplendor en el expresionismo alemán de, por ejemplo, George Grosz y Otto Dix), sino fieles reproducciones de hombres viejos y desdentados, prognatos, de nariz aguileña, de cabeza deforme, arrugados, con verrugas, bocio y labios belfos, que, de una manera algo retorcida, le resultaban atractivos. Los grabados que muestra la exposición Teste grottesche en el Museo de Bellas Artes de València son en su mayoría copias que el artista del siglo XVII Wenzel Hollar -inventor de la técnica del aguafuerte- hizo de los retratos esbozados por da Vinci en la libreta que siempre llevaba encima. El valor histórico y documental de algunas de estas copias tiene su aquel porque nos han legado dibujos del genio que se han perdido por el camino. S.M.