HASTA EL DOMINGO 22/2
IVAM. Guillem de Castro, 118
La mansión de una plantación, soldados confederados, esclavos unidos por un yugo, una choza ardiendo, un hombre con látigo, una mujer que huye despavorida… Son las figuras negras recortadas con las que Kara Walker nos da la bienvenida a esta exposición en la que denuncia los estereotipos asociados a los negros, la sexualización de las mujeres negras y la explotación de los cuerpos negros por parte de los esclavistas blancos. Lo hace subvirtiendo la función original del teatro de sombras en el que se inspira. Todas las figuras son negras, pero es fácil distinguir quién es el amo blanco y quién el esclavo negro en este “juego” de recortables que contiene violencia y opresión debajo de la estática elegancia de las siluetas, de aspecto deliberadamente anticuado. Forman parte de una narración caótica que no terminará bien por mucho que cambiemos las piezas de lugar. Es, en fin, la prueba palpable de que una obra artística puede ser bellísima y horrorosa al mismo tiempo.
En absoluto complaciente, incómoda y valiente, la artista californiana presenta en esta exposición obras que denuncian el racismo estructural y la perpetuación de las narrativas del poder. Dicen de ella que es una de las artistas más complejas de su generación, y para muestra, estas 44 piezas que podéis ver en el IVAM en representación de cuarenta años de carrera en las que ha trabajado todo tipo de técnicas. Siempre sobrevolando temas como la raza, la identidad, la violencia, el poder, el sexo y el sistema de opresión sobre el que se forjó su país. Una herida que aún no ha cicatrizado y que le empuja a cuestionar la manera en la que miramos y entendemos la historia. S.M.











