Actriz y guionista de grandes directores (trabajaría con figuras como Alain Resnais), Agnès Jaoui salta a la escena internacional con su primer largometraje en la dirección, Para todos los gustos, con el que ganaría dos premios César, Mejor Película y Mejor Guion, además de ser nominada por Francia a los Oscar de Hollywood a la categoría de Mejor Película de Habla no Inglesa. Entre su filmografía se encuentran títulos como Un cuento francés, Háblame de la lluvia oComo una imagen, cinta con la que ganaría la Palma de Oro al mejor guion. Jaoui venía a Valencia el pasado viernes con su último trabajo, Llenos de vida, para participar en una sesión especial en La Filmoteca y una master class posterior ante profesionales organizada por EDAV, asociación de Escriptors de l’audiovisual Valencià, dentro de su programa de encuentros Retos del guion: una mirada europea.El ciclo de encuentros pretende hacer una aproximación a nuestros vecinos europeos dentro del marco de una industria y una distribución básicamente dominada por el cine norteamericano. Un predominio que, entienden los organizadores, ha ido aislando a las cinematografías europeas entre sí. Con motivo de este encuentro charlábamos con ella sobre todas estas cosas y, sobre todo, de su mirada hacia el cine. GERARDO LEÓN
El ciclo al que estás invitada lleva el título Los retos del guion: una mirada europea. Una de las premisas que plantea el ciclo es la desconexión que existe, a nivel europeo, entre las distintas cinematografías que comparten ese espacio político. Vemos mucho cine norteamericano, pero tenemos poco contacto con el resto del cine de nuestro continente. Al menos en España, no conseguimos conectarnos. No sé si en Francia sucede igual.
Francia es el país donde hay el mayor cine y teatro, y se puede ver películas de muchos países. Pero claro que, como en toda Europa, como en todo el mundo, salvo india quizás, hay sobre todo cine francés, cine norteamericano y se puede ver (en París, sobre todo) alguna película española o inglesa o italiana, pero demasiado poco. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la política cultural de Europa está vacía. Es increíble porque tenemos mucho en común, hay directores, no solo Almodovar, otros super-buenos, que no llegan a París y hay super-buenas películas que no llegan aquí o que llegan aquí con tan pocos estrenos o publicidad que nadie las ve. Y eso me mata porque hay riqueza. ¿No tenemos nada o qué? Pero no es verdad. Es una falta de orgullo, es una falta de inteligencia, es una falta de todo. Claro que es una falta de dinero, también, pero a muchos políticos que he tratado no les importa la cultura, o van al cine una vez al año para ver una super-producción americana. No se dan cuenta de la importancia. Es increíble que conozcamos por Netflix a algunos actores españoles, como los de [la serie] La casa de papel.De nuevo, es la fuerza económica de América. Roosvelt decía: tenemos que invertir en el cine americano porque así la gente va a comprar coches americanos, vestidos americanos, comida americana, y eso es lo que pasa. Él sabía muy bien la fuerza, el poder de la imagen. Y nosotros no lo hacemos. Y me mata.
Una de las cosas que me llama la atención es que vemos los Oscar, pero el público general (al menos aquí, en España) no sabe que existe una Academia del cine Europeo.
Lo sé.
¿Cómo es posible?
Eso es culpa de muchos y es la culpa de los media. Yo traté de trabajar, de ayudar, pero cada país va por su lado porque todos están fascinados todavía por América. Voy a contarte otra cosa. Yo fui a los Oscar con Para todos los gustos, y tenía un periodista de ELLE que estaba a mi lado todo el tiempo, y el jefe de los Oscar decía que el talento está en Europa, que era increíble la cantidad de películas buenas que venían de Europa y tal. Hizo muchos buenos comentarios sobre Europa y le decía al periodista: escribir eso. Imposible. No lo escribió. No quería, seguía soñando con América. Yo no sueño con hacer películas en América, yo sueño con hacer una película en España, en Italia, no importa. Es una colonización mental.
En España la comedia está viviendo un momento muy dulce. Nos cuentan los profesionales que es más fácil producir una comedia que cualquier otro género. ¿Cómo está la situación en Francia?
Pues en ese sentido es más fácil hacer una producción de comedia porque las comedias son las que tienen más éxito. Pero claro, tenemos también otras películas. Sí, es la moda de siempre.
Has dicho en alguna ocasión que eras incapaz de interpretar papeles con los que no te identificabas. A la hora de escribir y dirigir, ¿solo lo haces sobre cosas con las que te identificas?
Sí, en esencia es así porque yo, hasta ahora, cuando escribo para mí misma, tengo dificultades para escribir un papel que no esté cerca de mí, no sé por qué. Para Jean Pierre es super-fácil, cada vez interpreta papeles muy lejos de él, pero yo no. La verdad es que no lo sé. Pienso que quizás necesito decir algo y tengo miedo de que otro lo diga, no sé.
Llenos de vida, la película quese proyectaba en la Filmoteca, habla de la pérdida de ideales en Europa, un asunto que está en el subtexto. Las últimas elecciones francesas, con el ascenso de Le Pen, parece que motivó parte del argumento.
Sí, Macron está en grandes dificultades ahora porque hay un movimiento que se llama gilets jaunes(chalecos amarillos) que están haciendo una gran manifestación por un impuesto para comprar diésel. Todo el mundo, especialmente en el campo, están diciendo: nosotros no podemos más porque necesitamos el coche, etc. Todo este mundo está enfadado con los parisinos, con el liberalismo, con Macron, etc. Es un movimiento que no sabemos de dónde viene. Está bien porque no es un movimiento político, aunque claro, la derecha extrema y la izquierda extrema tratan de recuperarlo. Y eso se parece a lo que pasa en nuestra película. Para mí hay una enorme fracción entre la gente de la ciudad y de la capital. Pero es igual en todo el mundo. En América, claro, pero también pasa, más o menos, en todo el mundo. Me parece que hay un progreso por las minorías, con las mujeres, los homosexuales, todo eso, leyes hiper-prigresistas. Pero el resto de la sociedad no quiere eso, no quiere, como Obama, un negro como presidente, no quiere que se casen los homosexuales. Estamos en un momento hiper-raro para mí, hiper-peligroso en el que hay una parte de la sociedad muy progresista que cree que todo el mundo es progresista como ellos. Pero el resto de la población no sigue eso para nada. Y además la izquierda no logra hacer que los pobres sean menos pobres y que los ricos sean menos ricos. Y eso para mí es un gran problema. Antes de ayer yo comí con un político de izquierda, no voy a decir quien, pero muy importante, y le decía esto. Yo soy de izquierdas, pero si ustedes no resuelven esto, hay un gran problema.
Ya llevas cinco películas a tus espaldas. Quería preguntarte, ¿qué ha cambiado desde tu primera película como directora o guionista?
No tantas cosas. Sí, conozco más mi trabajo, conozco más qué estoy buscando. (piensa) Que nada es tan grave (risas). Pero no cambié en tantas cosas, creo. No sé.
Tus personajes siempre están en una situación de inestabilidad, como buscando algo. ¿Crees que es uno de los problemas de las sociedades modernas? ¿Que siempre andamos buscando algo y no encontramos el qué?
Sí, puede ser. En mis películas hablamos de la burguesía porque es lo que conocemos más. La gente busca la felicidad y quizá también algún tipo de reconocimiento de su dolor o de su ser. En Francia, en París, ser feliz no es fácil porque no es el problema de la gente. Tú no puedes ser feliz, no sé por qué. Por eso me gusta tanto venir a España. Ya sé que aquí no todo el mundo es feliz, pero hay un modo de disfrutar las cosas, el presente, mayor que en Francia. Aunque quizá es más fácil verlo todo bello desde lejos. Y también mi tema preferido es la dificultad de cambiar, de cambiar de perspectiva, de estar en el lugar del otro. Es por eso que me gusta tanto el psicoanálisis, el trabajo terapéutico, porque de repente tú puedes ver el otro lado, eso me gusta mucho, los momentos en la vida cuando cambias de perspectiva. Me gusta porque tiene algo de thriller, el culpable no es él, es otro. Muchas veces la gente no se da cuenta de nada, no se da cuenta de que está viviendo, de que los otros también están viviendo. Es ese momento de la vida tan intenso en el que entiendes algo por primera vez.
Me decía hace poco Jaime Rosales, un director español, a propósito de su última película, que había tres tipos de artistas: uno era el que sabía cómo funciona el mercado y trabajaba para él, otro el que reivindicaba algo, y otro que usaba el arte como terapia. ¿Dónde te encontrarías tú? ¿Utilizas tu cine como terapia?
Uhmmm. Pues la primera forma, no. Y la segunda, como denuncia, quizá más. El cine lo uso como terapia en el sentido de que yo hago cosas y eso me hace bien. Ser capaz de tener un proyecto y lograr hacerlo es una cosa buena para el ego. Pero las cosas que yo puedo tratar en mis películas son cosas que ya traté en terapia. (risas) Hay muchas cosas que me interesan, pero están demasiado cerca de mí para ser capaz de escribir sobre ello. Así que yo pienso que sería la segunda opción.
Tus películas son, sobre todo, películas de personajes. Hablando de guion, quería preguntarte, ¿cómo empiezas una película? ¿Por los personajes o por la idea del relato?
Uhmmm. Los dos. Pero primero me parece que es la idea. El tema y qué queremos decir sobre este tema. Y a veces hay un personaje o dos que queremos tratar porque el personaje mismo es un tema. Pero necesitamos un tema. Sin tema no sabemos a dónde vamos. Es nuestro principal objetivo.
Llenos de vidanos habla de un cambio generacional. Hay un personaje joven cuya cultura proviene ya de las redes sociales. ¿Qué lugar crees que ocupa el cine en esta nueva sociedad?
Estamos en un momento muy nuevo porque hace cinco o diez años que, por primera vez en la historia, la televisión en Estados Unidos es mil veces mejor que el cine. No solo mejor, es más moderna, más arriesgada, se ve de todo. Todos los temas, los géneros, homosexuales, trans, inmigrantes, gordos, flacos, todo se ve. Sexo, claro. Y muchas veces de super-buena calidad. También con otro tipo de tiempo y con otro tipo de consumo, que se parece mucho más a una adicción. Yo miro mucho y a veces pienso que no voy a escribir nada porque cada cosa que trato de escribir está en esta serie o en esta otra. Es un cambio muy grande. A veces pienso que el cine va a ser solo para las grandes producciones americanas porque solo ellos tienen el dinero para hacerlas. ¿Por qué ir a ver otro tipo de cine cuando tienes tantas ofertas en la televisión? Y a veces pienso que no, que es una moda y que va a cambiar. Es super-difícil de saber. No sé, no sé.
En España las plataformas digitales, hablando sobre todo de guion, parece que han abierto un camino de trabajo para nuevos proyectos. Son plataformas nacionales, pero también está Netflix, que también ha venido a producir.
Eso me alegra.
¿En Francia es la misma situación? Parece que vuestra relación con las cadenas de streaming es más conflictiva.
Más conflictiva porque nuestro cine no está muerto. Francia es el único país de Europa que puede resistir a América por causas políticas, porque tenemos leyes que protegieron nuestro cine. Yo espero que con Europa todos los países puedan tener de nuevo su propia cultura, su propio cine. De hecho, a mí me hace feliz ver una serie de Dinamarca o de Islandia. De repente, tú ves otro país, otra cultura, etc. Y me alegra muchísimo porque yo conozco a muchos actores españoles que gracias a la televisión y gracias a Netflix podrán trabajar. Yo conozco guionistas, también en Italia, que están tristes por la situación y si puede cambiar un poquito gracias a Netflix, es una cosa buena. Pero recelo mucho del modo de producir de Netflix y de los americanos. A mí me pidieron trabajar con ellos, y me dije, ¿por qué no? Pero me gusta la libertad, mi libertad y, por ejemplo, me gusta tener el montaje final de las películas. Ellos decían sí, sí, tú tienes el corte final, lo único (era una producción super-conocida) es que decidamos juntos el tiempo, la duración de la película. Y yo decía: ajá, ¿sí? Lo sabía. Significa que no. Así que bueno…
Ya para terminar, ¿nunca te has planteado hacer un drama, drama?
Hasta ahora no. Nos gusta hacer reír. También me gusta hacer llorar, pero también reír.
Y hasta aquí. A continuación, trascribimos algunas de las ideas que Agnès Jaoui compartió en el encuentro que mantuvo este sábado con profesionales del audiovisual valenciano. Aquí van algunos consejos para futuros guionistas y realizadores.
Empezamos buscando el tema, qué queremos decir con el tema, y cada personaje se desarrolla en relación con el tema.
La otra cosa hiper-importante para mí son los personajes, la historia sociológica, económica y cultural de los personajes. Necesito saber de dónde viene la gente de la que hablo, necesito saber su psicología.
Creo que la mejor escuela de escritura es la terapia. Llegas con una idea preconcebida de tu padre, de tu madre, de todo, y poco a poco cambias el punto de vista sobre tu propia historia.
Otro consejo es ir a clases de teatro para tener nociones de actuar. Cuando interpretas tus propias palabras, cambias las cosas. Así puedes ver lo que se puede o no puede decir.
Otra cosa importante es saber dónde queremos ir. A veces lees un guion y ves que tiene una buena idea, pero a la media hora se acaba. Es importante tener un buen inicio, un desarrollo y el final. Antes de escribir los diálogos debes tener la columna vertebral. Y eso para cada personaje.
Es mejor no empezar los diálogos hasta que tengas la casa bien hecha. Hay cosas que pueden aparecer al principio de la historia, pero si luego no influyen en el desarrollo de la historia es difícil quitarlas.
Una lucha hiper-importante es evitar los clichés. Es importante saber dónde tenemos nuestros clichés (porque todos los tenemos) para desmontarlos.