“Meterme en la piel de Lu ha sido un poco como rememorar mi propia adolescencia”

Elia Giner nos concede una entrevista tras la publicación de su novela Spells (Versatil). Autora la trilogía fantástica Rey Negro, mariposa blanca, tras escribir los dos primeros volúmenes de la trilogía, escribió Reflejos (Versatil, 2018) galardonada con el premio Networking literario del Congreso de Escritores AEN en 2018. En diciembre de 2019 llegó Spells (Hechizos), por la que le preguntamos en esta entrevista. GINÉS J. VERA

Spells es una novela narrada en primera persona por una joven de primero de bachillerato. ¿Cómo ha sido la experiencia de meterse en “los tacones” de Lucía, Lu para los más íntimos, a la hora de escribirla?
Me ha encantado meterme en su piel, porque Lu se parece mucho a la Elia de 16 años, así que ha sido un poco como rememorar mi propia adolescencia, ¡ja,ja!

La mejor amiga de Lucía es Jess, me gustaría que nos introdujera algo sobre ella. Y, ya puestos, en paridad, sobre el personaje de Samuel. Creo que podemos decir de él que es un amigo de su infancia. Al menos hasta que por motivos familiares él tuvo que irse a Escocia. Tiene un papel muy jugoso en esta novela, ¿no es así?
Jess es la mejor amiga de Lu. Es impulsiva y un poco alocada, y será la responsable, en parte, de que Lu se atreva a probar el hechizo de amor de su abuela. Aunque es un personaje secundario, tiene mucho trasfondo, ya que poco a poco, según avanza la novela, Lu va descubriendo que la vida de su amiga no es tan perfecta como parece y eso la hará valorar muchas que antes daba por hechas. En cuanto a Samuel, sí, tiene un papel muy jugoso en la novela. Era el mejor amigo de Lu en la infancia, y ahora que ha vuelto, los sentimientos entre él y Lu evolucionarán desde la desconfianza hasta… ¿la atracción? ¿el amor? Dejaré que sean los lectores quienes pongan nombre a la complicidad tan intensa que surge entre ambos.

“Según comprobé con mis propios ojos, los niños y las niñas dejan de ser los mejores amigos a determinadas edades”, leemos. ¿Nos comenta esta frase?
Samuel y Lu fueron íntimos amigos, desde los 4 o 5 años hasta que los padres de Samuel se divorciaron y él se marchó a vivir a Escocia, con su padre. Al principio, Lu le echó terriblemente de menos. “La vida pasó de ser en color a ser en blanco y negro”, rememora cuando se acuerda de esa época. Luego, según va pasando el tiempo, Lu se consuela pensando que hubiesen dejado de ser los mejores amigos aunque Samuel no se hubiese marchado, porque según comprueba con sus propios ojos en el colegio, los niños y las niñas dejan de ser los mejores amigos a determinadas edades. “No me preguntes por qué, pero así es. Misterios del universo”. Así zanja Lucía ese diálogo interno, ¡ja,ja! Es una reflexión muy espontánea, tierna y llena de inocencia, ¿no te parece?

En un pasaje de la novela, Lucía admite que siempre ha sido normalita, del montón. Que nunca ha destacado en nada, realmente. Pero hay un hecho trascendente en su historia, aunque ella admita que se limitó a seguir una receta, algo que cualquiera podía haber hecho. Mi pregunta, como lo hace Lucía para sí, es sobre los impulsos , sobre los pequeños actos que hacen que el curso de las cosas den un vuelco. Quizá enlazándolo con lo que le explicó a Lucía su madre sobre la teoría del caos y el aleteo de la mariposa y los tsunamis. ¿Hasta qué punto pequeños actos tomados impulsivamente condicionan la vida y el devenir de las personas?
Sí, Lucía no tiene la autoestima alta. Cree ser normalita, del montón. “Más corriente que el agua del grifo”, llega a decir en un capítulo, ¡ja, ja! Sin embargo, eso no es cierto: Lucía es valiente, muy valiente. Si no, no se explica que se atreva a hacer todas las cosas que hace para descubrir la verdad sobre su abuela, su pasado familiar y su propia identidad. Además, sus vivencias a lo largo de la novela la hacen evolucionar. Por eso es capaz, al final de la historia, de hacer reflexiones tan acertadas como la que comentas. Cuando Lu recuerda el momento en que el hechizo de su abuela cayó en sus manos, se da cuenta de que abrió aquel papel doblado porque sintió curiosidad. Pero también reconoce que de la misma manera que lo abrió y lo leyó, podría haberlo tirado, lo que fue su primer impulso. Ese pequeño acto, comprende Lucía en una ráfaga de lucidez, hizo que el curso de las cosas diese un vuelco decisivo. “Abrir ese papel fue como empujar una ficha de dominó, que golpeó a otra, que a su vez golpeó a otra, y a otra, y a otra, provocando una reacción en cadena”, dice. Igual que en la teoría del caos, cuya metáfora más famosa es la que tú comentas y que afirma que el aleteo de una mariposa en una parte del mundo puede provocar un tsunami en la otra. Es una comparación preciosa, a mi modo de ver…

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