«Los grupos de poder no estaban acostumbrados a estas revoluciones e intentaban aplacarlas con violencia»

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La sombra de la ley es sin duda una anomalía dentro del cine español. Dirigida por Dani de la Torre, la película cuenta la llegada a la Barcelona de los años veinte del siglo pasado de un policía, Aníbal Uriarte (Luis Tosar) para resolver un crimen: el robo de un cargamento de armas del ejército por parte de un grupo de anarquistas. Eso es, al menos, lo que sospecha la policía local. Pero, como comenta su director en esta entrevista, La sombra de la leyquiere ser algo más que un thriller de gangsters. Es el reflejo de una época convulsa de nuestro país. Un momento de despertar a la civilización, al desarrollo de las ciudades modernas, de los espectáculos de cabarets donde, por otro lado, la confrontación entre la vieja burguesía empresaria y una clase trabajadora que empezaba a despertar ante la necesidad de hacer valer sus derechos y libertades está a punto de estallar. En esa Barcelona de entreguerras, Uriarte encontrará un mundo en ebullición lleno de personajes de muy distinta condición: el policía corrupto, el proxeneta sin escrúpulos, el revolucionario, etc. Género negro, un momento histórico muy peculiar, intrigas sociales y políticas son los condimentos de un cóctel, como decíamos, muy poco frecuente en nuestro cine.  G. LEÓN

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Cine de gangsters, un género muy poco habitual en España. ¿Qué te impulsó a hacer esta película? 
Bueno, un poco eso. Ese es el punto de partida. Cuando me enviaron el guion de la película dije: ostia, esto es una película de gangsters. Entonces empecé a documentarme y a leer y a bucear en las fotografías de la época, en las filmaciones que había de los años veinte, a leer novelas, a interesarme por historias sobre el pistolerismo y todo el movimiento que hubo en la Barcelona de los 20. Y la verdad es que vi un mundo que nunca se había fotografiado antes, una Barcelona que se abría, una ciudad a la que acudían miles de emigrantes buscando su lugar. Llegaba la moda, llegaban los coches, llegaban los tranvías, se abría a muchas explosiones culturales, llegaba el modernismo, la gente reivindicaba ese ocio también, los music halls,las drogas, el desenfreno. De alguna manera la gente empezaba a reclamar vivir bien. ¿Qué pasa? Pues que era la primera vez que a los grupos de poder se le empezaba a revolver la gente, las masas empezaban a exigir derechos laborales, derechos sociales, las mujeres exigían el sufragio, hubo movimientos de todo tipo. Eso llevó a la represión. Los grupos de poder no estaban acostumbrados a estas revoluciones e intentaban aplacarlas con violencia. Pasaba también que la prensa irrumpió esos años, los periódicos empezaron a leerse, los gobiernos se vieron obligados a dar explicaciones por las cosas que estaban haciendo como, por ejemplo, la guerra contra los marroquíes, en la que estaba muriendo mucha gente joven y era un desastre económico para el país. Los patronos contrataban a pistoleros a sueldo para que se cargaran a los sindicalistas para que aplacaran los ánimos y, de alguna manera, mantener a raya a la población. Pero no era suficiente. Cada vez había más violencia, cada vez había más represión y eso derivó en lo que derivó, en un golpe de estado. Fue un preámbulo de lo que ocurrió luego.

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Una cosa que me ha gustado de tu película es que has hecho un intento de buscar una estética, de crear una mitología dentro del género. Está en los planos, en la manera que tienes de abordar la trama.
Sí, lo que yo quería era mostrar esa luz, el mostrar esos escenarios grandes. El mostrar una ciudad grande en la que la gente iba buscando oportunidades, como nuestro Nueva York o nuestro Chicago. Nuestras américas eran Barcelona, también Madrid y el País Vasco, Bilbao que, en aquella época, eran las ciudades referencia industriales. Todo el mundo iba a buscar allí una oportunidad: gallegos, extremeños, andaluces, etc. ¿Qué pasa? Que eso trajo el progreso, el dinero y el dinero compra el lujo. Hay grandes avenidas, llegan los coches, llega la luz eléctrica que lo invade absolutamente todo, los letreros eran de neón, que hasta ahora no se habían visto. Entonces, la gente de los pueblos llegaba a las ciudades y veía ese despliegue y era como estar en un parque temático, como Las Vegas. Y eso era lo que yo quería mostrar. En nuestro cine siempre se ha contado mucho la parte oscura, las cloacas, un poco el Cañas y barro, buscando historias pequeñas en unas aldeas o en una parte de la ciudad super-sórdida. Yo quería salir de eso. Quería mostrar una manera de ver una época que no se había hecho todavía. Todos conocemos los años veinte por las fotos, pero es que era una explosión de color espectacular. Las modas, los trajes, todo era estética pura.

No sé cuáles han sido tus referentes, pero mientras la estaba viendo, pensaba en Pekinpah, en Eastwood.
Sí, Sergio Leone, Brian de Palma. Sí, esas son las referencias ya cinéfilas mías. Yo lo que quería era no alejarme mucho de ellos. No hacer algo super-personalni algo super-underground ni super-moderno. Quizás donde me alejo de ellos es en la violencia, donde intento acercarme más a Greengrass, esa onda, y hacerla narrativamente más modernas. Más como son ahora las películas de acción, con la cámara muy móvil, pegada al personaje, y con mucha vibración. Quizás ahí me salgo de la narrativa clásica, pero bueno, es un poco para mostrar toda esa crudeza. El espectador está acostumbrado a que se la muestren un poco en movimiento. Ahí está las dos mezclas de estilo.

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Quería que me hablaras un poco del personaje de Tosar, que es fundamental en la película. A mí me recordaba al Eastwood del Jinete pálido.
Tal cual. La referencia era esa. Era buscar el western, al cowboy que llega como una de sus últimas misiones a una ciudad y tiene que solucionar una cosa. Que no sabemos si la solucionará o no, pero sabes que va a morir mucha gente (risas).

(Risas)
Entonces esa épica es la que buscábamos y, de alguna manera, es la que también le atrajo a Tosar a la hora de coger el personaje porque le apetecía hacer un personaje que no hablase mucho, que dijese mucho con la mirada y que fuese un tipo de acción, muy físico, muy violento, que arreglara las cosas a ostias. Y yo creo que, bueno, es una de las grandes virtudes de la peli, que el personaje principal fuera como enigmático, que no sabe muy bien qué hace, a qué juega y que, de alguna manera, fuera nuestros ojos en la película, más que sus palabras, lo que dice. Me gusta mucho.

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Quería destacar lo bien construido que está el guion, lo bien ensartadas que están las tramas.
Sí, el hándicap que tiene esta peli, para bien o para mal, lo que la gente destaca o no le gusta (porque tengo oído de todo) es que hay muchos personajes y hay muchas tramas. Está la fábrica, están los gangsters, está el music hall, están los políticos, es muy coral. Entonces, a veces hay gente que, como tiene tantos frentes abiertos, hay algunos que le satisfacen y otros que no tanto. Estamos acostumbrados a historias de la ley seca, por ejemplo. Las tramas de las películas americanas generalmente vienen por ahí, contrabando, el poder, el engaño, el odio, Camino a la perdición,etc. Aquí no partimos de la ley seca, parte de un conflicto social. De un conflicto que surge de un grupo pequeño que quiere dominar a todos los demás, y todos los grupúsculos que van saliendo y de cómo se toman el pelo unos a otros. Aquí entra en juego un contexto político que en las películas de gangstersno entra generalmente, como el tema de los obreros y sus reivindicaciones, las huelgas, el anarquismo, los frentes que había entre ellos… esas cosas que llevan la película más hacia el lado de Novecentoque hacia una peli de gangsters al uso. Pero yo creo que era muy interesante porque también estamos contando una historia de nuestro país. Era algo que sucedió aquí. Y seguimos arrastrando esa mierda. Me apetecía hacer una película que tuviera arraigo sociopolítico, que tuviera esa lectura, que la viera gente joven y dijera, pero, ¿aquí hubo esta peña?, no inventarme cuatro personajes que se pegarán cuatro tiros en un music hall. Quería que tuviera algo más, ver de dónde venimos, ver que esos problemas vienen de esa época y que no se arreglaron.

La película te remite al ahora al plantear esa confrontación. Por un lado, están los revolucionarios y por otro los conservadores.
Y luego son todos unos hijos de puta.

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¿Seguimos sin aclararnos?
Sí, es que es lo que pasa. Yo creo que hay un grupo que intenta gritar más alto que el otro grupo y nadie se escucha. Solo hay dos personajes honestos o que buscan, aparte del personaje de Tosar que deambula entre dos mundos intentando hacerse un hueco, hacer las cosas bien. Son el personaje del jefe policía, el comisario, y por otro lado el personaje de Salvador, el sindicalista. Son los personajes que ven venir todo, ya estuvieron ahí metidos e intentan arreglarlo lo antes posible, pero cuando enfrentas a gente que no está dispuesta a hacerlo o gente que interesadamente prefiere el conflicto, acabas en el conflicto. Aquí se muestran esos dos mundos, esas dos Españas que están completamente enfrentadas. A mí lo que me gusta de todo esto era que los fines políticos eran solo cortinas de humo, que detrás de todas las banderas siempre hay intereses. Bueno, de alguna manera eso es algo que estamos viendo continuamente en la prensa. Yo no quería hacer política, quería hacer historias humanas y, de alguna manera, estos personajes apelan a sus instintos primarios. No quiero perder poder y el que me toca las narices, muere. Punto. Y viceversa: yo tengo que tocar las narices para llegar a donde quiero llegar. Muchos de los problemas que tenemos hoya vienen de ahí. Y viene porque no se escucharon y siguen sin escucharse.

Tu peli me ha parecido que es un homenaje a los que se quedan en medio, los que van a sufrir las consecuencias de intereses que no les incumben, pero que lo van a pagar. Son ellos los héroes. 
Sí, son los que intentan cambiar las cosas. Intentan que se les respete. Aquí pasa que todos los personajes, de alguna manera, no es que sean todos malos, es que se obligan unos a otros a ser malos. Tienen que defenderse, siendo violentos unos o siendo cabrones otros o siendo oscuros y manipuladores otros, como el personaje del Barón, por ejemplo, que quiere conocer los secretos de todo el mundo para poder utilizarlos y dominar a la gente. Era un mundo de cabrones en el que cada uno tenía que ser más cabrón que el otro para sobrevivir. Y yo creo que quien más lo sufría eran las mujeres. En esa época eran batallas muy gordas porque no tenían derecho a nada absolutamente. Lo que queda de todo esto es el poder de unos sobre otros.

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Otra cosa que quería que nos comentaras y que destaca de la película es la parte de reconstrucción histórica. ¿Qué ha sido lo más complicado y lo más placentero de este trabajo? 
Era uno de los hándicaps que yo tenía. Cuando leí el guion hablé con los productores y les dije, mira lo que yo quiero hacer es una película grande. Esta película pide que sea una película grande de producción, si no lo podemos hacer es mejor que no lo hagamos. Yo quiero abrir los planos, quiero ver las calles, quiero ver los coches, quiero ver mucha gente, en esa época había mucha gente en las calles, en todas partes. Entonces, claro, era mi principal preocupación. Pero al conocer a Felix Bergés- El Ranchito (Juego de Tronos) de digitales, me tranquilizó bastante. Entonces, trabajamos mucho sobre los decorados naturales, pero con mucho inserto digital. Hoy en día, en España estamos con mucho nivel. Todavía nos falta mejorar para llegar a los americanos, pero es cuestión de tiempo y de dinero. No es lo mismo trabajar un año en una película en digitales que tres meses, como nosotros. Pero estoy muy contento, uno de los mayores retos fue lograr ese nivel de producción.

Háblame del plano de la Sagrada Familia.
Ah, sí (risas) Pues mira eso es una mezcla de escenario real, (el entorno donde lo grabamos era una especie de graveras que estaban en obras), y 3D. Estaba sacado de una foto de la época, de 1917, y la reconstruimos igual. Es trabajo de CGI, trabajo de 3D puro y duro.

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Si cada película es un mundo, ¿qué te ha aportado, de qué te ha servido, como profesional, esta película con respecto a tu primer largo, El desconocido? 
Bueno, me ha supuesto un salto importante. Hacer una película de época siempre es un salto importante. Salir indemne de una película de estas es complicado, ya sabía dónde me metía, sabía que era difícil. Luego, hacer una película de gangsters, la primera, pues ya te metes en otro berenjenal y, encima, si te comparan con las americanas, pues ya más todavía. Estoy muy satisfecho del resultado. Evidentemente todo se puede mejorar y todo es opinable y habrá gente que le guste y gente que no, porque para eso hacemos cine. Si le dan a los grandes, imagínate a mí. Yo lo que quería era hacer esta película porque creo que estamos en un momento en el que hay que dar un paso. Por una parte, nos dan leña, y por otra nos quejamos de que solo se hacen comedias. Yo creo que está bien que se hagan comedias y está bien que se haga todo tipo de cine, pero creo que también hay que explorar géneros nuevos. Lo que he hecho yo es abrir una puerta. Igual ahora llega otro director o directora y hace otra cosa diferente en esa época y es la ostia. Lo que no tenemos es que cerrarnos, tenemos que hacer más géneros, abrirnos más, hacer thriller, comedias, dramas evidentemente, películas de autor, más indies y experimentales, por supuesto. Pero también tenemos que ir ahí, tenemos que ir al enterteinment, tenemos que hacer terror, ciencia ficción, contar nuestras grandes historias de época. Yo creo que la gente se merece que le cuenten su pasado, su futuro. Yo creo que la tecnología permite todo eso. Para ganar hay que arriesgarse.

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¿Se dan las condiciones de producción para ello?
Yo creo que sí. Se dan las condiciones técnicas para hacer cosas de estas. Pero pasa es que estamos en un momento muy malo. Siempre nos estamos quejando, pero estamos en un momento muy complicado. Malo para el cine de sala, bueno para la producción audiovisual porque hay cada vez más plataformas, hay cada vez más series, los contenidos audiovisuales cada vez se reclaman más. Yo creo que estamos en un momento de transición en el que la gente tiene Netflix, HBO, varias plataformas que escoger, entonces muchos géneros están sufriéndolo. Yo creo que las películas medias, como la nuestra, lo está sufriendo, thrillers tipo El niño, Celda 211, estos thrillers que antes funcionaban, ahora funcionan muy poco, de hecho, porque son pelis que las da las plataformas en serie. Por eso las comedias destacan, porque la comedia en España siempre ha tenido mucho público. Es preocupante para determinados géneros porque los productores arriesgarán menos, irán más a la comedia que es valor seguro, y se explorarán menos géneros, pero creo que hay que seguir haciendo cine de todo tipo, e intentar que el espectador salga de su casa y salga a la sala. Si no, malo.

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