“Dos mejor que uno”, dice el refrán. De ser así, este libro Yo soy así (Zenith) tiene ya de entrada un punto a su favor. Está escrito a cuatro manos por Fernando Trías de Bes y Tomás Navarro. Economista el primero, psicólogo el segundo, ambos escritores, Navarro ha tenido la amabilidad de concederme unos minutos de su agenda promocional para hablarme de este su último libro. Tomás Navarro tiene una dilatada experiencia internacional como psicólogo, consultor y escritor, se han convertido en una referencia en resiliencia, bienestar y psicología. Sus áreas de interés son la humanización de las empresas y el bienestar de sus empleados. También colabora con diferentes medios de comunicación además de atender a particulares en la montaña, bosqueando, andando o esquiando en el corazón del Pirineo, lugar donde reside. Es autor además de los libros Fortaleza emocional, Kintsukuroi y Wabi-sabi. GINÉS J. VERA
Acostumbrado a tus libros en solitario, me ha sorprendido (gratamente) que en este te leamos de la mano de otro gran comunicador y autor de excelentes relatos como es Fernando Trías de Bes. Mi curiosidad es saber cómo os habéis repartido la labor en Yo soy así, ¿qué parte o tarea ha acometido cada cual antes de mandar a imprenta este libro?
Pues Fernando tenía algunos relatos compilados que había ido escribiendo durante años. Mi editora me envío un par y los analicé. Ví que tenían muchas posibilidades de análisis ya que retrataban situaciones habituales llevadas al extremo. Acto seguido hicimos una selección de relatos y le propuse que escribiera alguno más sobre algún o perfil interesante que no quedaba reflejado en sus relatos iniciales. Una vez seleccionados, procedí a redactar mis análisis de un tirón con el mismo tono con el que suelo impartir mis charlas.
Empecemos por orden o… con el orden, ya que es el primer relato y manía. Pensaba que los psicólogos extraían sesudas conclusiones acerca de la personalidad del individuo en función de lo ordenados que seamos. De si se es más creativo/a, más racional, etc. Pero resulta que estigmatizamos el orden y el desorden. El entorno y sus reglas parece ser la clave. ¿Nos lo explicas?
Ciertamente el entorno puede condicionar nuestro nivel de orden así como nuestra fatiga, cansancio o tiempo disponible Pero por otro lado confundimos algo contextual con algo estable. En el libro diferenciamos entre estado y rasgo. Con el tema del orden, solemos elevar a lo divino algo que es muy mundano, elevamos a rasgo lo que puede ser un estado y lo asociamos a nuestra identidad creyendo que nos define. Sin duda que el orden puede coexistir con cualquier rasgo de personalidad, pero no tiene por qué tener relación causal
“Sentir celos no es ni bueno ni malo, es humano, y como todo lo humano, normal”, leemos. Me viene a la cabeza esa frase atribuida a San Agustín: “El que no tiene celos, no está enamorado”. ¿Mentía el santo? Podemos utilizar los celos con cariño, leemos también. Y, al parecer, en el fondo no son más que una muestra del miedo. Lo que no hay que confundir son los celos con un trastorno delirante de tipo celotípico. Cuéntanos.
Los celos son humanos y animales, nuestros hijos, perros y gatos son celosos. Los celos son com una especie de barómetro que nos da feedback en eso tan incierto del amor. Recuerdo una situación en la que sentí celos de un masajista que estaba dando un masaje a mi mujer. Imaginemos como podría haber reaccionado en función de mi personalidad. Insisto el problema no son los celos, sino donde aterrizan. Si soy creativo posiblemente esa misma noche le diera un masaje mejor, si soy inseguro posiblemente estaría dándole vueltas a que tengo que hacer un curso de masaje, si fuera dominante hubiera solicitado un cambio de masajista masculino a una femenina, si fuera un manipulador la hubiera hecho sentir culpable, si fuera agresivo le hubiera dado una torta al masajista y si hubiera sido agresivo pasivo pues quizás se lo hubiera dado a mi mujer. Insisto, tu personalidad determina la expresión de tus celos. Eso sí, otra cosa es un trastorno, esa es la línea roja que marca lo normal de lo patológico. En el trastorno delirante celotípico la persona piensa mal, ve cosas donde no las hay y reacciona en consonancia. Esos pensamientos son delirios que parecen reales pero no lo son.
A veces culpamos a la soledad de problemas que nada tienen que ver con ella, confundimos nuestros temores elevándolos a la categoría de miedos o no nos sentimos satisfechos con nosotros mismos. Creo que los problemas de autoestima están detrás de muchos de estas diecisiete manías, ¿puede ser?
De nuevo como en el caso de los celos, depende de donde caiga cada manía. La autoestima condiciona gran parte de nuestra vida que determina algo tan importante como nuestro estilo de atribución ante lo que nos sucede y no nos sucede. No obstante cada manía responde a un mecanismo diferente independientemente del grado de autoestima que tengamos. Lo que si que es cierto es que una baja autoestima suele generar más ansiedad y ante un elevado grado de ansiedad suelen aparecer más rutinas y manías compensatorias.