La muerte de su tía Rosa será para Joana un acontecimiento especial, no solo por el lazo afectivo que la une a ella o por el hecho de que es la primera vez que ve el cadáver de una persona. Sobre la tía Rosa siempre ha planeado la idea de que era una mujer muy diferente del resto de mujeres que había conocido. En boca de su madre, Rosa era una mujer elegante, independiente que siempre había desafiado a las convenciones sociales. Una pregunta intriga, sin embargo, a la joven Joana: ¿por qué nunca tuvo un novio? Pero, como iremos descubriendo, en realidad este interrogante no está dirigido tanto a desvelar el pasado de su tía fallecida, como a tratar de comprender su propia situación, sus porpios sentimientos. Rodeada de su madre Carolina y de Norma, su abuela, Joana intenta encontrar respuestas en el comportamiento de los demás. Su madre busca reconstruir su vida sentimental buscando la relación con un nuevo hombre. Su abuela tiene relaciones con un viejo afilador de cuchillos de la zona. Mientras, Joana tratará de resolver sus propias dudas, mientras pasea, habla y explora el mundo al lado de su mejor amiga.
The first death of Joana, es el segundo trabajo largo de la directora brasileña Cristiane Oliveira, quien ya visitara el festival Cinema Jove con La mujer del padre. Aquí, Oliveira repite algunos de los temas que ya explorara en su primera película, el despertar de la sexualidad, el mundo rural, espacios que, si bien esta vez no se encuentran en un espacio físico fronterizo, sí se sitúan en una frontera de otro orden, quizá espiritual. De estas y otras muchas cosas charlábamos con la actriz Lisa Becker, protagonista de este relato y que interpreta a Norma, la abuela de Joana.
The first death of Joana gira en torno a un secreto, algo que nadie quiere decir. Eso hace que el juego de la película esté en una especie de silencio que rodea a los personajes. Como actriz, ¿qué reto te ha supuesto el hecho de tratar de representar un algo que nunca se expresa?
Yo me puse en la posición de esta mujer para quien lo más importante son las apariencias, proteger a la niña y el statu quo. Es más cómo están escritas las escenas. Yo intenté limpiar mucho, no mostrar mucha emoción. Hay que tener en cuenta que nos referimos a una familia de origen alemán, luterana, con lo que eso conlleva en cuanto a la expresión de sentimientos. Yo creo que la noción de secreto queda más fuerte en el conjunto, no tanto para mí como actriz. Más importante para ese personaje es la relación, la preocupación que tiene por la niña, porque la madre es muy dura con su hija, con mi nieta. En este caso, se trataba de intentar mostrar más ternura, algo que quizá sea más normal en los abuelos, que tienen esa distancia que les da los años y muestran más calma que los padres en relación con los nietos.
Parece que la abuela, el papel que interpretas tú, entiende mejor a la niña que la propia madre. Me has comentado que es un hecho que tiene que ver con la edad, pero parece que también hay algo que tiene que ver con una distancia generacional, con la cultura.
Yo creo que la experiencia hace a la gente menos dura. La vida no es así. Esa mujer ya ha pasado por todo, tuvo un marido que era muy represor, etc. Yo creo que sí, la edad y la experiencia ayudan, pero también es verdad que la relación de esta abuela con su propia hija, la madre de la niña, es más dura que con la nieta. Ella también critica a la hija cuando quiere tener un novio, que es negro. Eso no le gusta. Y la hija critica a la madre. Esa relación madre-hija es muy dura muchas veces.
Una de las escenas clave de la película es cuando la nieta descubre que su abuela tiene relaciones sexuales con un hombre de su edad. ¿Crees que las relaciones sexuales en la tercera edad siguen siendo un tabú o algo que nos incomoda?
No creo que sea un tabú. Brasil es muy raro porque allí la sexualidad está así, frente a ti, todo el tiempo. Quizá demasiado, pero siempre se refiere a mujeres jóvenes, muy lindas y con el cuerpo perfecto. Y una siente que, después de los cuarenta o cuarenta y pico, ya no vale como mujer, como si la sexualidad no existiera. Pero no es una cosa de moralismo, creo, es una cosa más de prejuicios con respecto a los mayores. A mí me encantó que, en esta película, la única escena de sexo que hay la protagonizara una mujer que es mayor. Eso me gustó mucho del guion. La película trata de muchos prejuicios y, sutilmente, ese es uno de ellos.
La película muestra un mundo de mujeres en la que los hombres se quedan al margen o aparecen muy poco, o solo se habla de ellos. En algunos planos, incluso, se les corta la cabeza. (risas)
Sí, sí (risas)
¿Consideras que en la sociedad brasileña ambos mundos están tan distanciados?
No, no lo pienso. Hoy día, no. Está muy mezclado. Las mujeres brasileñas son muy fuertes. Esta película trata de una comunidad más pequeña, muy reprimida, que tiene esa cosa de los alemanes que llegaron a Brasil hace ciento cincuenta años y se quedaron en pequeñas comunidades. Pero hay mucho machismo, especialmente ahora con… el psicópata [Bolsonaro] porque normalizó un discurso super-machista y homofóbico. Ahora la gente no tiene vergüenza de decir algunas cosas. Pero yo no veo a Brasil como una sociedad muy reprimida… hay discriminación, claro, en el trabajo, pero, como digo, la mujer brasileña es bastante fuerte, aunque luego también está el otro lado en el que existe un súper-culto a la cirugía plástica, al cuerpo, etc. Es casi ilegal tener arrugas, quedarte vieja. Por ejemplo, cuando alguien te grita algo en la calle, le dices: “vieja hija de puta”. La palabra viejo o vieja es una manera de degradar al otro. Pero bueno, ese es otro tema.
Me hablabas de la situación en Brasil. Si Brasil es tan abierto en muchos aspectos, ¿por qué crees que se ha producido esta situación política? ¿Hay una salida? Te lo pregunto porque entiendo que la película sitúa la acción en el 2007, pero, de alguna manera, el argumento se proyecta sobre el presente del país.
Sí, es muy interesante porque cuando Cristiane tuvo la idea y empezó a escribir las primeras versiones del guion, era el 2006, 2007 que era un momento en el que Brasil estaba avanzando en toda la parte humanista y progresista de derechos de los homosexuales, de la mujer, había políticas gubernamentales que estimulaban, por ejemplo, películas o todo tipo de obras de arte que tratasen temas de género, de feminismo o racismo, también se produjo el tema de las cuotas raciales para la universidad. Era un momento en el que pensamos “ya estamos donde queremos”. Entonces, mientras ella estaba escribiendo pensó, bueno, puede que esto ya no sea tan actual. Y de repente… pufff. No sé, es muy duro porque es como que esa parte de Brasil que habíamos olvidado subió y ahora tiene mucho poder y orgullo de ser reaccionario, homofóbico, machista, racista, etc. Es una cosa interesante porque había un programa de estímulo para películas que trataran las cuestiones de la diversidad, películas que estuvieran dirigidas por mujeres y ahora ya no se sabe. Ella no sabe lo que pasará cuando el ministerio le dé la calificación por edades, por ejemplo. Bolsonaro terminó con el Ministerio de la Cultura, no hay Ministerio de Cultura en Brasil. Ahora hay 400 proyectos que fueron aprobados que están paralizados porque no quiere que el estado esté involucrado en obras que estimulen la homosexualidad. Pero, bueno, ahora hay una reacción, pero es muy difícil saber lo que va a pasar.
Me ha llamado la atención, quizá porque es una comunidad muy particular, esa convivencia que muestra la película entre las tres generaciones en un mismo espacio. Esto es algo que parece que se está haciendo cada vez más difícil, quizá sea por la forma en la que vivimos en Europa. ¿Es diferente En Brasil?
No tanto en las grandes ciudades. Pero aquí estamos en una comunidad rural. Pero [piensa] en realidad, miento porque si pienso, por ejemplo, en las favelas, un porcentaje alto de los jefes de familia son mujeres. Entonces, muchas veces conviven varias generaciones, donde la abuela cuida de los nietos y la mamá va a trabajar, etc. En Brasil hay tantas diferencias de clase, económicas… en el caso de la clase media, por ejemplo, no suelen vivir todos juntos, pero la gente que es más pobre necesita a los abuelos, generalmente a la abuela, a las mujeres.
Aunque no se manifiesta siempre de manera expresa, en la película hay un elemento fantástico, casi mitológico, que aparece de fondo. ¿Qué presencia tienen estos elementos en la cultura de tu país?
Claro, para nosotros, aunque no seas religioso, la presencia de la religión de raíces africanas es muy fuerte. Mucha gente que no tiene religión o que no sea católico, sabe quién es su santo. Ese mundo está muy presente. Donde se rodó la película hay unas comunidades que se llaman quilombos, que son descendientes de esclavos que se formaron durante el siglo XVI. Son pequeñas comunidades de negros que se liberaron o se escaparon de sus patronos. En ese lugar donde se rodó la película, esta presencia es muy fuerte; tanto, que hay algunas fiestas tradicionales que son parte del calendario oficial de la ciudad. Por ejemplo, el 2 de febrero es el día del Yemanyá, que es la diosa del mar. Es una diosa muy importante en el sincretismo, que es muy fuerte en Brasil. Es como la diosa de los navegantes. En la película aparecen esas imágenes de santos, etc… Es una parte del imaginario que, aunque uno no se dé cuenta, está ahí.
Otro elemento de la película es el sueño de Europa, como un ideal. Tú que estás ahora mismo en Europa [Lisa Becker vive en reside Dinamardca], ¿qué opinas de ello? La película lo plantea como una forma de confrontación, un espejo en el que se proyectan los problemas de los personajes, más incluso que los Estados Unidos.
Bueno, Brasil es muy de Estados Unidos, pero en esas comunidades de origen alemán todavía se habla su propia lengua, por ejemplo, que es un dialecto del alemán del S.XVIII. Esa gente tiene una conexión muy fuerte con una Alemania que no existe, pero cultiva lo luterano, sus costumbres, ese bizcocho que hace mi personaje y que se hace mucho en Alemania. Cristiane usa esa conexión con Alemania como un ejemplo del contraste.
¿Cuál fue tu relación con el personaje de Norma? ¿Dirías que hay algo del personaje en ti? ¿Qué parte de ti pusiste en su personalidad?
Hay una cosa que me gusta en ella y es que, aunque todas las mujeres de la película son muy duras, a ella le gusta bailar, le gusta hacer cosas que, si lo pensara, quizá diría, “no debería hacerlo porque soy viuda”, etc. Ella tiene una fuerza y una alegría que me gustan. Pero yo lo que hago es plantearme cómo son las situaciones que propone la película y meterme en ellas. Pienso cómo es mi relación con la hija, con la nieta, con este hombre, qué miedos tiene esta mujer. Es más así, sin pensar mucho en qué me implica. Bueno, sí. Es una mujer mayor, pero es otro mundo, otra cosa.
Para terminar y volviendo un poco al hecho de ese guion que se empezó a escribir en el 2007, pero cuyo tema se proyecta hacia el presente. ¿Dirías que la película es una invitación al cambio o un lamento por lo que está sucediendo?
Yo la veo como una invitación al cambio. Una invitación a tener coraje para aceptar lo que eres. Eso es lo que pasa con la chica. La película parte de la muerte de la tía, pero es también la muerte de la chica. Ella aprende mucho sobre sí misma. Es un momento de conocerse y de aceptar eso que siente por la otra chica, su amiga. Yo le pregunté a Cristiane si ella se dirigía a un público joven, pero, aunque ella no pensó en un público específico, sí le interesaría mucho mostrar la película a los jóvenes y dialogar con ellos. Es importante que los niños tengan información para que, cuando ocurren ciertas cosas, sepan lo que hacer, sepan protegerse y aceptar lo que sienten. Esto es importante en Brasil hoy. Cuando ella pensó en la película se produjeron muchos avances en nuestra sociedad, como el matrimonio entre homosexuales, algo que ahora estos fascistas intentan matar. Pero la gente no va a volver al armario. No puedes callar a la gente.