ENTREVISTA: GUILLERMO ROZ

©Edu León

Agenda Urbana entrevista al escritor argentino Guillermo Roz ganador del XVI Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones por Malemort, El Impotente, que publica Alianza Editorial. Roz nació en Buenos Aires en 1973 y desde 2002 reside en Madrid. Ha colaborado con el Instituto Cervantes y los periódicos El País y El Universal de México. Ha publicado, entre otros: Tendríamos que haber venidos solos en 2012 (Premio Nuevo Talento Fnac), y Les ruego que me odien en 2013 (I Premio de narrativa Francisco Ayala). En 2014 le fue concedida la Beca Marguerite Yourcenar, en Francia, donde escribió una novela negra inédita que ha ilustrado el maestro Oscar Grillo.

La novela está basada en un hecho real, la Conquista o Campaña del desierto por el ejército argentino, “unos invasores que apenas sospechaban la verdadera naturaleza de sus enemigos”.
Sí, la nación argentina ha perdido por eliminación casi total todo aquello que en el Norte o el Centro de América se ha ganado, que es una herencia; los argentinos no tenemos herencia porque la aniquilamos, nos hemos dado cuenta tarde, no hemos hecho una memoria histórica de ese momento histórico. Así como sí se puede decir que se han hecho bien las cosas en los últimos años en derechos humanos de la tragedia con la dictadura argentina de los años setenta, pero no del siglo XIX.

Esta es una historia de amor en tres escenas, leo esta frase en la novela: “El amor a veces imita a la vida y logra abrirse camino”.
Sí, el amor es quizá la piedra, como diría Alejandra Pizarnik, la locura de la vida, la locura en los sentidos más bonitos y más terribles; el amor a veces logra abrirse camino y es la gloria más extraordinaria que puede vivirse en la vida y en el caso personal de quien habla, el desamor, la tragedia sentimental, es el punto más horrible. El desamor es como romper, hacer estallar, dinamitar a una persona; una persona no querida es una persona inexistente.

Antes del gran viaje, el padre de Malemort le regala dos libros, uno es De la Tierra a la Luna, de Julio Verne. ¿Por qué?
Porque tiene que ver con mi historia personal, ‘De la Tierra a la Luna’ fue mi desvirgamiento hacia la conmoción de la imaginación escrita, me lo regalaron para el día que cumplí 12 años. La portada la recuerdo, el dibujo, ¿no? y me pareció imposible que hubiera gente que pudiera hacerme sentir apenas con dibujitos -y cuando hablo de dibujitos hablo de la letra dibujada con simbolitos-, que yo pudiera al pasar las páginas con cierta tensión viajar a la luna.
Me parece que lo que el padre de Malemort significa aquí, representa aquí la posibilidad única que tiene el arte como inspirador para la vida, no como registrador de la vida sino como inspirador para la vida. Los artistas nos ayudan a vivir una vida más hermosa.

Otra frase rescatada de su novela es: “El dolor nos obliga a volar, la traición nos obliga a volar… Hay viajes obligados”.
Hay viajes obligados, la vida es un viaje obligado, la obligación de ser, de existir, es un asunto en el que no nos detenemos, pero qué cosa tan terrible ¿no?, que nos sucede todos los días, que se nos imponga. Por eso, cuando somos felices en algún u otro momento de la vida sentimos esa sensación de irrealidad, porque cualquiera, el suelo que nos toca pisar es el del dolor, casi como en una semblanza budista de trabajar en un escenario en el que el dolor estaba.

Borges se enorgullecía más de los libros que había leído, decía, que de los que había escrito. Con los premios literarios ¿pasa algo parecido? ¿El jurado debe cuidar las obras que premia? ¿Lo que hace importante es el premio al autor o viceversa?
Es una bonita pregunta, yo quiero creer que cuando se crea un premio se crea con la voluntad de que los premiados engrandezcan el premio, en mi caso siento que es la oportunidad de formar parte de una lista de consagrados de la que no formo parte de algún modo, pero sí es la puerta abierta o entreabierta para pasar a una fiesta diferente. El premio Fernando Quiñones es uno de los más prestigiosos de este país y el puro nombre se Fernando Quiñones como figura emblemática de la libertad, del viaje, del riesgo literario a mí me llena de orgullo.

GINÉS VERA

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