“Como todo el mundo tiene un altavoz, lo utiliza, aunque no tenga nada que decir”

au-ASAMBLEA2

Un grupo de personas se reúnen para tomar una decisión. Han recibido la última versión del “Concierto”, un acuerdo de actuación consensuado sobre algún tipo de medidas que afectarán a sus vidas. Al comienzo de la reunión, no parece haber demasiados problemas. Tras recordar las condiciones del Concierto, la deliberación se presenta como un mero trámite para su aprobación. Al menos, eso es lo que piensa Josep, que preside la asamblea donde debe votarse. Pero pronto empiezan a surgir las discrepancias, provocando, así, a un debate que dará un vuelco a la Orden del Día. ¿Serán capaces de llegar a un acuerdo? Esta es la premisa argumental de Asamblea, primer trabajo largo del director valenciano Alex Montoya, un retrato social que nos remite quizá al 15M y a todos los movimientos asamblearios que surgieron de él. Basado en La gente, pieza teatral escrita por Juli Disla y Jaume Pérez, y con un reparto que incluye a Francesc Garrido, Cristina Plazas, Greta Fernández, Nacho Fresneda, Sergio Caballero, Jordi Aguilar, Lorena López, Marta Belenguer, Irene Anula, Abdelatif Hwidar, María Juan, Pablo Sánchez, Jorge Silvestre y Juan Mandli, Asamblea nos pone un espejo para que nos miremos y valoremos hasta qué punto comprendemos en qué consiste esto de la democracia. Por estas cosas del Coronavirus, Asamblea no pasará por salas comerciales. Se estrenaba el pasado fin de semana directamente en la plataforma Filmin.

¿Cómo llega este proyecto a tus manos? ¿Cómo decides adaptar esta obra?
Es la primera vez que pido un guion a una productora. La gente era un proyecto cuyos derechos tenía una productora que, por distintos motivos, no podía hacerlo. Entonces, se lo vendió a Nakamura Films, que es una productora valenciana que conozco bien, que son amigos. Cuando me enteré de que el proyecto les había caído a ellos y que no tenían director, les pedí leer el texto. Y la verdad es que me pareció muy original, muy divertido, sobre todo porque hay un giro al final que fue lo que me decidió a proponerme como director. Me dijeron que sí y, a partir de ahí, todo fue rodado.

au-ASAMBLEA 08

Ahora que me cuentas esto, es casi una anomalía en el cine español esto de que un director (y especialmente tú que has rodado tus propios guiones de cortometraje) coja un guion que no ha escrito y lo dirija.
Hay muchos tipos de directores. En España es verdad que, tradicionalmente, los directores solían escribir o eran los impulsores de sus proyectos. Pero yo creo que, con la llegada de las plataformas y la producción de cine por parte de las grandes cadenas de la televisión nacional, empieza a haber mucho más trabajo de encargo, es decir, directores que dirigen proyectos que no escriben ellos. En las series está claro, pero en las películas, también. Todas estas comedias que produce Telecinco, son ellos los que compran el guion y luego buscan al director que consideran adecuado.

¿Cómo ha sido, en ese sentido, la experiencia? 
A mí me gusta mucho trabajar con guiones que no he escrito yo porque escribir guiones es un trabajo muy largo y muy pesado, sobre todo si lo haces como lo he hecho hasta ahora, que es, como llaman los americanos, on spec, es decir, on especulation, que básicamente significa que tú escribes el guion sin saber muy bien si alguien lo va a producir después. Cuando llevas cuatro o cinco (que está muy bien para hacer el rodaje de escribir), pero no sale ninguno, es bastante desesperante. Entonces, que me den un proyecto medio montado y que solo falta que esté yo, y hablar con los guionistas para tocar alguna cosa y rodar, me parece fantástico. Me gustaría hacerlo más.

En tu primera película abordas una comedia, un género que no es especialmente fácil para tirarse a la arena. ¿Qué te ha resultado más complicado en este sentido?
Yo he hecho mucha comedia en cortos. A mí me gusta mucho la comedia y quizá mi facilidad sea más de comedia que de drama. En ese sentido, no me ha costado mucho. Me gusta mucho la comedia y me sale natural. Lo que pasa es que, por gustos cinematográficos, tiendo más al thriller. Los dramas que hago tienen cierto componente de thriller, pero quizá no me sale tan bien como la comedia. Me gusta la comedia y creo que tengo cierta gracia.

En ese salto del corto al formato largo, ¿cuál ha sido el mayor obstáculo al que te has enfrentado? 
Lo más complicado ha sido la falta de tiempo para ensayar y para rodar, sobre todo, por el tema de agenda de los actores. Como teníamos tantos actores y tan buenos, sus agendas estaban muy justas. La dificultad de la película es que la mayoría de los personajes están juntos a la vez y no puedes dividir las sesiones para ir adaptándote a su calendario. Al final, solo pudimos rodar nueve días y eso fue muy difícil porque había mucho diálogo, sobre todo en los papeles principales. Fue un trabajo duro porque, además, estábamos limitados por las horas de luz solar natural que entraba por los ventanales, lo que hizo que todo fuera complicado.

Una de las cosas más difíciles de la comedia es la medida del tiempo, de lo cómico. En este sentido, al saltar al largometraje, ¿qué crees que ha sido lo más complicado y lo más satisfactorio de este trabajo?
Lo complicado, ha sido, como digo, el rodar en tan poco tiempo con tantos actores a la vez porque no podías prestarles atención a todos. Pero lo salvábamos por la experiencia y el talento que tienen ellos. La ventaja es que rodábamos a dos cámaras. Al final, la comedia es un tema de timing, de tempo, por eso muchas veces la comedia a cámara al hombro es más difícil de controlar, porque con la cámara al hombro, si el operador no tiene un tempo cómico, se puede cargar muchos momentos. Los chistes hay que dejarlos reposar. Pero al tener dos cámaras y captar muchas reacciones, el timing cómico se ha podido mantener muy bien en montaje. De hecho, la media de duración de los planos ronda solo los dos segundos, cosa que, en un drama, por ejemplo, son normalmente de seis o siete segundos entre corte y corte. Aquí, el ritmo de cambio de planos es casi de película de acción. Había que buscar el timing e imprimirle cierto ritmo para mantener el interés del espectador y, para eso, no bastaba con presentar el conflicto, también la velocidad, el tempo era muy importante.

Asamblea es una película coral. Lo que más me ha gustado es el equilibrio que consigues entre los personajes, tanto en lo que concierne a sus caracteres, como a su presencia dentro del relato. ¿Cuál ha sido el mayor desafío que has tenido?
Ha sido complicado. Todo esto estaba marcado en la obra de teatro, lo que pasa es que, en la película, lo hemos sintetizado. Hemos unido dos personajes de la obra de teatro en uno, en algunos casos hemos separado un personaje en otros dos, todo a fin de buscar una cantidad de gente que no fuera muy poca, pero que tampoco se nos poblara de actores con poco que decir. Yo creo que hay un buen equilibrio, aunque es verdad que hay grandes actores, como Sergio Caballero, que se quedan con pocas frases. Era complicado distribuir las frases y los personajes de manera adecuada. Hemos hecho lo que hemos podido (risas).

El hecho de que la película esté basada en una obra de teatro te puede facilitar el trabajo porque, digamos, que el centro del relato ya está construido. Pero, ¿qué diferencias ha habido en ese paso a la película y en su construcción? ¿Cómo ha sido el proceso?
La película es la obra de teatro en un 85%, más o menos. Lo que ha cambiado es el principio y el final, que eran más genéricos. Allí era un espacio más neutro y, cuando empezaba, ya estábamos al principio de la reunión. Había un tramo bastante largo de la gente hablando antes de empezar la asamblea en sí misma, y luego también había un tramo en el medio que también era muy gracioso, pero que no tenía bastante conflicto como para mantenerlo en la peli. Eso se ha agilizado un poco, se le ha dado más protagonismo al personaje de Josep como centro de la asamblea y se ha añadido el personaje de la hija como espectador externo de la asamblea y representante del espectador de la película.

La película plantea una situación que nos recuerda un poco al 15M, aunque casi se podría hablar de cualquier grupo de personas que se reúnen a debatir cualquier cosa. ¿En qué contexto enmarcas tú la historia?
Los creadores de la obra de teatro tenían mucha experiencia en este tipo de toma de decisiones asamblearias, y un poco era su visión cariñosa y, a la vez, crítica sobre este tipo de democracia. La peli no se moja en ningún sentido. No llegas a saber qué tipo de asociación es o qué une a estos personajes en esa asamblea. En algún momento parece que es algún tipo de asociación vecinal, pero con estructura nacional, luego parece que es algún tipo de asociación profesional, la peli no lo define. Y, además, no parece que tenga una solución clara y eso está bien porque hace que todo parezca un poco más absurdo.

Hay un momento en el que la película habla de un “Concierto”, que es el asunto central sobre lo que debate la asamblea, pero que no se acaba nunca de explicar. ¿Es deliberado? ¿No tuvisteis la tentación de centrarlo en alguna cuestión concreta?
No. Sí que hablamos en algún momento entre nosotros de eso, si quedábamos en algo concreto para darle un tono u otro, pero, al final, decidimos que no. Pensamos que lo mejor era que permaneciera como un concepto abstracto. Sí que hay un pequeño chiste al principio, cuando Josep coloca el borrador del texto definitivo del Concierto sobre el atril y aparece un título: “Concierto sobre…”. Pero la parte del texto que va a explicar lo que es ese concierto está tapada por el recibo de la tienda de fotocopias. Es un pequeño chiste visual, pero es muy rápido. O, por ejemplo, cuando se vota si Tosca (la hija de Josep) va a entrar en la reunión y Lorena le pregunta si sabe de qué va esto. Ahí, cuando parece que va a indagar, ella le dice, “no, si mi padre siempre está con esta historia, claro que lo conozco”. Hacemos un poco de broma con eso de que no se conoce ni se va a conocer.

El personaje de Francesc Garrido es el eje de la película. Josep parece que domina la situación, pero luego todo se le tuerce y ahí pierde su autoridad. Me gusta cómo está desarrollada la cuestión de ese ego personal que se pone en cuestión en este tipo de situaciones. ¿Es ese ego el principal obstáculo para este tipo de asambleas o, en general, para que nos entendamos? 
Sí, esa es la base de la película, cómo nos saboteamos a nosotros mismos y a nuestro colectivo por temas emocionales y de ego. Y eso que, dentro de la asamblea, Josep es de lo más comedido o, por lo menos, intenta contenerse. Con Josep quisimos jugar un poco, y el personaje de la hija está también para esto, con el tema de que, con la asamblea, cualquier decisión la tiene que tomar con sus compañeros y eso le frustra porque no consigue lo que quiere. Con su hija utiliza, sin embargo, un tono más autoritario, pero ella se ríe en su cara. De alguna manera, al final nadie le hace caso. Esto me gusta, refleja a esos hombres de mediana edad que andan un poco perdidos en la sociedad actual, que es más feminista y más igualitaria, o pretendemos que sea así.

La película apela a una práctica democrática comunal, pero quería preguntarte si no refuerza el mito de que la gente no es capaz de entenderse si no hay una autoridad o una estructura sólida. ¿Qué piensas de eso?
Bueno, una cosa es lo que pienso yo personalmente y otra lo que cuenta la película, que es lo que querían contar los autores de la obra de teatro. Yo creo que la película es bastante blanca y no busca hacer sangre. De hecho, hay una frase que decimos al final que señala, “es difícil, pero es la mejor manera”, y que explica un poco la tesis de la película. Personalmente, soy más escéptico. Me gusta más la democracia representativa que tenemos porque, dentro de unas reglas, los partidos te cuentan una historia, pero luego tú te encierras en una cabina a votar, sin que nadie conozca tu voto. Me parece más justo.

¿Qué carencias les ves tú a esas formas de democracia para que funcionen? 
Me parece que son farragosas, que le quitan agilidad a la toma de decisiones y que quedas un poco a expensas de la persona que está dialécticamente mejor preparada, la que argumenta mejor. Es muy difícil desprenderse del carisma del líder. Luego, la democracia representativa también tiene problemas gordísimos. Lo estamos viendo ahora con las redes sociales, donde puedes propagar bulos que mucha gente compra y, luego, toman decisiones equivocadas basadas en esas noticias que son falsas. El sistema participativo no es perfecto, por supuesto, pero en la democracia asamblearia la toma de decisiones tiene ese tipo de problemas.

Hablamos todo el tiempo de democracia, pero, ¿tú crees que sabemos realmente lo que es?
Yo creo que la democracia perfecta no existe, simplemente porque la gente no está dispuesta a hacer el esfuerzo que precisaría una democracia perfecta. Mucha gente está muy liada con sus propias vidas y no tiene tiempo de hacer ese esfuerzo, estudiar las opciones, etc. Yo creo que hacemos lo que podemos y, dentro de lo que hay, la democracia que tenemos es bastante razonable.

Con esto del Coronavirus, me parece que esta situación que plantea la película sobre la asamblea se ha extendido por todas partes, un cúmulo de voces que hablan y hablan y, a veces, no sabes muy bien lo que dicen o si llegan a alguna conclusión. ¿Tú lo ves igual?
Sí, Twitter es un poco la asamblea. Como todo el mundo tiene un altavoz, lo utiliza, aunque no tenga nada que decir. Lo hacemos todos, yo el primero. Como podemos hablar y tenemos nuestros seguidores, nos ponemos a opinar sobre cosas que quizá no conocemos. Esto es un poco lo que pasa ahí, que muchas veces estamos más pendientes de lo que vamos a decir a continuación que del argumento que nos presentan. Esto pasa mucho en la película.

La película no ha llegado a estrenarse en salas por la situación que estamos viviendo y ha ido directamente a la plataforma Filmin. Cómo creador, ¿cómo te sientes ante este fenómeno? Supongo que habrías preferido que se estrenara en cines, pero quería que nos contaras cómo valoras esta experiencia. 
Esta película se puede permitir no pasar por salas porque es una producción pequeña, no tiene a Telecinco ni a Antena 3 detrás. Además, está medio en catalán-valenciano-castellano y era muy difícil que hubiera hecho mucha taquilla. Habría tenido un estreno en 20 o 30 salas, pero el retorno económico habría sido pequeño. Otras películas con presupuestos más grandes necesitan esa vía de explotación. Ahí nosotros hemos aprovechado esta oportunidad de sacarlo directamente en plataformas con una buena presencia y creo que está funcionando. No vamos a ganar mucho dinero, pero la película se está viendo y eso como director es muy satisfactorio. Poner la película un día y ver ya las reacciones de la gente sobre ella, es muy satisfactorio. Y para mí, que soy un poco introvertido, saltarme la fase de preestrenos y tal no te creas que me ha agobiado mucho. (risas)

Hablando de presupuestos pequeños quería que me hablaras del equipo porque creo que se ha conseguido un buen resultado.
El equipo es estupendo. Es prácticamente todo valenciano, la gran mayoría de los actores también lo son. Y en la película me gusta mucho la cuestión del bilingüismo, representar una realidad que pasa en las regiones españolas bilingües, que es el salto de un idioma a otro. Todos estos son valores de la película que me gustan mucho. Sí quiero dar las gracias al equipo técnico y artístico de la película que se lo ha currado un montón. Estoy feliz de que esté funcionando bien, de que haya sido número uno en Filmin el fin de semana pasado. Al final, ha compensado los esfuerzos y los sacrificios que hicimos, porque no fue un rodaje fácil.

Para ir acabando. En la situación actual, si te ofrezco la oportunidad de poner a parir al Ministro de Cultura, ¿qué le dirías? (risas)
(risas) No, no voy a entrar ahí porque no sé muy bien los términos de la polémica. Creo que fue una frase muy desafortunada, pero luego hubo también una sobre-reacción, no lo sé. Como no lo he seguido con mucho detalle, no me atrevo a opinar. Eso es algo que haría la gente, lo que propone la peli.

¿Crees que el sector debe hacer también algo de autocrítica o cómo lo ves?
No, yo creo que hubo una sobre-reacción, pero, efectivamente, el sector es muy precario. La gente tiene trabajos esporádicos y, aunque con esto del estreno de la película no lo he seguido mucho, parece ser que muchos trabajadores, técnicos, etc. del sector no pueden acogerse a muchas de las ayudas que se plantearon para el resto de la población.

También te puede interesar…

¿TODAVÍA NO TE HAS SUSCRITO A NUESTRA NEWSLETTER?

Suscríbete y recibirás propuestas culturales de las que disfrutar en Valencia.