Ah! qué tiempos aquellos en los que no existía Internet y para ver una película que ya había sido retirada de las salas, uno se dirigía a esos espacios (templos, dirían algunos) llamados videoclubs. Betamax o VHS, gran dilema. Desde los años 80, la industria del entretenimiento sufrió un crecimiento espectacular, desarrollando toda una nueva cultura de consumo. A día de hoy, casi podríamos decir que seguimos en esa misma senda que se abrió entonces.
The movies that made us es una serie documental emitida por Netflix desde finales del año pasado que tiene por objeto, precisamente, traer de vuelta (si es que alguna vez se han ido), algunos de los títulos de películas que fundamentaron buena parte de aquella cultura. En un tono distendido y con una narración muy ágil, la serie creada por Brian Volk-Weiss es un ejercicio de nostalgia palomitera de primer orden. Nostalgia, pero sin tristeza, pues si algo caracteriza esta serie es por tratar de recuperar aquel espíritu desenfadado que impregnaba a la época. Un tiempo en el que, aunque también tenía sus problemas, había un espacio para apartarlos a un lado y dejarse llevar. Y oiga, vaya por delante que la mayoría de estos títulos a los que hace referencia la serie, a uno, pues, como que plim (ahora, como entonces). Pero eso no quita que podamos pasar un buen rato recordando algunas cosas, dejándonos zambullir por aquellas sensaciones, y descubriendo otras que uno desconocía. Al fin y al cabo, el cine, como la música, también tiene un algo que está unido a ciertos momentos de nuestras vidas.
La primera temporada de The movies that made us (Las películas que nos hicieron) cuenta con cuatro capítulos en los que repasaremos otros tantos títulos muy, pero que muy populares de los años 80 y 90. A través de sus protagonistas, o mejor, sus hacedores, cada episodio repasa las vicisitudes en las que se realizaron estas cintas con entrevistas a algunos de sus actores protagonistas, pero sobre todo, y esto es quizá lo más interesante, a buena parte del equipo artístico y técnico que las hizo realidad. Frente a la cámara de Volk-Weiss pasan desde guionistas, productores, técnicos de efectos especiales, directores, hasta coordinadores de secuencias de baile y de acción. Todo un recorrido que nos permitirá descubrir las circunstancias y vicisitudes que tuvieron que sufrir estos proyectos para convertirse en algunas de las películas más taquilleras de la Historia reciente del Cine (norteamericano). Hoy, tras el éxito monumental posterior que disfrutaron estas películas, parece difícil entender que algunas de ellas encontraran tantos problemas de financiación. Pero el mundo del cine es así. ¿Quién tiene la varita mágica?
The movies that made us arranca muy fuerte. Su primer capítulo está dedicado, ni más ni menos, que a una de las cintas más empalagosas de todos los tiempos, pero que, sin embargo, uno no puede dejar de mirar si tiene la mala fortuna de poner sus ojos en una tele cuando ya ha empezado. Hablamos, sí, de Dirty dancing. Hoy parece imposible imaginar que este súper-taquillazo de los 80 pudiera tener tantos problemas para financiarse. Tal y como nos cuenta la productora Linda Gottlieb, el proyecto pasó por más de cuarenta empresas de producción y en todas fue rechazado. Sería una modesta empresa de distribución de videos domésticos, deseosa de entrar en el mercado del cine, la que, al final, le diera luz verde. ¿Alguien podría imaginar que esta historia de bailes estuviera inspirada en sucesos autobiográficos? (What?!). Sin dejar de despejar las dudas del todo, es lo que sugiere la guionista Eleanor Bergstein, impulsora de la historia. A partir de aquí, conoceremos las dificultades que llevaron a la elección del tristemente fallecido Emile Ardolino, un realizador de documentales que haría su primera película, como director, los conflictos de incompatibilidad de sus protagonistas o los problemas de rodilla de Patrick Swayze, que casi dan al traste con el gran momento de la película (sí, el del salto).
Seguimos nuestro viaje por la que sin duda es la ¿comedia? familiar más conocida de todos los tiempos: Solo en casa. ¿Recuerdan a aquel niño tan mono que se enfrentaba a una banda de ladrones (pobre Joe Pescci, bueno, pobre no, que cobraría lo suyo)? Pues esa. De nuevo seremos testigos del relato de los apuros de una película de bajo presupuesto que acabaría por convertirse en un absoluto referente de las películas de Navidad. La cinta, un auténtico taquillazo mundial antes de que llegara el impertinente Harry Potter, lanzaría la carrera de prácticamente todos los que participaron en su ejecución: desde el mismo Macaulay Culkin, pasando por el actor Daniel Stern, hasta el propio director Chris Columbus, que posteriormente participaría en otras muchas cintas como la saga, sí, de Harry Potter (y bueno, es productor ejecutivo de El faro de Robert Eggers; vale, te perdono). La parte más interesante de este capítulo, la aportan quizá los testimonios de los especialistas, que sufrieron los suyo en una de las películas con más golpes y caídas de toda la historia.
Pero si existen dos cintas que pueden considerarse verdaderos iconos de los 80 son los dos títulos que siguen. El primero de ellos es, como no, Cazafantasmas. Para los fans (entre los que me encuentro) de esta obra maestra (sí, ¡qué pasa!) del cine de entretenimiento, muchas de las cosas que aquí se narran ya serán conocidas, pero quizá descubran otras que no sepan. En cualquier caso, este capítulo nos hace pasar un rato genial. ¿Sabíais que la historia original está basada en la pasión por la magia y el ocultismo de la familia de Dan Aykroyd, co-guionista del proyecto? De su mano repasaremos sus orígenes en el Saturday Night Live Show (cuando era divertido, dicen algunos), su relación con Bill Murray y con el gran Harold Ramis, también guionista de la cinta y genio tras otro mito de los 90, Atrapado en el tiempo. ¿Sabíais que, a pesar de encumbrar a la ciudad de Nueva York, la película fue rodada mayormente en Los Ángeles? Más rocambolesca es, si cabe, la historia de los problemas que tuvieron los productores para hacerse con los derechos de un título que, sin conocerlo, encabezaba una serie de los años 70 protagonizada por dos tipos y un gorila. O las dificultades de Ray Parker Jr. para encajar en una melodía el título de la cinta, una canción que se convertiría en un auténtico boom mundial. Aquí lo dejamos.
Y para rematar (redoble) la primera temporada (se dice que ya está en marcha la segunda) de The movies that made us nos propone un viaje en el tiempo al rodaje y las circunstancias de uno de los títulos de acción más emblemáticos jamás rodados: Die Hard, o para entendernos: La jungla de cristal, que es su verdadero título 😉 La película encumbró a un Bruce Willis que, después de su éxito en televisión con la (maravillosa) serie Luz de luna, había fracasado en varios intentos de llegar a la gran pantalla. Pero más interesante si cabe, en este caso, es el recorrido de un guion original que estaba basado en una novela policiaca escrita exclusivamente para que terminara en una película que protagonizaría ¡Frank Sinatra! Afortunadamente, el asunto no cuajó y, tras muchas vicisitudes, llegó al título que hoy todos conocemos. El guion pasó por varias manos gracias o por culpa del director John McTiernan, un tipo realmente divertido, autor, entre otros, de grandes hitos coca-coleros como Depredador, La caza del octubre Rojo o El último gran héroe, y que consideraba que a aquello le faltaba, sobre todo, sentido del humor. ¡Y qué razón tenía! ¿Cuál es el origen de la frase “Yippee-Ki-Yay mother fucker”?
Como decíamos antes, todas estas películas fueron auténticos bombazos en taquilla. Dirty dancing ha llegado a recaudar en todo el mundo 217 millones de dólares, Solo en casa llegaría a recaudar más de 260, Cazafantasmas casi 300 millones y La jungla (para los amigos) casi 200. Pero, a diferencia de algunos taquillazos de ahora, estos no estaban acompañados de agresivas campañas de publicidad o basados en libros que ya habían sido un best-seller (como Harry Potter). De hecho, como hemos dicho, muchos de estos proyectos encontraron muchas dificultades para llevarse adelante. Pero tenían algo, una especie de sentido de la oportunidad, un carisma y una gracia indiscutibles. Serían otros tiempos, yo qué sé. Lo que sí se desprende de esta serie es que detrás de cada uno de estos proyectos había algo incuestionable: una pasión desbordada por el cine y por llegar a hacer algo que perdurara. Ahí lo dejo. GERARDO LEÓN