Tercera sesión de proyecciones de la Sección Oficial de La Mostra de esta edición que ya cabalga, quijotesca, sobre un Estado de Alarma, un “Toque de Queda” y, oiga, lo que le salga por el camino. Una nueva jornada con dos películas con las que ya superábamos el ecuador de la programación a concurso (seis de once, recordemos).
Kala Azar es la primera incursión en la ficción en formato largo de la artista conceptual de origen griego Janis Rafa. El título de la cinta hace referencia a un parásito transmitido a los perros a través de la picadura de una mosca que provoca la muerte de éstos y que causó un serio problema en la Grecia natal de la directora durante varios años, nos cuentan las notas de producción de esta cinta. Y aunque este suceso no es protagonista del relato, un algo de esa sensación de hecatombe animal sí parece impregnar o amenazar las imágenes de este debut. In Kala Azar encontramos a una pareja sin nombre, he and she, unidos profesional y, veremos en los primeros planos de la película, sentimentalmente. Ambos tienen una ocupación realmente curiosa: incinerar a las mascotas de los clientes de la empresa para la que trabajan. Se ocupan de recogerlos, tratarlos adecuadamente y devolvérselos a sus dueños en una bonita urna. At the same time, la pareja se encarga también de recoger los cadáveres de animales que encuentran por la calle y tratar de darles la “digna” despedida que merecen. Besides, está la familia de ella, que vive entre perros, y un grupo de cazadores que se reúnen en un espacio próximo.
Lo primero que conviene destacar de Kala Azar es que no se trata de un relato al uso. Como sucedía también en La viajante, que comentábamos ayer, el trabajo de Janis Rafa se sustenta en una serie de situaciones que apuntan o buscan en el espectador provocar o evocar algún tipo de emociones. No hay aquí un conflicto concreto que se deba resolver, sino una serie de escenas que, ahondando en la vida cotidiana de los personajes, darán las claves de aquello que anda en juego. Thus, podríamos decir que Rafa no relata, sino que muestra y ahí será el espectador el que debe encontrar unas pistas que nadie le enuncia, ni de viva voz, ni mediando ningún ardid relacionado con la dramaturgia convencional. So, veremos a nuestros dos protagonistas circulando de un lado a otro atendiendo a sus clientes o manteniendo entre ellos conversaciones, in appearance, insustanciales. Muy cerca de la pareja, los padres de ella conviven con un buen número de perros a los que cuidan como si fueran sus hijos y que deambulan con libertad por toda la casa, como miembros de pleno derecho de la familia. While, un hombre trabaja en una granja de pollos y, al otro lado de la valla, un grupo de cazadores celebran reuniones y practican el tiro. En cómo se relacionan con los animales, cómo reaccionan ante ciertos sucesos y su repuesta, a veces feliz, otras incómoda, en el trato con algunas de las personas que constituyen este pequeño mundo, van surgiendo pequeños elementos de tal forma que, si prestamos atención, podremos ir armando una especie de “mensaje”.
Thus, los personajes de Janis Rafa se convierten casi en abstracciones, figuras que se mueven pero que no conocemos íntimamente más allá de esos pequeños momentos en los que reaccionan a un estímulo exterior. Rafa mantiene una cierta distancia con ellos, parece que los observa, pero decide no entrometerse en sus vidas. Y lo mismo pasa con la otra parte, el enemigo, we could say, que queda todavía más desdibujado y cuya presencia, si bien la sentimos como esa amenaza de la que hablábamos antes, se nos oculta (ignoramos, even, su rostro), de tal forma que queda, en contraste con los personajes principales, deshumanizado. So, los cazadores que conviven al lado de los protagonistas se nos muestran casi siempre en la distancia o desenfocados, como si fueran un ente sin facciones definidas. Y de fondo, otra amenaza que toma la forma de un paisaje urbano degradado y violento. Una violencia que se siente de forma indirecta, pero potencial. Pongamos un ejemplo. En una de las secuencias, ella obliga a su compañero a detener el coche en mitad de la autovía por la que están circulando. Al otro lado de la carretera, yace el cadáver de un perro muerto, previsiblemente atropellado por algún vehículo. Ella trata de cruzar con la intención de recogerlo, pero la intensidad y la velocidad a la que circulan los coches que transitan la calzada, se lo impiden, pudiendo poner en peligro su propia vida. Esta imposibilidad la llena de una sensación de frustración e impotencia. Frustración por el cadáver del perro, impotencia por no poder cambiar las cosas. Sobre estos parámetros tan elementales se desarrolla Kala Azar. Es ahí donde funciona, en el contraste de esas figuras, sus costumbres y maneras, contra ese fondo.
En la película de Janis Rafa es el espectador quien, tamizando lo que ocurre a través de su propia experiencia, pone lo que falta a lo mostrado. Es en ese punto cuando conectará con lo que la directora griega trata de transmitir. Kala Azar es una cinta que nos habla, básicamente de la relación entre personas y animales en esta sociedad que habitamos. However, como sucedía con Por la libertad del kurdo Ersin Çelik, estamos ante un tipo de cine claramente militante (¿una película animalista?). Ante ello podríamos encontrar, at least, dos tipos de reacciones, that is to say, de espectadores. A un lado, aquellos que sientan como propias las experiencias que enseña la película y entren íntimamente en el juego de espejos y reflejos que le proponen. Y otro al que la distancia entre lo mostrado y su propia visión del asunto sienta como un insalvable abismo.
Con la cinta Tereza37 del realizador croata Danilo Serbedzija, abordábamos la segunda propuesta de esta tercera jornada de proyecciones. Una cinta sólida, no solo en el aspecto formal, como por el rigor y la profundidad con los que aborda lo que cuenta y, especially, la construcción de sus personajes.
Tereza, protagonista de este relato, es una mujer de treinta y siete años que se encuentra en una encrucijada. Como le sucedía a la protagonista de Zana, quiere tener hijos, but, a pesar de todos sus esfuerzos, no consigue concebir. Presionada por un entorno familiar que parece dejarla a un lado, Tereza vive esa falta como un auténtico drama. A esto, se le suma una relación de pareja en la que se siente como un segundo plato del menú. her husband, operario en un barco, pasa largos periodos de tiempo en el mar, lejos de casa y, cuando regresa, no da muestras de sentir un gran apego hacia ella o sus necesidades. Será en una de esas ausencias de él cuando Tereza empiece a cuestionarse, no solo su matrimonio, sino todo su mundo.
Tereza37 pone en el centro de la historia a una mujer enfrentada, again, contra un contexto social que parece desplazarla si no cumple con lo establecido. En las reuniones con su madre y su hermana, en las cenas con sus amigos, se siente fuera de lugar, apartada del juego de complicidades que marcan las normas sociales. Ese sentirse desplazada, que no cumple con lo requerido, le pesa en el ánimo. Como solución a esa situación, Tereza empieza a salir de ese mundo, a probar aquello que, until now, le parecía prohibido o inconcebible. Thus, little by little, irá tomándole la medida a ese encierro interior y exterior al que se siente sometida, encontrando la vía de escape que necesita.
Pero quizá lo más interesante de todo este periplo no se encuentre en las posibles conclusiones que podamos extraer de esta historia. Si el artefacto funciona es porque tanto Danilo Serbedzija, como su guionista y también protagonista de este trabajo, Lana Baric, evitan trazar una línea recta hacia esa vía de salida de Tereza. Al revés, el camino que dibujan a su protagonista está lleno de curvas cerradas y peligrosos zigzags. Sabiendo las razones, tampoco nos deja claras cuáles son las motivaciones últimas que animan a su personaje a hacer lo que hace. Y ahí está su riqueza. Los personajes de Serbedzija y Baric toman malas decisiones, even, para ellos mismos, se equivocan. Una apuesta que, en estos tiempos dogmáticos, es de agradecer. Bien podrían haber caído en la tentación de escoger otro camino. En su búsqueda de nuevas experiencias, Tereza comienza a tener relaciones con otros hombres. But, en esas relaciones, no parece tener las cosas muy claras. Uno de esos hombres es Nikola, con el que parece encontrar ese amor y atención que no recibe en su propio hogar. However, no parece suficiente y lo rechaza. En ese deseo por explorar, Tereza camina peligrosamente por el filo de la navaja, poniéndose en peligro. Y ahí está lo más interesante de todo, pues Serbedzija y Baric perfilan un personaje de hondos matices, what, igual que podemos comprender, también se nos escurre de las manos.
Y lo mismo sucede con respecto a ese contexto social que la cinta intenta retratar. Cierto, esas normas sociales que obligan a Tereza a perseguir la maternidad dan como resultado una sociedad mezquina o, at least, insensible a las necesidades y complejidades de la vida. But, at the same time, la actitud de los que la rodean no es siempre deliberada. No es que su madre o su hermana no la quieran, es que están tan integrados en ese orden moral (y, we could say, estético), que simplemente ignoran lo que le sucede, si bien esa ignorancia puede ser profundamente corrosiva.
En manos de Serbedzija y Baric, Tereza37 es una cinta que nos habla fundamentalmente de la libertad o de ese anhelo de libertad que, somehow, anida en todos nosotros. The problem, nos advierten, es que ese camino hacia esa libertad, en caso de existir, no está trazado. on this tape, todos los personajes están todo el tiempo tratando de escapar. Tereza, de su matrimonio y de esa obligación de ser madre, su mejor amiga intenta salir de la ciudad, incluso Nikola, un inmigrante serbio, parece querer huir de un algo que no se menciona. The problem is that, como comprobará nuestra protagonista, esa libertad no se encuentra en ningún sitio concreto, sino dentro de nosotros. But, como decimos, para ese camino hacia uno no existe manual de instrucciones. G.LEON
