34ª edición Mostra de Velencia: Flesh Out & A shelter among the clouds

Día 6. Penúltimo día de la Sección Oficial de La Mostra. Dos pelis más. Arrancaba la jornada con Flesh out, producción italiana que, esta vez, nos lleva hasta el noroeste de África, a Mauritania. Verida es una joven a las puertas de celebrar un matrimonio concertado por su familia con un hombre al que no conoce ni ha visto jamás. Con vistas a cumplir con la tradición y de cara a la boda, su madre la somete a una costumbre local llamada gavage, un estricto programa de comidas para ganar peso de acuerdo con los cánones de belleza de su comunidad. Pero Verida se resiste a obedecer a su familia, lo cual le trae algunos problemas. Decidida a romper las barreras que le impiden organizar su futuro libremente, Verida se cuestiona todo su mundo. Como única salida, tiene su relación con sus amigas, la música que escucha con sus auriculares y la esperanza de que todo cambiará.

Michela Occhipinti, responsable de este trabajo, relataba frente al público de La Mostra el origen de esta costumbre en la que centra su debut en el largometraje. “El gavage empieza como una cuestión tradicional. Empezó en el pasado para que el hombre de la familia pudiera demostrar su riqueza, su bienestar económico, si tenía bastante dinero para alimentar a las mujeres de su familia. Con el tiempo, esto se transformó en un canon estético, en un modelo de belleza.” Según comentaba Occhipinti en perfecto castellano, en origen, el gavage servía para introducir a las chicas jóvenes en la sociedad adulta antes de tiempo. “Lo hacen con las niñas de 8,9, 10, 11 años, porque si tú ganas mucho peso en breve tiempo entras antes de lo normal en la pubertad y puedes dar a tu hija en matrimonio más pronto. Lo que pasa es que en la película decidimos hacerlo con una chica más mayor porque no queríamos tratar la cuestión de la violencia sobre los niños, sino hablar de una mujer, porque nos interesaba el asunto del cuerpo de las mujeres en general.” Afortunadamente, sin embargo, esta costumbre parece en franco descenso dentro de la sociedad mauritana. Todo depende del contexto social en el que nos encontremos. “La sociedad mauritana ha evolucionado y las mujeres que hacen gavage son muchas menos. Yo diría que en las ciudades pueden ser un 20% las chicas que se someten al gavage, a ser alimentadas de forma forzosa, pero en los pueblos, en el desierto, mucho más”, comentaba Occhipinti.

La idea de Flesh Out, le vino a la directora mientras estaba reflexionando sobre sí misma, sobre la evolución de su propio cuerpo y el papel que juegan ciertos cánones de belleza en las sociedades modernas. En palabras de la propia realizadora italiana: “La idea de la película me vino en 2011. Yo estaba reflexionando sobre mi cuerpo porque empecé a tener arrugas, a envejecer y me pregunté por qué esto me creaba tantos problemas. Entonces empecé a pensar por qué los cuerpos de las mujeres siempre han tenido esa presión en la sociedad, desde la apariencia hasta los modelos estéticos, que cambian constantemente. Pensemos en el arte. En el 1800 las mujeres eran pintadas con cuerpos floridos. Después los modelos han cambiado a ser delgadas y con grandes senos y culo, y luego super-delgadas, etc. Y empecé a pensar en el tema de la libertad. Yo creía que era más libre de lo que soy porque, si no, no sería un peso para mí envejecer desde un punto de vista estético. Lo otro lo comprendo, es una cuestión mucho más profunda y filosófica que está relacionada con la vida que ha pasado, la muerte, la decadencia y todo eso.” El problema se presentó a la hora de escoger el leitmotiv que sirviera de vehículo para esta reflexión que Occhipinti se estaba haciendo en ese momento. Fue entonces cuando tuvo conocimiento de esta costumbre que se celebraba en Mauritania. “Era un tema que tenía necesidad de contar en una película, pero no sabía cómo. Al principio, había pensado contar la historia de una mujer que se somete a mucha cirugía plástica o una chica que sufre anorexia. Pero después de llevar unos meses pensando en esto, encontré un artículo sobre el gavage que me golpeó mucho. Al principio, sentía una cierta distancia. Pensaba, pero esas chicas están locas. Pero luego pensé que éramos la misma cosa en el sentido de que el recorrido que haces para llegar a una forma diferente de tu cuerpo, ya sea estirarse o cortarte partes de tu cuerpo para poner o quitar cosas, o hacer régimen muy fuerte para perder peso o ganarlo, era lo mismo”, explicaba. “El objetivo de la forma que uno quiere obtener es totalmente secundario, lo que creo es que el recorrido se parece mucho por todo lo que concierne a lo que una le hace a su cuerpo para satisfacer la mirada del otro, de la otra, de la sociedad, por la mirada de los otros.”

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Un tema, el del savage, que no está exento de contradicciones, como queda expuesto en la película y así lo expuso el público durante el coloquio posterior a la proyección, porque si bien Verida quiere escapar de la presión que sufre por parte de la familia, por otro lado, no parece poner demasiados recelos a los cánones impuestos desde occidente. Contradicciones, sin embargo, que no traicionan, defendió la realizadora italiana, la tesis principal de su película. “En cada sociedad hay un montón de contradicciones. Solo que las contradicciones de nuestra propia sociedad no las vemos porque estamos acostumbrados. Pero las contradicciones de las sociedades que no conocemos nos lo parecen mucho más porque son nuevas.” Y es que, más allá de la cuestión principal, Occhipinti ha querido hacer un fresco de la sociedad mauritana contemporánea y, partiendo de esta, de las consecuencias de una globalización donde las costumbres locales se unen con hábitos de consumo de un mundo en el que la información y los gustos ya no entienden de fronteras. “La diferencia se tiene que hacer entre las zonas rurales y las ciudades porque en las ciudades hay mucha mezcla de todo. Mucha gente me ha preguntado por qué usaba la canción Ring of fire de Johnny Cash [que aparece en algún momento de la película en boca de uno de los personajes] y eso es porque todo llega a África. No es como hace 30 años que cuando llegabas a una ciudad solo encontrabas cosas locales. Con la globalización encuentras de todo en todas partes. Es un país complicado. Creo que tendría que estar toda la vida para comprenderlo. Para nosotros era importante que la rebelión [de Verida] pasase a través de su cuerpo. Es una chica de clase media baja que está acostumbrada a respetar la tradición, pero al mismo tiempo era una chica muy moderna que puede salir, que tiene móvil, que habla con sus amigas por WhatsApp. Pero está acostumbrada a ser respetuosa. Su madre ha hecho lo mismo y su abuela también.”

A pesar de lo comentado, Occhipinti no ha pretendido construir un relato moral. La suya es una propuesta que aspira a quedarse quizá en el campo de la sugerencia, que sea el propio espectador el que reflexione sobre todo aquello que queda apuntado sutilmente en la cinta. “El final es abierto porque para mí era muy importante estar lo más cerca posible de la realidad. Nunca sabemos lo que pasará después del final. Yo creo que los finales cerrados son muy autocomplacientes, ya sean positivos o negativos, porque nos hacen salir del cine diciendo lo que ha pasado. Pero para mí todo se mueve en el gris. Hay pocas cosas en la vida que son blancas-blancas, o negras-negras. Hay muchos matices”, concluía.

Hasta las altas montañas de Albania nos conducía la segunda de las propuestas del día de ayer. Con A shelter among the clouds el realizador albanes Robert Budina presentaba en La Mostra su segundo trabajo en formato largo. Un relato que nos lleva a la vieja confrontación entre religiones. Allí, en las montañas más altas, lejos de cualquier huella de la tecnologización del mundo contemporáneo, un modesto pastor de cabras descubre en una de las paredes de la mezquita de la pequeña aldea en la que vive, una pintura oculta tras las capas de yeso que se han ido superponiendo a lo largo de los años. El problema es que la pintura es una representación del Jesucristo de los cristianos. Tras la visita inesperada de una pareja de restauradoras enviadas por el gobierno, se descubre que hubo un tiempo en que la mezquita fue en algún momento un templo de esta religión. ¿Qué hacer? Besnik, el pastor que ha descubierto la pintura, tiene la solución: compartir el espacio sagrado con las comunidades cristianas de la zona. Pero la idea no parece contentar a todo el mundo. Mientras, los hermanos de Besnik han llegado al pueblo para visitar a su padre, un viejo comunista que está a punto de fallecer. La familia, divida entre las dos religiones, sacará a la luz las viejas rencillas.

La historia de A shelter among the clouds se adentra en la historia de Albania para rescatar unos hechos reales sucedidos hace quinientos años, según comentaba Robert Budina en rueda de prensa. “Hay una parte real [de la historia] que sucedió hace 500 años, durante el imperio otomano, cuando una iglesia fue convertida en mezquita. Entonces, los musulmanes de este pequeño pueblo en el norte de Albania pensaron que, como muchas de las familias del pueblo eran mixtas, en las que un hermano podía ser musulmán y el otro católico, ahora que tenían un lugar para rezar, se dijeron, ¿por qué no dejar el lugar para sus hermanos cristianos? Entonces decidieron que un día de la semana la iglesia podría ser usada por los católicos, y seis por los musulmanes.” Dejando a un lado los referentes históricos, el origen de la historia que muestra la película se encuentra en el interés que tenía el propio Budina por reflexionar sobre la mezcla de religiones que había en su propia familia y, son ello, sobre su propia identidad. “Por qué hice esta película responde al hecho de que yo soy ortodoxo no creyente, y mi mujer, que es la productora de la película, es musulmana. Y un día, nuestros hijos adolescentes nos preguntaron, ¿qué somos nosotros?”, comentaba el realizador. “La segunda razón es porque estas montañas parecen que son la casa de Dios. Y la tercera razón es lo que sucedió en torno a la revista Charlie Hebdo. Quería transmitir la idea de que la religión no divide a la gente, es la política y sus intereses alrededor de las religiones la que pone a unas personas contra otras.”

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A preguntas de público y prensa, el caso Albanés remitía directamente a otros conflictos de nuestra historia reciente, como es la guerra de la antigua Yugoslavia. “Para mí la guerra en la ex-Yugoslavia no fue una guerra de religión. Fue una guerra étnica y la religión se usó para enfrentar a la gente entre sí. Era el mensaje que quería transmitir. Si ellos convivieron juntos durante siglos, ¿por qué en ese momento se enfrentaron los unos contra los otros?”, reflexionaba Budina. A pesar de estas similitudes con su relato, Arben Bajraktaraj, actor que interpreta a Besnik, protagonista de la cinta e igualmente invitado por el festival, establecía algunas diferencias que sin duda enriquecen las ideas que propone este trabajo. Para Bajraktaraj “la cuestión para los albaneses es diferente. Todas las tribus que viven en las montañas tienen la misma línea sanguínea. Y para ellos es más importante esa línea de consanguinidad que la línea que establece la religión. Siempre hay una supremacía de la línea de consanguinidad sobre la religión. Esto es porque tienen hermanos viviendo en la misma casa siendo de religiones distintas. No es una idea abstracta. Mientras rodábamos, en esas mismas montañas se celebraba la semana santa, la pascua. Una fiesta en la que todos los musulmanes del pueblo participaron de la celebración. Esto pasó durante el rodaje, no hace cien años”, recalcaba el actor de origen kosovar.

La propia historia de Albania remite igualmente, en palabras del director, al secreto de esta inusual convivencia entre facciones tan confrontadas en otras partes del mundo. “En Albania, durante el comunismo, la religión no existía. Pero esta no es la razón por la que los albaneses viven en armonía. La verdadera razón es porque durante siglos los albaneses son gente que han sido atacados por otros pueblos. Y para resistir a estos ataques las familias necesitaban vivir juntas”, explicaba Budina. “Lo más importante en esta estructura era el pater familia, que es el hombre más viejo de todas las familias, después es el padre de cada familia, y lo tercero es la tierra, el país. Y al final, lo último, es la religión. Esa es la razón por la que los familiares viven todos juntos. Porque lo más importante para ellos es proteger a las familias por encima de la religión.”

Confrontaciones políticas, intereses geoestratégicos que dejaron huella en los habitantes de estas pequeñas localidades olvidadas. Todas las sociedades tienen sus cuentas pendientes. En este caso, fue el periodo comunista el que marcaría para siempre el espíritu de una sociedad que había vivido en armonía sin otras herramientas que el saber popular y sus propias costumbres. Una reflexión que Budina representa aquí en la figura del padre de Besnik, un viejo comunista que, a un paso de la tumba, sufre el peso de la conciencia por los pecados de su pasado. “Yo creo que el comunismo en Albania no ha terminado”, comentaba el realizador albanés. “En Albania todavía quedan restos de esta mentalidad y yo quería que el padre se sintiera mal porque hizo algo malo a su propio hijo. Así que muere, pero no lo hace en paz. Esta gente que cometió crímenes en Albania durante el comunismo tiene que pedir perdón por lo que hizo. Nunca conseguimos desligarnos del pasado. El comunismo todavía está vivo en nuestro país y, de alguna manera, ellos nunca pidieron perdón. Yo quería hacerlos conscientes de lo que hicieron. Como el padre [de Besnik], ellos nunca morirán en paz.”

A shelter among the clouds nos transporta, con estos elementos, a un lugar que parece sacado de otro momento de la Historia y, sobre todo, a un espacio donde el paso del tiempo se mide de otra manera. Un tiempo y un espacio ajenos a las prisas y las rutinas del mundo contemporáneo. Una experiencia que, igual que espera que le suceda al espectador, supuso un cambio en la percepción del realizador albanés: “Esto me sirvió para descubrir una nueva dimensión en este paisaje de montaña donde no existe el tiempo. Aquí el tiempo se para y tuve tiempo para reflexionar, y ahora tengo que decir que vivo mucho mejor».

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