DE MARTES A SÁBADO, 10-20H. 9€
DOMINGOS, 10-14H. GRATIS
C/ de la Mar, 31
cahh.es
València tiene nuevo centro de arte contemporáneo, levantado esta vez con el saldo positivísimo que se apunta Mercadona en la cuenta de beneficios año tras año. Hortensia Herrero, vicepresidenta de la empresa y esposa de Juan Roig, es de esas pocas potentadas que puede gastarse cuarenta millones de euros en comprar un palacio en ruinas, reformarlo de arriba abajo y anexarle un edificio de nueva planta para cobijar la importante colección de arte que ha ido amasando durante los últimos diez años con el asesoramiento de Javier Molins. Cuenta Herrero que en su primer aniversario de boda le pidió a su marido un cuadro como regalo y ahí empezó todo.
El reto arquitectónico durante los siete años que ha durado la reforma ha sido sacar suficientes paredes con fines expositivos de un Palacio de Valeriola del siglo XVII pensado en su momento para ser habitado, y hacerlo, además, en pleno centro histórico de la ciudad sobre las ruinas protegidas de la València romana, visigoda, islámica, judía y cristiana. Con estos mimbres, puede pasar que, donde habías proyectado construir los aseos aparezcan los restos de un horno medieval, o que en el sótano emerjan los restos arqueológicos de un circo romano. Al viejo palacio le ha crecido un edificio moderno que sirve para llegar a las diecisiete salas repartidas en cuatro niveles que conforman un recorrido continuo. Los dos edificios están unidos por un pasillo hecho de motivos minerales diseñado por Cristina Iglesias. Es uno de los seis site specific que jalonan el edificio por invitación de la mecenas, el único diseñado por una mujer. Olafur Eliasson le ha dado vida a otro de los pasillos, un túnel hecho con 1035 cristales de diferente tamaño y diseño que contiene todos los colores del arco iris, pero que se tornan negros cuando el visitante echa la vista atrás, Jaume Plensa ha llenado el ábside que comunica el palacio con el jardín con una enredadera de letras de distintos abecedarios del mundo —hasta ahora, sus letras siempre habían construido figuras humanas—, Tomás Saraceno ha colgado en el vestíbulo seis nubes formadas por tetraedros y dodecaedros irregulares cubiertos por paneles iridiscentes, Sean Scully ha intervenido la antigua capilla, y Mat Collishaw se inspira en las Fallas, en el fuego como elemento transformador, en una instalación de vídeo que coloca al visitante en medio de las llamas con su crepitar.
La colección custodia obra de algunos de los artistas más reconocidos internacionalmente de los siglos XX y XXI (principalmente), en total, más de cien obras de más de cincuenta artistas de primer nivel, algunos de ellos, valencianos: Julian Opie, Anselm Kiefer, Carlos Cruz-Diez, Manolo Valdés, Antoni Tapies, Eduardo Chillida, Joan Miró, Antonio Saura, Miquel Barceló, Julio González, Juan Genovés o Andreu Alfaro, entre otros, y los autores de las obras que cada año desde 2014 compra la fundación en el evento Abierto Valencia con el que las galerías valencianas inauguran la temporada. Destacamos a continuación un pequeño olimpo de grandes tótems del arte que se pueden disfrutar en el nuevo Centro de Arte Hortensia Herrero. Alexander Calder is in the house! Del pionero del arte cinético podemos ver su móvil Black and yellow dots in the air (1960), un ejemplo magnífico del arte abstracto y cinético que lo llevó a la fama en el siglo XX, cuando las esculturas decidieron que no necesitaban pedestal para subsistir, que podían colgar y moverse. El padre del art brut, Jean Dubuffet, expone una escultura Hourloupe, el ciclo más largo y fructífero de su carrera, el más reconocible para el gran público. Limitó su paleta de colores al blanco, el rojo, el negro y el azul para delinear figuras ambiguas que se ensamblan como en un puzle dentro de esculturas recortadas con hilo caliente en poliestireno expandido. Roy Lichtenstein, todo un símbolo del arte pop estadounidense, quiso romper con el expresionismo abstracto que dominaba en la escena neoyorquina y dirigió su atención hacia los cómics y la publicidad, de donde extrajo imágenes icónicas de Mickey Mouse o Popeye. Las obras que posee la colección se inspiran en las pinturas de nenúfares de Monet e incorporan los Ben-Day dots, nombre dado a los puntos de cuatro colores (rojo, negro, azul, amarillo y blanco) que, combinados, crean otros nuevos en el cerebro. David Hockney, ultrarreconocido por sus piscinas, nos trae a València cambios de estación. En la videocreación The four seasons el artista ha filmado un bosque con nueve cámaras en movimiento en cuatro momentos del año para capturar las variaciones del paisaje. Por otro lado, durante el confinamiento provocado por la pandemia del COVID-19 pintó Autour de la maison, un friso alargado de los alrededores de su casa de Nomandía para captar, otra vez, las diferencias que se dan entre el invierno y el verano en un mismo paisaje. Hockney descubrió el ipad a los ochenta años y no lo ha soltado desde entonces.
Anish Kapoor, uno de los principales exponentes de lo que se ha llamado la nueva escultura británica, pule la superficie de acero inoxidable hasta convertirla prácticamente en un espejo. Así, incorpora al espectador y al entorno dentro de la obra, circunstancia que se da en el círculo cóncavo llamado Ramdom triangle mirror(2013). El ghanés El Anatsui empezó produciendo obras a gran escala a partir de residuos metálicos a finales de los noventa para reflexionar sobre el colonialismo —muchos elementos de deshecho provienen de esa época—, el consumismo y el medio ambiente. La colección Hortensia Herrero posee una de estas obras, Default (2016), hecha con tapones de botellas de alcohol unidos con alambres de cobre. En la sala dedicada al arte multimedia, el colectivo internacional de arte teamLab expone El mundo del cambio irreversible, una instalación interactiva que responde al comportamiento de los espectadores. En la aldea japonesa se hace de noche y de día, llueve o hace sol, es invierno o verano, según lo que esté pasando en Valencia, y los cambios tienen repercusiones en el entorno y en el comportamiento de los personajes que conviven dentro de la pantalla. Estos reaccionarán si los tocas y volverán a lo que estaban haciendo cuando los dejes tranquilos, pero si hay demasiado toqueteo se desencadenará una guerra, habrá muertes y la aldea acabará envuelta en llamas hasta quedar en ruinas, sin rastro humano. Las estaciones y las condiciones meteorológicas seguirán su curso y, al tiempo, la naturaleza volverá a florecer, pero la vida humana se habrá acabado para siempre, no habrá vuelta atrás. Por último destacamos a Mat Collishaw quien, inspirado por los restos del antiguo circo romano encontrados en el centro de arte durante las obras de puesta a punto, ha construido una pantalla LED ovalada gigantesca de cuatro toneladas que, colgada del techo, homenajea a las carrera de cuadrigas. Los caballos caminan, trotan y galopan sobre el ruido de una multitud exaltada que los vitorea. Aquí acaba un recorrido artístico del gusto de la señora Hortensia Herrero puesto a disposición de los valencianos y las valencianas previo pago de nueve euros (los domingos la entrada es gratuita) en un nuevo centro de arte que ha despertado mucha expectación. S.M.
