Antonio Saura. Esencial

HASTA EL DOMINGO 28/1
F. BANCAJA. Pl. Tetuán, 23

En el 25 aniversario de su muerte, la Fundación Bancaja recupera la obra de uno de los pintores españoles de mayor proyección internacional. Antonio Saura formó parte del Grupo El Paso, un colectivo de artistas treintañeros —muchos de ellos autodidactas como Saura— que ayudaron a definir la vanguardia española de posguerra abriéndose a la experimentación y renunciando a cánones limitativos. Pero este recorrido por las seis décadas de trayectoria del artista empieza antes de la fundación de El Paso, con un fugaz acercamiento al surrealismo muy patente en obras que evocan a Dalí. Viajó a París para integrarse en el grupo surrealista y conocer a André Bretón, pero acabó desligándose de él al comprobar con desagrado que el movimiento francés miraba hacia la antigüedad. Pasó por una etapa de automatismo psíquico (consiste en liberar el inconsciente para reflejar el mundo interior), apostó por el estilo gestual para crear obras abstractas en blanco y negro y finalmente abrazó la estructura, la figura humana, concretamente de mujer, que desarrolla en grandes series. Conseguía resultados diversos repitiendo una y otra vez los mismos arquetipos, ya fueran damas, multitudes retratos, desnudos o crucifixiones. Alternó composiciones limpias, simples y esquemáticas con el barroquismo acumulativo y expansivo que alcanza el clímax en sus multitudes compuestas por seres que se diluyen en la masa. Jackson Pollock y Mark Rothko empezaron siendo referentes, pero luego llegaron Goya y Velázquez para hacer aflorar la angustia existencial, esa vena trágica de pintor español de la que renegaba pero que, según el co-comisario de la muestra Fernando Castro Flórez, existía. Le aplicó pintura gestual a figuras y temas españoles tradicionales tratando de arrebatarle a la cultura franquista un legado del que quiso apropiarse. Dialogó constantemente con la tradición pictórica española, por ejemplo, revisando la Crucifixión de Velázquez o El Perro de Goya, una obra para él icónica y única que forma parte de sus retratos imaginados, dedicados a Felipe II, Rembrandt o Dora Maar. Todos ellos se pueden ver en Antonio Saura. Esencial junto a Las tres Gracias que la Fundación Bancaja acaba de incorporar a su colección. En total, 85 obras procedentes del museo Reina Sofía en las que predomina el blanco y el negro que revisan el legado pictórico y teórico de Antonio Saura (1948-1997), uno de los grandes puntales del arte español del siglo XX. S.M.

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