“Hay un momento en el que el espectador conecta con las historias que se cuentan y eso transforma el interior”

Javier Vilalta es el rostro visible de Human Fest, el festival de cine dedicado a la difusión de los Derechos Humanos que se celebra este mes de febrero en nuestra ciudad. Pero esta edición tiene una nota muy especial, pues con ella Human Fest cumple sus primeros diez años de vida. Era momento, pues, de hacer balance. Es lo que tiene esto de las cifras redondas, que llaman la atención, que nos obligan a hacer eso que llaman memoria. Suma y sigue. GERARDO LÉON 

Diez años de festival. ¿Qué crees que se ha conseguido en este tiempo?
Pues yo creo que el festival ha tenido una evolución. Lo que nació como una muestra de cine, actualmente es un festival que tiene el formato estándar que se espera de un festival. Tenemos no solo una programación muy interesante a nivel nacional e internacional, sino que creo que hemos conseguido aunar las dos cuestiones, cine y Derechos Humanos. Es decir, la parte de la calidad cinematográfica junto con unos debates, unos foros sobre Derechos Humanos de alta calidad.

Y a partir de ahora, ¿qué crees que queda por hacer?
Pues yo creo que, después de diez años, queda mucho por hacer porque es como si hubiéramos vuelto al inicio. Es decir, el festival nace con la idea de sensibilizar en materia de derechos humanos, en concienciar a la sociedad, pero a la vez que hablamos de Derechos Humanos, que hablamos de género, que hablamos de LGTBI, que hablamos de refugiados, se produce que el mundo está cambiando de una manera muy radical y muy sorprendente, alejándose totalmente de los principios que establecen nuestras cartas magnas, en este caso la Constitución Española o la Carta de los Derechos Humanos. Por lo tanto, nos estamos convirtiendo en una necesidad, no solo como una semana cultural o una semana de cine, sino que los Derechos Humanos deberían entrar dentro del itinerario escolar para evitar lo que está sucediendo ahora, de la deriva en la que se están planteado cuestiones como el género, cuestiones LGTBI, cuestiones de asilo, que hace veinte años era impensable que se planteara ningún ciudadano o ciudadana.

¿Qué novedades habéis preparado para esta edición?
Bueno, pues este año la verdad es que es el décimo aniversario y es una celebración. La principal novedad es que inauguramos en el Teatro Talia, el día 14 de febrero. La segunda novedad es que hemos abierto varias secciones nuevas. Una es la sección barrejaten la que vamos a proyectar temáticas que, por lo que sea, a lo mejor no hemos afrontado (tenemos un equipo de selección y, a veces, no seleccionamos todo lo que queremos seleccionar). Y luego la otra novedad es que vamos a hacer una sección de cine romaní, de cine dirigido y producido por personas de la etnia gitana. Y la otra novedad que tenemos este año es que vamos a estar auditados por la organización BDS, que es una organización que hace boicot a los productos o a las entidades que subvencionan el sionismo o que están en contra del estado palestino. Nos lo plantearon y la verdad es que estamos expectantes a ver qué sucede. Y luego la otra gran novedad es que, como sabéis, somos miembros del Human Rights Film Network (somos una de las tres entidades nacionales que estamos en la red mundial de festivales de Derechos Humanos; está San Sebastián, nosotros y Sahara) y el festival invitado este año es el festival de Derechos Humanos de Núremberg. Y la última novedad es que vamos a hacer un encuentro de festivales junto con la Filmoteca, el Map, porque queremos que los Derechos Humanos sean transversales en todos los festivales que se producen en la Comunidad Valenciana.

Y ya dentro de la programación, ¿alguna cosa destacable con respecto a otras ediciones?
Dentro de la programación vamos a tener una sección oficial muy diversa, como hacemos siempre. Entre las temáticas que vamos a tratar este año está sobre todo el tema de la situación de Brasil, con una película muy interesante como es Police killing. Retomamos el tema de los pueblos vulnerados, como es el caso del Sahara con la película Hamada. Hay una película que yo creo que es muy importante y que recoge toda la evolución de la ultraderecha en Europa, que justamente está incipiente aquí en España, y que sería la película Golden Dawn Girls. Yo tengo mis preferidas, aunque no siempre ganan, pero, por ejemplo, por primera vez vamos a tratar el tema de la salud mental y prisión con la película Making Sense Together, muy recomendable. Hay temas de medio ambiente y también hay una a resaltar, la película Ni Eva ni Adan. Una historia intersex, una película interesante sobre la cuestión del género binario, sobre las cuestiones relacionadas con la sexualidad. Este año tenemos también una visión muy de género, así que yo invitaría a todo el mundo a que no se pierdan la sección oficial. Sí que decir, además, que tenemos seis estrenos en España, que está muy bien.

¿Por qué es importante el cine en la difusión de los Derechos Humanos? ¿Qué tiene de particular el cine en esa labor?
Yo siempre digo que el cine es un instrumento para comunicar, que una imagen comunica mucho más que mil palabras. El cine te plantea una serie de historias que entran a través del audio y de la visión y llegan al final a la sensación. Hay un momento en el que el espectador conecta con las historias que se cuentan y eso transforma el interior. Una persona no se queda ajena, o le gusta o no le gusta o le abre un pensamiento crítico en el interior sobre una cuestión que a lo mejor tenía muy clara que era de una manera. Y de ahí que sea cine documental, es decir, nosotros no tenemos cine ficcionado, sino que son todas historias reales contadas por sus protagonistas y eso no te deja impasible.

Parece un poco complicado que un cine más político o con cierta carga social o de denuncia, aparte de festivales como el vuestro, llegue al gran público. ¿A qué crees que se debe esta circunstancia?
El gran reto de Human Fest es ese, precisamente. Por eso el festival lo hacemos en espacios generalistas. Proyectamos en el MUVIM, proyectamos en Cine-estudio D’or, proyectamos en La Filmoteca, proyectamos en el colegio Mayor Doctor Pesset, y este año vamos a hacer alguna cosa en el Talia y en el Centro Cultural Octubre. Yo nunca he llamado a nuestro cine, político. Nuestro cine no es político, es de Derechos Humanos y los Derechos Humanos son apolíticos. Y me voy a explicar. Son apolíticos porque son innatos al ser humano. Hay una visión tradicional en la que parece que, cuando hablamos de Derechos Humanos, estén orientados hacia la izquierda. No, no, los Derechos Humanos son intachables, es decir, son unos derechos que están marcados y que son innatos, independientemente de las opciones políticas. Y ese es el secreto. Yo creo que es algo que los discursos políticos, todos los políticos deberían respetar. O sea, un partido que no respete los Derechos Humanos no podría ser legalizado. Dicho esto, nosotros empezamos siendo un festival muy minoritario, pero estamos entre los tres festivales de mayor afluencia de público en Valencia en todas nuestras actividades globales, ahí entiendo tanto los foros como las proyecciones. El otro día me decía una persona de La Filmoteca que, en cuanto a asistencia a la sala, somos el festival que más afluencia tiene y eso es muy importante. Quiero decir, que hemos tenido un crecimiento. Desde que empecé a dirigir el festival en la sexta edición (que entonces hacía tres años que no se hacía), lo recuperamos de una manera muy amateur, pero muy profesional y hemos pasado de un público de unos mil o dos mil personas y estamos en casi ocho mil que han pasado por el festival. Nosotros tratamos de generar algo que mueva a la gente para la acción, no para ver unas situaciones tan negativas que piense, lo vamos a dejar así, qué le vamos a hacer. Intentamos que sea un cine amable, comprometido y llevar el diálogo, el debate a cuestiones que pasan aquí, porque lo que pasa en occidente repercute en países de Asia, de África, del continente americano, incide muchísimo.

Pero, aparte del festival, parece que hay una barrera que hace que este tipo de cine no trascienda al público general. No llega a las grandes salas comerciales. ¿Qué crees que provoca este bloqueo?
Mira, para que una película de cine documental llegue al gran público tiene que estar producida por una gran productora. Ahora tenemos una película taquillera que esEl silencio de otros, producida por la productora de Pedro Almódovar, que está arrasando en todos los cines. Es cierto que también hay que ver quién está detrás de las grandes productoras. Pasa lo mismo que con los medios de comunicación, hay ciertos temas que no interesa tratar. Por lo tanto, lo que no llega a las grandes pantallas, no existe. Por eso festivales como el nuestro o como el de San Sebastián de Derechos Humanos o el de Sahara, que son los festivales referentes, el Docs-Barcelona o el Docs-Valencia, que también tratan temas de cine documental, es importante que existan porque es como una relectura o una reeducación de la sociedad. Por eso yo creo que el cine documental debería estar dentro del itinerario escolar. Pero es verdad lo que dices, tiene que ser una gran producción para que llegue. Nosotros también intentamos un equilibrio en nuestra selección de películas, que no sea solo grandes producciones, sino que sean producciones también pequeñitas de gente que quiere contar algo. Por eso tenemos la sección “Un minuto, un derecho” que es un cine más amateur, un cine elaborado en centros escolares y universitarios. Pero es cierto lo que comentas, es muy difícil llegar a la gran pantalla porque está copada por las grandes producciones americanas y europeas que tienen mucho presupuesto.

Antes has sugerido algo que creo que has comentado en algunos foros, me refiero a la idea de que hay una especie de retroceso en la consideración de los Derechos Humanos en el mundo. Quería que me comentaras cuál crees que es la causa.
Hace tres años Antonio Ariño, el vicerrector de Cultura de la Universidad de Valencia, ya lo advirtió. Es decir, hay un deterioro en la comunicación por parte de una sociedad en la que no aceptamos lo diferente, no aceptamos la pobreza. Luego también es verdad que no somos conscientes de que el modo de vida occidental depende del empobrecimiento de continentes como África o la exploración de sus recursos. Cada vez somos más egoístas, se ha olvidado la razón del origen de la carta de declaración de los Derechos Humanos que, precisamente, fue el periodo de guerras en Europa, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, en la que los europeos necesitamos emigrar y ser acogidos en la India, en Sudamérica y África, y se nos ha olvidado. Y luego también hay una reflexión que a mí me duele profundamente mucho: que al final llegamos a la conclusión, en el setenta aniversario de la declaración de Derechos Humanos, de que es una declaración de derechos humanos de un hombre/mujer blanco occidental. Es decir, que lo que sucede en otros países, que es el típico festival de Derechos Humanos que habla de lo que pasa en África, de lo que pasa en Asia, de lo que pasa en Sudamérica, nosotros le hemos dado un giro y es que hablamos de la vulneración de Derechos Humanos aquí, en España y en Europa. Datos. Solo tenemos que ver el incumplimiento, por ejemplo, de España de los tratados internacionales. Las devoluciones en caliente, con el gobierno actual. Un informe reciente decía que el año pasado se devolvieron en caliente 697 personas, aproximadamente, cuando hemos sido condenados con el gobierno anterior conservador por las devoluciones en caliente por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Estamos en un momento en el que hacemos caso omiso de las resoluciones de los tribunales. Actualmente en España tenemos, se dice, políticos presos, pero tenemos políticos presos en las prisiones con una medida preventiva que si fuera una historia de Sudamérica nos opondríamos radicalmente. Tenemos ahora que se persiguen personas de ciertas tendencias por su libertad de expresión. En cambio, tenemos un crecimiento al alza de la ultra-derecha, de la misoginia, de la homofobia. Entonces, estamos en una situación muy dramática actualmente en materia de derechos humanos.

Con respecto a este retroceso, ¿cabría hacer autocrítica en la difusión de esa conciencia a favor de los derechos humanos o platearse si hay algo en el mensaje que haya podido fallar? ¿Hay algo que se deba revisar sobre cómo se plantean o que quizá no se esté haciendo bien?
Sí, totalmente. Mira, desde la administración pública el problema es que, si en el itinerario escolar no aparece, no se informa, no se educa en valores, en derechos… Hace unos siete años hicimos un estudio en la calle en el que le preguntamos a la gente qué eran los Derechos Humanos y la gran mayoría no sabe decirlo. Los hemos elevado tanto que no somos conscientes de que no somos titulares de ellos. En cuanto a la difusión… Yo trabajo en una organización, en Ambit, donde trabajamos en la reinserción de personas reclusas con trastorno mental grave (yo siempre lo digo: más del 40 % de la gente que está en prisión tiene trastorno mental grave), y ahí la administración no apuesta abiertamente por la sensibilización en materia de Derechos Humanos. Este festival está organizado por la Fundación por la Justicia junto con diez organizaciones más. Uno de mis objetivos hace siete años era precisamente que fuera un festival acogido por la administración pública, que estuviera dentro del itinerario, que se trabajara en los temas escolares. Y lo que ha sucedido es que, bueno, sí, tenemos una gran presencia, pero por el equipo que formamos parte. Hay un gran voluntariado, pero la financiación es mínima. O sea, un festival de cine de Derechos Humanos en Valencia, dada la importancia que puede tener el tema, solo es financiado con diez mil euros por el Ayuntamiento de Valencia, y por seis mil euros que llegan un año y pico más tarde por parte de la Generalitat. O sea, no hay una apuesta realmente. Lo que nos está sucediendo es que ahora nos estamos preocupando con lo que está pasando, pero no nos tiene que sorprender. Si los hemos ignorado durante todos estos años es normal que la gente piense que porque viene gente inmigrante, porque hay una política de género, porque hay una política LGTBI la gente tiene miedo porque no ha habido una educación en la sociedad sobre estas cuestiones, en valores. Y esas son las consecuencias que tenemos actualmente.

¿Crees que en el propio mensaje hay algo que pueda ser revisable, algo que, al final, no llega o no consigue cuajar? ¿Podría ser que haya algo que no esté bien planteado, que haya otras razones que, por algún motivo, sí llegan y que no se están evaluando?
Hombre, claro. La razón que no se está evaluando, y te voy a poner un ejemplo, son los medios de comunicación. Los medios de comunicación son los que se encargan de lo que llega a una persona y no llega. Nosotros tenemos una anécdota muy buena y es que nosotros, al principio del pasado festival, hicimos una mesa redonda sobre la valoración de los medios de comunicación. No debió gustar mucho porque a lo largo de esa semana no salimos en ningún medio de comunicación porque los ponentes que estaban allí responsabilizaron de la cuestión de los Derechos Humanos precisamente a los medios de comunicación. No llega. No llega porque hay un interés en que no llegue. Y luego también es verdad que las entidades del tercer sector (y entono el mea culpacomo director de Ambit o antiguo director de Fundación por la Justicia) hacemos un discurso mucho para los nuestros, y eso quiere decir que si sensibilizamos solo a la gente progresista con una cierta idea… Habría que tender puentes, habría que hacer unos puntos de reflexión en foros como los hogares de jubilados, las universidades populares. Este año lo estamos haciendo con las universidades populares. Hemos tenido una programación desde octubre que acabará en diciembre del 2019 acercándonos a la gente mayor. Hay una novedad que vamos a tratar este año y es precisamente que a lo mejor los derechos humanos no se tratan de la manera correcta. Para eso hay una actualización que está liderando el Instituto de Derechos Humanos de Barcelona que son los Derechos Humanos emergentes, que los hacen evolucionar hasta el lenguaje actual. El acceso a las nuevas tecnologías, el acceso a la sanidad pública… Llega un punto en el que, con la crisis, el gobierno anterior decidió que, para que pudiéramos acceder todos a la sanidad universal habría que quitarles la sanidad a los inmigrantes, pero no se analizaba que si no había presupuesto era porque había habido una malversación de los fondos. Actualmente hay un momento en que la gente corrupta está amortizada y se ve como normal, y ese es un gran problema.

Este año en el que se cumplen los diez años del festival, se cierra un ciclo político con las elecciones de mayo. ¿Qué esperáis que suceda con el panorama actual?
¿Qué espero que suceda? Me he propuesto personalmente no hacer ningún tipo de publicidad a ningún tipo de partido que vulnere los Derechos Humanos. Los Derechos Humanos son los derechos de la infancia, los derechos de la mujer, los derechos de cada persona de acceso a la sanidad, a la libertad de movimientos, al tema de la libertad sexual, a la libertad religiosa. Por lo tanto, a mí lo que me gustaría que sucediera es que los gobiernos que nos gobernaran (estamos hablando tanto a nivel europeo, nacional, autonómico y local) tuvieran como eje cumplir los principios que nos hemos marcado. Empezamos a gran escala con que actualmente la Unión Europea vulnera sistemáticamente los Derechos Humanos con todo el tema de las personas refugiadas, personas migrantes. A un nivel estatal me gustaría que el partido o los partidos… que evidentemente van a ser unos partidos los que van a gobernar, hemos perdido ya el bipartidismo, que es positivo, y ahora hay dos planos: o nos vamos muy a la derecha o, no digo que la extrema izquierda en este país sea la extrema izquierda, yo no lo considero, porque al final de lo que estamos hablando es de partidos que cumplen o no cumplen tanto los Derechos Humanos como la Constitución Española. Y la verdad es que hay unos partidos que lo cumplen claramente, pero actualmente creo que hay un partido o dos que no cumplen ni lo que dice la Constitución Española ni lo que establecen los Derechos Humanos. Yo creo que ese es un límite, una línea roja espectacular. En Europa, tradicionalmente, a los partidos de ultra derecha se les ha hecho un cordón sanitario y yo creo que en España se les debería de hacer un cordón sanitario. Y en la Comunidad Valenciana y en el ayuntamiento de Valencia, donde yo vivo, me gustaría que fuera un gobierno que respetara los Derechos Humanos y las libertades.

¿Cómo valoras el ciclo que se cierra?
Hablas de ciclo y me preocupa mucho que hables de ciclo porque…

Porque se anticipa lo que va a… (risas)
¡Claro! (risas) Cuando me hablas de ciclo es porque se asume ya por todo el mundo que va a haber un cambio…

Bueno, en realidad no te lo decía en ese sentido. Te lo decía por los cuatro años de gobierno que terminan y que acaban siendo un ciclo político y, sobre todo, porque sí hubo un cambio con respecto al gobierno anterior con el que se abría una etapa en la que se esperaba que sucediera algo (cada uno esperaba sus propias cosas). Te pregunto en general con respecto al festival, con respecto a la cuestión de los Derechos humanos, etc.
Yo creo que actualmente hay cuestiones que preocupan a los españoles y las españolas que no son reales. Es decir, hemos creado unos discursos ficticios. La preocupación de un ciudadano o ciudadana tiene que ser que tenga garantizados sus servicios sociales, que tengamos garantizada una vida digna, que tengamos garantizado un salario digno, que tengamos garantizada una educación, un acceso a la cultura. Y eso es lo que a un partido debería preocuparle. Actualmente nos preocupan discursos vacíos como pueden ser el tema de Cataluña, nos preocupan cuestiones como el tema de género, digo que me preocupa lo de género porque creo que no es una cuestión debatible. Es decir, hemos creado discursos ficticios que, en verdad, a la sociedad no le preocupan, pero que los medios de comunicación se han encargado de que sean los principales. Yo espero que en el próximo ciclo político sigan gobernando aquellos partidos que crean en las libertades, en los Derechos Humanos. Y aquellos partidos que no crean en estos principios o aquellos partidos que los respetaban y ahora están llevando otra deriva, pues que no accedan al poder.

¿Y en el caso de festivales como el vuestro que dependen de la colaboración pública? Me has anticipado algo, pero quería preguntarte, específicamente, qué cambiarías de cara al futuro.
Hace muchos años que nosotros no pedimos una financiación mayor porque pensamos que debería ser la administración pública la que debería liderar estos festivales con independencia. Yo siempre digo que el modelo de festival es San Sebastián. San Sebastián es el modelo a seguir de gestión pública con un equipo independiente. Con el modelo de San Sebastián han pasado todos los gobiernos de todos los colores y el equipo es el mismo, no hay injerencia política y lleva una línea intachable en la clase A, que es el festival de Derechos Humanos que dirige José Miguel Beltrán que estará en esta edición en Valencia. Yo creo que los festivales de Derechos Humanos deberían ser gestionados como lo estamos haciendo ahora en Valencia, con diez entidades, pero debería haber una mayor apuesta por lo público. Actualmente yo me atrevería a decir que la mayor financiación que llega al festival no es ni pública ni privada, es del voluntariado que ejerce este festival. Es decir, nosotros somos un festival con presencia internacional, con una atención de público espectacular y actividades durante todo el año, y tiene un presupuesto de 35.000 euros. O sea, solo hay que hacer cuentas y compararlo con otros festivales y la repercusión que tienen. Yo creo que debería ser prioritario un festival que no solo piense en la promoción de la ciudad, sino que en lo que piense es en la promoción de los derechos de los ciudadanos y las ciudadanas.

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