Es Jueves 8 de octubre, víspera de fiesta regional. Nos encontramos en las oficinas de los cines Babel de Valencia para un encuentro entre periodistas con Viggo Mortensen que, tras su paso por el festival de San Sebastián, donde recibiría el Premio Donostia, llegaba a nuestra ciudad para promocionar su primera película como director. Se nota que ha venido una estrella (de las de verdad), por las largas colas de espectadores que se reúnen a las puertas de las multisalas (qué gusto ver a tanto público en estos tiempos; ¡hay que ir al cine!) para asistir a una sesión especial en la que el actor-director presidirá un coloquio tras la proyección. Y uno piensa previamente que esto de encontrarse con una estrella del cine tiene algo de acontecimiento extraordinario, que se encuentra ante alguien que es diferente al resto de los mortales. Al fin y al cabo, ¡ey!, estamos hablando del tío que hizo de Aragorn en la trilogía de Peter Jackson, El señor de los anillos. Pero no solo eso. También es el actor fetiche de David Cronenberrg en dos piezas maestras como Una historia de violencia y Promesas del este. O de Lisandro Alonso en la inclasificable Jauja. Mortensen es uno de esos rostros que se mueven con soltura entre las dos caras de la industria del cine, el mainstream o el cine más independiente. No pasa nada. Dos segundos después, tras las presentaciones, ya uno se da cuenta de que estamos ante una persona normal, cercana y afable, que habla de forma pausada, quizá algo cansado de los viajes de promoción y de tantas entrevistas, como esta, que ha ido manteniendo en las últimas semanas a consecuencia de la presentación en sociedad de su primera criatura como realizador. Y oiga, ¡también lleva mascarilla!
Falling, la película, narra la historia de una relación familiar, la que mantiene Willis, un anciano retirado que vive solo en su granja en el interior de los Estados Unidos, y John, su hijo mayor, que reside en California con su compañero y la hija adoptiva de ambos. Willis, un hombre rudo de toscas maneras y anclado en una visión muy conservadora de la vida y de las relaciones, sufre demencia senil, lo que incita a John a acogerlo en su casa. Surgen, de esta forma, los conflictos entre un hijo que trata de acercarse a su padre y un padre que se niega a limar asperezas. Willis ni acepta ni comprende la forma de vida de John. Éste tendrá que decidir qué hacer ahora con un hombre que parece que lo desprecia. En medio de todo esto, el recuerdo de la madre y de una infancia y juventud marcada por el mutuo rechazo.
Las dificultades de hacer una película
Vista ahora en pantalla, y tratándose de una película dirigida y protagonizada por Viggo Mortensen, uno quisiera pensar que la industria le pondría todas las facilidades para levantar financieramente este proyecto. Pero como comentaba el propio Mortensen, el feliz camino hasta la pantalla de Falling no fue nada fácil. “La película ha sido un viaje largo hasta poder levantarla. Lo intenté un par de veces hasta poder finalmente rodar la película, con menos tiempo de rodaje de lo que yo quería. Es una película ambiciosa para una ópera prima. Yo quería siete semanas y terminamos con cinco, que es muy poco (risas). Fue muy largo el recorrido. Después,terminé de montarla, poner el sonido, la música… la mandé a Cannes (bueno, un sueño improbable con un debut), le puse subtítulos en francés y, ¡sorpresa!, me aceptan para Cannes. Pero ha venido la pandemia y pensé, bueno, ya está. Como muchos otros, mi sueño de llevar esta historia a la pantalla no se iba a cumplir nunca por los encierros. Me dije, bueno, nunca la veráncomo quiero que la vean y la escuchen. Pero aquí estamos”. Este largo recorrido tuvo, sin embargo, su recompensa a tenor de las reacciones que está teniendo la cinta en su primera semana de estreno y que Mortensen ha ido recogiendo en sus diversos encuentros con el público en este también largo periplo de promoción. “Se ha estrenado en el primer país del mundo en España el viernes pasado y la reacción ha sido muy buena, estoy muy feliz. Las reacciones del público, como reaccionaban, igual que el equipo de rodaje y los actores que me contaban cosas de sus familias, alguien que venía con una confesión… Y pensé, qué bien, este cuento que me he inventado tiene aplicación universal. Lo he visto en los coloquios, en Zaragoza, Barcelona, Madrid… Eso me ha gustado mucho y me parece un pequeño milagro. No tenemos una máquina publicitaria, no somos un equipo que tiene para meter publicidad en la tele, en la radio, tenía que funcionar por el boca-oreja y está funcionandoporque estamos entre lo mejor por sala. Pero lo más importante, como digo, son las reacciones de la gente, cómo reaccionan emocionalmente y esto me ha gustado mucho.”
No es su primer proyecto
Esta no es la primera vez que Mortensen intenta ponerse tras la cámara. “La primera vez lo intenté con otro guion. Fue hace veintitrés o veinticuatro años, con una película escandinava”, confiesa el actor-director. “Levanté un poco del dinero, pero no lo suficiente. Y después, con otras historias, igual. Con el cine independiente y el cine más original, menos fórmula, siempre es difícil. Y si es tu primera vez, no importa que te conozcan un poco como actor, si no has dirigido nunca, temen invertir. Lo entiendo. No hay ninguna garantía. Hay gente que dice, “mira Viggo quiere dirigir, mira qué capricho”, pero la verdad es que lo he intentado durante un cuarto de siglo. Incluso con Falling hubo un par de veces que no pudo ser.Hubo una vez en la que tenía todo el dinero y estaba a pocos meses del rodaje, y ya tenía a Lance Henriksen, mi protagonista, a mi fotógrafo, el equipo de arte y las localizaciones. Estábamos en marcha y tuve que disculparme: no, el inversor ha decidido hacer otra cosa y nos dejó plantados. Después, lo intenté con otra historia, que no pudo ser, y volví con esta y pensé, “bueno, esta va a ser la buena”. Todos estos obstáculos, sin embargo, no lograron que decayera un entusiasmo que sería clave para alzar el rodaje frente a una industria en la que, con demasiada frecuencia, los planes no salen como uno esperaría, pero las soluciones aparecen igualmente de la forma más inesperada. “A veces hay que empezar a hacer la película y a lo mejor a alguien le da curiosidad, y se contagia y pone el dinero. Fue un poco así porque yo, el año antes de empezar el rodaje, dije: bueno, yo sé que quiero una colección de imágenes para usar para la memoria subjetiva de los personajes. Y quiero rodar en diferentes estaciones, de primavera, de verano, de otoño… Y empezamos a rodar. Yo invertí en traer al fotógrafo, la cámara que íbamos a usar para el rodaje principal, etc. Y así empecé a juntar algo de dinero, pero no llegaba a tenerlo todo. Entonces, pensé, si yo actúo en la película, que no era mi idea, a lo mejor viene alguien y dice, vale, ok. Y llegaron con lo justo, o sea, que tuve que bajar de siete a seis y luego a siete semanas, pero bien.”
Puesta la maquinaria en marcha, Mortensen tendría que enfrentarse a una complejidad adicional, la de asumir los dos roles, el de director de esta orquesta y, al mismo tiempo, ser miembro de la banda de música que iba a dar vida a sus propios personajes, lo cual le presentaba tanto ventajas como desventajas. “Al actuar en la película, la preocupación que tenía es que iba a ser una distracción, que no podría dar toda mi atención al equipo y a los actores, que iba a ser demasiada presión. Yo siempre he sido muy entrometido como actor, siempre me ha interesado todo lo que hacen todos los departamentos de rodaje para hacer una película… entonces ya sabía que estábamos preparados y al final no fue tan difícil como pensé que iba a ser. Era mucho trabajo, pero no fue una gran distracción. Y, además, creo que fue bueno para Lance Henriksen, porque como ya éramos amigos y habíamos trabajado tanto el guion juntos en los años anteriores, fue bueno para él tener a alguien de confianza como compañero actoral, alguien que no era solo el director, sino que estaba en el lio con él, tratando de sacar el mayor provecho de las escenas”, nos dice. Una interpretación, la del actor Lance Henriksen, su padre en la ficción, para la que Mortensen solo tiene elogios. “Para mí ha hecho un trabajo magistral. Es verdad que es un personaje molesto y que a algunas personas les puede parecer tan cascarrbias que es insoportable. Pero, en realidad, si lo ves y piensas en lo que es actuar, hacer esa interpretación tan sutil es muy complejo. Lo que hace, cómo escucha, cómo entra y sale de esos comienzos de la demencia, es genial. Lo da todo. Es muy valiente”
Un trabajo que funciona como un puzle.
Metidos ya en harina, lo primero que llama la atención de un trabajo como Falling reside en una estructura que se desarrolla a base de piezas que, por momentos, no parecen conectadas, deslavazadas incluso, pero cuya función en la trama va tomando consistencia según el propio espectador va estableciendo las conexiones. Algo que, según nos contaba el propio Mortensen, partía de la misma concepción de la película.
“El guion me salió así. Incluso, al principio había otras escenas. En realidad, pienso que este guion podría llevarse al teatro. Si tuvieras un escenario que fuera la granja y el otro California y que gire, podrías hacer una obra de teatro saltando en los tiempos. El exterior, supongo que sería una proyección, caballos, invierno, otoño, se podría hacer algo. Pero me salió así.” Esta estructura fragmentaria, hecha como a piezas, como si se tratara de una de esas mantas de patchwork cosidas como a retales, condiciona toda la narración y la disposición del espectador ante los personajes que aparecen en pantalla.“A mí, como espectador, no me gusta que me lo cuenten todo y que me digan lo que tengo que pensar y, mucho menos, lo que tengo que sentir, con la fotografía, el guion, actuación, con la música… Quería dar una idea de esto y, si funciona para ti como espectador, vas dándote cuenta de cuál es la dinámica entre Willis y John, y cuál es la situación entre padre e hijo, y por qué el presente ha llegado a ser así. Incluso, el presente te va contando el pasado a la vez que te va contando el propio presente. Al principio, no está claro todo, y después te vas dando cuenta. Cuando conoces a la hermana, por ejemplo, a mitad de la película, aprendes muchas cosas sobre la dinámica entre los hermanos, cómo su relación con su padre y mi relación con mi padre son diferentes. John intenta ser paciente y es muy consciente de intentarlo. Lo dice, además. Voy a intentar no entrar en el meollo contigo, no voy a bajarme a ese nivel, no voy a responder a tu violencia verbal y psicológica con mi violencia. Uno se imagina el resto cuando dice eso. Que hay una historia ahí. Y cuando ves a la hermana, cómo es ella, ya tienes una idea de todo el historial. Me gusta eso, poder imaginarlo yo. Esas cosas son importantes para mí. Dar un poco y, después, confiar en que lo vamos a hacer lo suficientemente bien como para que el espectador entre. Respetar al espectador. Como un poema o una novela que no es infantil en el sentido de subrayarlo todo. Y lo mismo con la música. Hay grandes bandas sonoras que están todo el rato presentes, y para ciertas historias quizá tenga que ser así. Pero, en general, a mí no me gusta que la música me diga, ahora tienes que sentir patriotismo o tristeza, miedo o felicidad. Yo cuando elijo, si puedo elegir, algo que se me ofrece como actor, trato de decir sí a historias que me gustaría ver en el cine a mí. Esa es un parte importante de mi razonamiento. Y yo quería hacer una película que me gustaría ver a mí. Y a ver si les gusta a otras personas, también.”
Un ejercicio de memoria
Si bien Falling es una cinta con ciertos tintes autobiográficos, para Mortensen estuvo siempre claro que los caminos de la ficción y los de la vida están separados. Separados y, al mismo tiempo, juntos, pues esa es la virtud de la ficción, la de transportarnos y reconocernos en los hechos vividos por otros y llevarlos a nuestra propia experiencia de forma que esta queda, así, enriquecida, al soltar los nudos de nuestros conflictos soltando los nudos de los conflictos de otros en los que nos podemos reconocer. “[Falling] es una ficción que habla de una familia ficticia, acontecimientos ficticios, pero hay algunos momentos que vienen de una experiencia propia. Todos hemos tenido en el algún momento de nuestra vidauna canción o canciones que escuchamos una y otra vez porque nos recuerdan a una relación que tuvimos o algo que estaba pasando en ese momento. Y la letra puede tener poco que ver con lo que en realidad te pasó, pero algo está ahí, en lo que cuenta esa canción, que te hatocado, que relacionas fuertemente con ello.” El salto de los hechos a la ficción, tal y como nos lo relataba Viggo Mortensen, tuvo todas las condiciones de un viaje. “Falling empieza con unos apuntes después del funeral demi madre, cosas que yo recordaba, historias que me contaban gente de la familia, amigos de mi madre en el funeral y después del funeral, que eran cosas que yo ya había oído, pero versiones diferentes de cada uno, que era esta cosa extraña que me fascinaba. Y después, algunas historias que no había escuchado de gente que no había conocido, gente mayor que había conocido a mi madre durante su infancia, por ejemplo. O cosas de cómo recordaban a mi padre y la relación entre mis padres. Yo quería contar estas cosas. Pensé, esto sería interesante y lo escribí como un cuento. Pero me fui inventando cosas y al escribir me fui por otro lado, me inventé casi todo. Pero la base, el ímpetu inicial era querer explorar lo que sentía por mis padres y lo que me habían enseñado, y lo que me queda de eso. Y fue más fácil, al escribir sobre otra familia, inventada, acercarme a lo que sentía, que si hubiera tratado de hacer una cosa casi documental. Me sentí más libre. No tenía que ceñirme a recuerdos míos ni de mis hermanos. O sea, esto es un invento.”
Quizá abordar un caso de alzhéimer no sea algo nuevo enel cine, pero el enfoque que Mortensen quería darle a la cuestión, exploraba terrenos que consideraba todavía ignotos. “Lo que yo quería hacer es algo diferente a lo que he visto incluso en las buenas películas sobre gente que tiene demencia o alzhéimer. El punto de vista dominante o casi único es el del que observa a la persona con la enfermedad. Mira, no sabe dónde está, no sabe qué año es, piensa que soy otro o piensa que soy su madre o su hijo, es decir, no tiene ni idea. Y la verdad es que yo he tenido mucha experiencia cuidando y estando cerca de gente que ha padecido la demencia. Mis padres, los dos, abuelos, tíos, mi padrastro… y yo sé que, en general, están recordando cosas que les atraen.” Este hecho,planteaba para el actor-director una cuestión capital que no solo afecta a los personajes, sino que puede extrapolarse a toda la sociedad. “El otro tema es el de la comunicación, lo difícil que es comunicarse con alguien así, que es inflexible, que no se adapta en una relación. En cualquier relación que dura mucho tiempo, si la otra persona no se adapta, no evoluciona, es muy difícil que esa evolución prospere. Quería mirar eso y, sobre todo, cuándo decimos basta, ya está. Y eso creo que es una elección personal. Hay gente que dice basta, no puedo más, corto con esta persona. Ahora, cuando es tu padre, es más difícil.”
Cuándo ponemos el punto final a una relación es una de las preguntas fundamentales a las que se enfrenta esta cinta. Una confrontación que acaba en una guerra abierta en la que las dos partes tienen tanto que perder como que ganar y en la que nunca hay un vencedor muy claro. “El viaje para John es el de aceptar a su padre como es. Esto es lo que hay. No quiere decir que pare de desear que su padre haga un esfuerzo, aunque sea muy viejo, de tener un punto de contacto, un poco de empatía, de compasión. Pero él tiene que aceptar a su padre. No tiene que hacerlo, pero sería bueno que lo hiciera. Y sería bueno que el padre lo aceptara a él para que hubiera un punto de contacto. En realidad, esto de la comunicación me interesa porque lo que decide John es hacer todo lo posible para comunicarse con ese señor que no se quiere comunicar. Ahora, no hay garantías, ninguna, de que con tal esfuerzo resulte algún punto de contacto. Pero si cortas con una persona, ya se acabó.” Mortensen extrapola este conflicto a otros espacios, más comunes y generales, donde todos nos podemos ver reconocidos. “Es como si no participaras en tu familia, o en tu comunidad o en tu nación; como votante, como ciudadano, no te puedes quejar mucho si no votas de lo que pase con el gobierno. O si no sales a pedir tus derechos en la calle. Cada uno decide en su familia, en su comunidad. Estaba pensando en eso al rodarla. En algún sentido, lo que pasa en la familia es un reflejo de lo que pasa en la sociedad en general. No solamente en Estados Unidos, en todos lados. Y esto es algo que nos ha transmitido el público en los coloquios. Y es algo que me interesa a mí, como el que ha inventado el cuento, porque tiene una aplicación universal.”
En esa confrontación entre partes, ¿será posible al fin la reconciliación?, nos preguntamos. ¿Es este el mensaje de la película? “No sé, eso lo decidís vos. La película es tuya, no es mía.” Good answer.