Imaginarios mecánicos y técnicos en la colección del IVAM

IVAM. Guillem de Castro, 118

La belleza dejó de ser el fin último del arte hace mucho tiempo, la pericia para imitar a la naturaleza acabó devaluada porque apareció un artilugio que lo hacía muchísimo mejor y más rápido, la máquina fotográfica. A principios del siglo XX también se había inventado el automóvil y el avión, el teléfono, el cinematógrafo y la radio, las máquinas estaban cada vez más presentes en la vida de las personas de a pie y el arte del momento lo reflejaría a la perfección caminando al ritmo de los avances tecnológicos. Los campesinos fueron en masa a trabajar a las cadenas de montaje de fábricas que habían abrazado la serialización y la repetición del taylorismo y, en consecuencia, nos volvimos más urbanos y la ciudad con su ritmo y su velocidad devino el tema fundamental del arte durante las primeras décadas del siglo XX. Esta nueva situación es, a grandes rasgos, la que se nos describe la exposición Imaginarios mecánicos y técnicos en la colección del IVAM, que arranca entre acero, aparatos, vigas, palancas, ruedas y engranajes para contextualizar el momento.

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El cartel Loor a los héroes, 1936-1939 de Arturo Ballester muestra la simbiosis del ser humano y la máquina, los fotomontajes de Heartfield la alienación laboral, el fotolibro Metal de Germaine Krull la expansión de los edificios industriales por el paisaje y los carteles de Valentina Kulagina o Natalia Pinus la construcción del proletariado con la mujer en primer plano. La sala 2 muestra como el cine subvirtió los principios artísticos heredados del pasado, por ejemplo, en manos de Moholy Nagy, para a continuación explicar como personalidades y movimientos artísticos quisieron destruir la obra tradicional buscando nuevas formas de expresión que diluyeran la frontera entre continente y contenido. Hablamos de Marcel Duchamp, Francis Picabia El Lissitzky, Man Ray y Alexander Calder, cuyo hanging mobile cuelga del techo representando cómo alteró los principios milenarios de la escultura, pasando del estatismo al movimiento e invirtiendo su posición tradicional en el espacio. La Guerra Fría desató también una revolución tecnológica sin precedentes, aparecieron las computadoras electrónicas y la carrera espacial desembocó en la llegada del hombre a la luna. Los artistas abrazaron las ciencias y la matemáticas, en España, desarrollando arte abstracto de raíz geométrica entre los años cincuenta y sesenta, es el caso de Soledad Sevilla con sus retículas, Yturralde con su op art, Alfaro con sus esculturas de metacrilato o Sempere, cuyo relieve luminoso se expone junto al resto en una sala convertida en un cuadro geométrico dinámico y con ritmo sobre el que pasea el espectador. Ángeles Marco expone una escalera que no lleva a ninguna parte e Yturralde una “cometa” que no vuela, en un apartado que enseña como, para el arte, las máquinas dejaron de ser utilitarias para pasar a ser visionarias. Las posibilidades técnicas de la cámara de vídeo, la producción en serie como técnica artística, la interdependencia entre tecnología y corporeidad, y la disolución de la frontera entre lo orgánico y lo mecánico son los temas que aparecen en la última parte del recorrido de esta gran exposición del IVAM. AU

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