Hace tiempo que el Institut Valencià de Cultura (IVC) organiza en el vestíbulo del Teatre Principal encuentros con gente de la escena que está a punto de pisar nuestro teatro insignia, conversan delante del público, con la ayuda de una moderadora, sobre su trayectoria profesional y sobre la obra de teatro que van a representar cuando se levante el telón. Son encuentros grabados que ahora, en tiempos de Coronavirus, el IVC ha volcado en Youtube para que podamos recrearlos desde casa y empaparnos de sabiduría teatral. Encontraréis, por ejemplo, el encuentro con Enric Benavent, María Caballero y Jaume Policarpo, actores y director de Faust, una pieza cocinada con esa combinación entre títeres y actores tan de Bambalina que abre un mundo expresivo lleno de posibilidades. Enric Benavent explica como los actores acaban estableciendo una relación absolutamente íntima con los títeres con los que comparten escenario, Policarpo habla de la ambigüedad del arte, de sus escenografías vivas y del proceso de adaptación de un texto tan denso y profundo como el de Goethe, en el que el demonio Mefistófeles es interpretado en este caso por una mujer (Empar Canet), porque, dice, los roles son absolutamente intercambiables, sobre todo en los textos clásicos. Y María Caballero nos da la visión de una actriz que empieza y ha de asumir las incertezas y vaivenes de la profesión.
Otra charla sienta a la mesa a Mª José Goyanes y Chema Cardeña, actriz y autor/director de Susan y el diablo. Cardeña empieza confesando que esta obra, —que ha sido muy difícil de gestar por que retrata la parte más oscura del ser humano— va a ser un referente en su carrera y Goyanes repasa sus comienzos al lado de Emilio Gutiérrez Caba, con quien montó una compañía de teatro cuanto tenía 18 años, sus años en Camerún, y sus problemas con la censura franquista y el Comité de Defensa de la Moralidad (CDM) por su desnudo en la obra Equus. “Como creadores tenemos la obligación de no callarnos, de sacudir conciencias”, dice en un momento Cardeña, y darle al público la oportunidad de elegir lo que quiera, de juzgar y de opinar. Y remata diciendo: “un creador que no está comprometido con su época no es un gran creador, los grandes han sido grandes porque se han atrevido, desde Aristófanes a Bretch, a Sartre. El arte por el arte, no es arte, es estética, es moda”. Hablarán también, por supuesto, de la obra Susan y el diablo, que gira en torno a Susan Atkins, una de las asesinas de Sharon Tate, encerrada en la cárcel desde hace cuarenta años, los últimos, con un cáncer terminal. Le han denegado una vez más la condicional (lo han hecho otras catorce veces antes) y su esperanza de poder morir en casa se desvanece, así que decide conceder una entrevista para hacer presión. Esa es la obra de teatro, una hora de entrevista con un periodista amarillista que le va retorciendo el corazón y que también esconde lo suyo. ¿Queréis saber si se puede empatizar con una asesina que ha matado a una mujer embarazada? Tendréis que ver la obra cuando vuelvan a abrir los teatros.
La tercera sesión de Confidències tiene como protagonistas a la actriz Blanca Portillo y a la directora Carme Portaceli, responsables de la obra Mrs. Dalloway. Portaceli —que ha sido la primera directora del Teatro Español desde 1583, y la primera en montar en la sala grande del Teatre Nacional de Catalunya en el 2010— empieza poniendo la mesa la discriminación que ella ha sufrido como mujer directora, lo que le llevó a practicar la paridad absoluta cuando estuvo al frente del Teatro Español. No es un problema de talento, afirma convencida, sino de oportunidades. Las dos dramaturgas tratan el cambio de roles en la escena (Portillo ha interpretado a personajes masculinos como Segismundo de La vida es sueño o Hamlet), de lo intocable del patriarcado, de las cuotas para buscar la paridad, de la actitud paternalista de algunos compañeros de profesión, y de su lucha por imponer autoridad como directoras.