Teresa Lanceta. Tejer como código abierto

HASTA EL DOMINGO 12/2
IVAM. Guillem de Castro, 112

Para nada es un arte menor. Tejer es utilizar un código binario primario y ancestral (urdimbre y trama) que ha marcado a la humanidad en el pasado y lo sigue haciendo aún hoy en ordenadores que funcionan a base de ceros y unos. Es código y es abierto, porque cualquiera que sepa tejer sabe reproducir lo que está viendo. Y se sabe hacer en todo el mundo, es un arte colectivo y popular. Teresa Lanceta quedó atrapada por la técnica del tejer, de repetir con pequeñas variaciones, eligió ese camino en los años setenta cuando lo que imperaba era el arte conceptual y no lo ha abandonado nunca. Es más, lo sigue reivindicando. El fondo es la forma en el tapiz, todo se crea a la vez, todo es lo mismo. El tejido es un lenguaje. Fue una postura valiente en aquella época y en el contexto europeo, donde nunca se había considerado que el tejido estuviese a la altura de una pintura, era una técnica sin prestigio, doméstica y de mujeres. Y aunque a Lanceta no le interesó necesariamente como reivindicación feminista, si lo hizo por su materialidad, estructura y capacidad de narrar. Y por su aura espiritual, es la manera que tiene de rezar una no creyente.

Tejer como código abierto es una retrospectiva que recorre cinco décadas de carrera en las que la biografía de Teresa Lanceta se vislumbra a través de las técnicas, los materiales, las formas y las geometrías. La primera sala de la exposición está planteada a modo de introducción y de resumen de su trabajo, a partir de su primer tapiz de 1972 se muestran los diferentes materiales que ha trabajado a lo largo de los años: lana, algodón y también jarapa, de la que es devota, hecha con jirones de ropa. Con jarapa está tejida, precisamente, una de la últimas obras del recorrido en colaboración con Pedro G. Romero. Gallinero es un tapiz que evoca el mosaico geométrico de la Curia romana sobre el que pollos, con sus danzas, ayudaban a los romanos a tomar decisiones importantes.

Lanceta trabaja a partir de un tejido original —que se expone siempre junto a sus creaciones— y demuestra que se puede ensanchar la tradición y crear un lenguaje propio. Los primeros telares de la exposición que beben de la cultura nómada bereber son toda una oda al rombo y a las diagonales que tanto le gustan. Contrastan con los cuadrados y los rectángulos que vienen a continuación, los de las alfombras y la cerámicas moriscas del siglo XV que abastecían los palacios de los grandes señores cristianos sedentarios en Albacete y Cuenca. También mira Lanceta al pasado más reciente, a la memoria histórica, recordando el dolor provocado por la sangrienta Batalla del Ebro y, por extensión, por la guerra civil española. Por ejemplo, con cinco tejidos —inspirados en uno en el que su abuela guardaba el pan— en los que el azul predominante se vuelve más rojo a cada paso enturbiando las aguas. La última parte de la muestra nos invita a entrar en el barrio del Raval barcelonés, a recorrer sus callejuelas delimitadas por tapices que referencian lugares específicos de la historia vital de Lanceta. El IVAM arropa al tejido como arte mayor. S.M.

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