F. BANCAJA. Pl. Tetuán, 23
La Fundación Bancaja nos sirve obra de dos artistas que están en lo más alto del olimpo español y de la historia del arte universal, Francisco de Goya y Pablo Picasso. La exposición se centra en las trazas de Goya que se aprecian en la producción artística de Picasso, que bebió con admiración y rivalidad del maestro barroco (y de muchos otros) en sus composiciones, temas, actitudes y gestos, avanzados para su época. Seducido por Goya, el malagueño se enfrentó al clasicismo. Hablamos del tótem del arte que inventó el cubismo, ni más ni menos. Fueron los dos versos libres, individualistas, rebeldes y comprometidos, con ciertos paralelismos vitales, que reaccionaron frente a lo establecido. El aragonés fue un genio del grabado, la técnica con la que pudo expresar de forma más libre sus pensamientos e invenciones lejos de las restricciones implícitas en los encargos de la corte o el clero. La Fundación Bancaja es una de las instituciones con mayor obra gráfica de Picasso del mundo y la muestra con asiduidad, pero los grabados de Goya de la Fundación Ibercaja que podéis contemplar en esta exposición no se prodigan en Valencia y son un lujo que no podéis dejar pasar, tenéis a mano series tan capitales como Caprichos, Desastres de la guerra, Tauromaquia y los Disparates. El Goya grabador es un hombre maduro, de fama y fortuna, pero afectado ya por la sordera y por las crisis políticas que aquejan a España, especialmente por las crueldades cometidas durante la Guerra de Independencia Española contra las tropas napoleónicas a principios del siglo XIX. En la serie Desastres de la guerra refleja el fanatismo, el terror, la miseria y la muerte del conflicto en grabados llenos de drama y dinamismo. El paralelismo picassiano sería el Guernica, un alegato contra la barbarie de la Guerra Civil Española, la que le tocó vivir, y la que, finalmente, lo empujó al exilio en Francia, mismo destino en el que acabó Goya. El Guernica de los años treinta es la culminación de una etapa convulsa en la vida de Picasso, que se olía el estallido de la Segunda Guerra Mundial y, en lo personal, mantenía una relación clandestina con Marie Thérèse que espoleó la producción de una serie de grabados mitológico-autobiográficos. Llenos de pulsión sexual, combinaban la tradición grecolatina con elementos subversivos y surrealistas. En medio de esta encrucijada personal aparece su alter ego en su pintura, el minotauro, un ser que en los grabados simboliza su lucha personal y en el Guernica personifica la lucha universal contra la barbarie. En la muestra también podréis ver las serie Caprichos, donde Goya recoge de una forma satírica hechos y costumbres que llaman su atención, y Minotauromaquia, que pone sobre la mesa su pasión —compartida con Picasso— por la tauromaquia, donde vuelca en tromba sobre el toreo toda la heroicidad que le quiso quitar a la guerra. AU