HASTA EL DOMINGO 29/9
IVAM. Guillem de Castro, 118
En 1975 moría el militar que había implantado a la fuerza en España una férrea dictadura de casi cuarenta años; en 1974, en Portugal, una facción del ejército se levantaba contra la dictadura más longeva de Europa. Son dos acontecimientos capitales que trazan un paralelismo histórico entre los países que ocupan la Península Ibérica, compartieron eslogan (“Deus, Pátria e Família”) e incluso rey (Felipe II) dentro de la monarquía hispánica allá por el siglo XVI. Sin embargo, en España sabemos bien poco de nuestros vecinos más allá del fado y el bacalhau, poquísimo de arte portugués, más bien nada del arte hecho por mujeres en Portugal y sus vínculos con las artistas españolas. Eso es lo que viene a subsanar al IVAM El poder con que saltamos juntas, una exposición que pone a dialogar a mujeres artistas afincadas en los dos países entre las décadas de 1960 y 1970, en contextos dictatoriales que promovían una visión tradicional de la mujer, madre y esposa. Crearon desde una posición triplemente periférica: en la sociedad de su país por ser mujeres, en la escena artística internacional por trabajar desde el sur de Europa y en los relatos del feminismo hegemónico por no ajustarse al modelo canónico de la “buena feminista”. Efectivamente, llegó tarde la segunda ola del feminismo a la Península Ibérica por razones obvias, ambos regímenes impusieron una visión tradicional de la mujer y los esfuerzos de la resistencia estaban puestos en la lucha contra la dictadura, y en este plano, las reivindicaciones feministas subsumidas en la lucha pro democracia quedaron relegadas a un segundo plano. Es más, quedar encajada dentro de la categoría de “feminista” podía postergar todavía más a estas artistas, por eso sus discursos en este sentido fueron ambivalentes en algunos casos. A veces sí, crearon obras abiertamente críticas o irónicas sobre el papel de la mujer, como esa madre emancipada de Teresa Magalhães que, con el pelo suelto y vestida con pantalón corto, empuja decidida un carrito de bebé, o la Tetapop de metacrilato de Ángela García Codoñer que corporiza la sensualidad en una época en la que el cuerpo femenino no estaba bien visto, ni en escotes, ni por encima de la rodilla. Ambas beben del pop art, que en manos masculinas tendía a reforzar un imaginario publicitario en el que las mujeres eran convertidas en objetos de consumo. La muestra se articula en apartados que toman su nombre de adverbios o preposiciones que existen en las dos lenguas (Casi, A través, En, Desde, Cerca, Ahora, Donde, Entre y Más allá) y saca su título del libro Novas castas portuguesas escrito a seis manos en 1972 por Maria Isabel Barreno, Maria Teresa Horta y Maria Velho da Costa (“las tres Marias”), uno de los clásicos de la literatura y de la lucha feminista portuguesa, y un símbolo de la agonía del Estado Novo liderado entonces por el sucesor de Salazar, Marcelo Caetano.
Los focos artísticos de referencia para españolas y portuguesas eran Londres, París y Nueva York, y el feminismo en el que se miraban era el francés, así que, pese a que el contacto directo entre ibéricas fue más bien escaso, sí que trabajaron enfoques comunes como el cuerpo femenino, el ambiente doméstico y la sexualidad. Hay feminismo en la exposición, hay pop feminista, pero también arte pop comprometido políticamente — muy arraigado en España y en tierras valencianas—, arte conceptual y abstracción geométrica, este último, con más predicamento en Portugal. En total, 186 obras, principalmente pinturas, pero también fotografía, dibujo, collage, instalación o vídeo. La serie de collages As ruas de Lisboa (1977) de Ana Hathery ensamblado con jirones de carteles originales repartidos por la capital lusa refleja la sed de libertad de la sociedad portuguesa tras la Revolución de los Claveles, la gran instalación Ondulaciones (1976) de Aurèlia Muñoz hecha con cuerdas de macramé pone a trabajar un material tradicionalmente femenino, las pinturas de profunda sensibilidad africana de Bertina Lopes se comprometen social y políticamente contra la dictadura, el colonialismo y el racismo, la instalación de Ana Vieira teatraliza la intimidad de un comedor doméstico jugando con el adentro-afuera, con lo permitido y lo prohibido, y una escultura de metacrilato de Soledad Sevilla nos ofrece un ejemplo de la abstracción geométrica más vanguardista. El arte hecho por mujeres en España y Portugal salta al primer plano en la última exposición del IVAM. S.M.