FUNDACIÓN BANCAJA. Pl. Tetuán, 23
Lucian Freud y Francis Bacon se conocieron a mediados de la década de los cuarenta del pasado siglo. La suya, como es bien conocido, fue una amistad basada en el respeto y la admiración. Tampoco es ningún secreto que la obra de ambos se impregna del zeitgeist resultante de una segunda guerra mundial que ha dejado tras de sí millones de muertos. Atendiendo a los aspectos formales, la obra de uno y otro resulta, sin embargo, muy diferente: no hay nada que en apariencia las ligue. Lo mismo podemos decir de su obra gráfica, que ahora se expone en la exposición De profundis: la de Freud, habitualmente en formatos reducidos, suele ser resultado del sobrio aguafuerte (es decir, del habitual grabado de los pintores: de Rembrandt a Goya; de Goya a Ricardo Baroja); la de Bacon, de formatos mucho mayores, se sirve de distintas técnicas, como la litografía offset. La comisaria de esta muestra, Belén Herrera (directora de la galería Marlborough de Madrid, de donde procede un buen número de estampas), las ha puesto a dialogar. Tal vez oigan algo, o tal vez no. Un grito de terror, o el más turbador silencio. Godot sigue haciéndose de esperar. R.M.