HASTA EL DOMINGO 12/6
BOMBAS GENS. Burjassot, 54
Una mujer se ha pintado una ralla en la pantorrilla para simular que lleva medias, otra pasea por Granada en compañía de una gallina. Situaciones hoy berlanguianas (no tanto en la época, cuando las medias de nailon llegaron a ser carísimas y la convivencia con gallinas era habitual) que capturaron los fotógrafos Joana Biarnés y Gianni Ferrari para retratar aquella España de mediados del siglo XX en la que nuestro más insigne cineasta, Luis García Berlanga, parió películas que han entrado en el olimpo cinematográfico español. A una semana de entrega de los Premios Goya en Valencia, dentro del Año Berlanga que celebra el centenario de su nacimiento, la Academia de Cine abría en Bombas Gens la exposición Berlanguiano haciendo, primero, un barrido de la situación cinematográfica en España antes de que irrumpiera en escena Berlanga, con fotografías de la actriz R osita Díaz Gimeno —casada con el hijo mayor de Juan Negrín— marchando a Hollywood en 1934 o un retrato de Lola Flores, que en los años cuarenta triunfaba con el espectáculo Zambra (del que salió “La zarzamora” famosa) junto a Manolo Caracol. A partir de aquí entramos en materia, repasando las películas de Berlanga con sus fotos y planes de rodaje, bocetos pintados a mano, carteles, guiones y storyboards junto a revistas de La Codorniz e imágenes de la época que recuerdan lo magistral que fue Berlanga captando el espíritu de aquellos tiempos, para bañarlo en humor y esperpento. La instantánea de una Campaña de Navidad de 1959 se cuela entre el material de rodaje de Plácido (cuyo título original era Siente un pobre a su mesa), Franco en un campo de tiro sienta las bases de La escopeta nacional, una cuadrilla de soldados en el Frente del Ebro (1938) ayuda a entender el poso realista de La vaquilla y una niña con globos protagonizando una campaña de propaganda de El plan Marshall le pone contexto a ¡Bienvenido, Mr. Marshall! El guiño a Valencia lo hacen los fotógrafos Robert Frank y Elliott Erwitt, que firma una fotografía pirotécnica de la Valencia de 1957 en la parte de la exposición dedicada a Calabuch, ese pueblo inventado de la costa mediterránea (Peñíscola) que compite por ganar el concurso de fuegos artificiales. Una situación absolutamente absurda y patética a la vez que cercana y reconocible. Doce pantallas de televisión que emiten simultáneamente un guirigai de escenas de Berlanga le rinden homenaje a cien intérpretes que colaboraron con el cineasta a lo largo de su carrera y el cabezón de Goya que otorga la Academia en su gala anual mira con el ceño fruncido desde el interior de una vitrina a visitantes que se empapan del cine que da sentido al término “berlanguiano”, reconocido por la Real Academia Española de la Lengua en 2020 por derecho propio. S.M.