IVAM. Guillem de Castro, 118
El IVAM recuerda en esta exposición retrospectiva a Ángeles Marco diez años después de su muerte y veinte de la muestra El taller de la memoria que el propio museo le dedicó a la escultora. Su obra es dura, oscura, sin concesiones. Construida a partir materiales industriales (hierro, caucho…), contribuyó de manera decisiva a la renovación de la escultura en España entre las décadas de los 80 y 90 con presupuestos teóricos del postminimalismo y el arte conceptual. Marco entendía la escultura como una ficción poblada de puertas que asustan, pasillos que no llevan a ningún sitio y paneles informativos que no informan de nada. Para ella la escultura era narrativa visual revestida de poética, una metáfora, y con el tiempo se adentró en el terreno de la performance para no abandonarlo ya nunca. El IVAM expone, además de alguna instalación sonora, una réplica de la obra Desembocadura (serie El tránsito), hecha de madera y sal húmeda que llega a petrificarse, como metáfora de la vida y piezas de su serie más conocida, Salto al vacío. El abismo del existir, el miedo a caerse, el vértigo, atraviesa buena parte de su obra y da título a esta exposición en la que encontraréis ascensores, trampolines, puentes y un péndulo dorado (todo las demás piezas son negras o grises) que se instaló en el castillo de Santa Bárbara de Alacant poco tiempo antes de morir su autora. S.M.