Cocinar o no cocinar, esa es la cuestión de la mano de tres payasas a quien la industria de la edulcoración les ha pervertido el gusto y la voluntad.
Dos payasas se enamoran. Se enamoran y cocinan entre el accidente y el beso. Y no les quedará otra que construir un paraíso donde cocinarán brócoli, purés de calabaza y arroz al horno o, tal vez, abrir una bolsa de patatas fritas. Edulcorarse o caminar hacia el despertar proletario de una vejez saludable. Una obra que quiere poner la cocina (el acto de comer diariamente y la decisión o no de cocinarse y qué cocinarse), como la excusa dramática para hablar de la autosuficiencia, de los actos de amor y de como las acciones íntimas cuotidianas aparentemente intrascendentes tienen un impacto determinante, no solo en la propia felicidad, sino también en la naturaleza, la economía y la organización social. Poner el foco en la cocina, sí. Y como diría la chef y divulgadora Maria Nicolau: del acto revolucionario que supone cocinar. Porque comer lo hacemos cada día. Y ese acto que podríamos considerar insignificante, tiene, realmente, un eco magnánimo en nosotros y en el entorno.
CLOWNS: Eva Zapico, Hèctor Rodríguez y Patrícia Pardo
