Considerados como los hijos pródigos del power pop de Kansas City, se apegan a lo que saben hacer en “Another Whiff”, su álbum debut para Dig! Records. Desde el EP Take a Whiff de 2017, la banda ha estado ocupada madurando sus aromas auditivos con la incorporación de Joey Rubbish (de The Rubs) para conseguir un bouquet sonoro más completo y robusto. Si bien a la banda aún le pone el material de Stiff Records (ese punk con melodías pop está muy presente), el álbum se desvía por sendas solitarias con baladas sobre corazones rotos, en un viaje ya transitado anteriormente por pioneros como Chilton, Westerberg, Petty y The Byrds con sus armonías.
Durante un año, The Whiffs estuvieron preparando la grabación del disco, en su propio local de ensayo: Electric Babyland. Este ritmo y su entorno permitieron que la nueva formación se uniese en una gira conjunta con La Luz, Bad Sports y Patsy’s Rats. El resultado es un álbum único en el que se juntan una ejecución precisa, con ese tufillo sónico de unas sesiones grabadas en un sótano regadas con cerveza y sudor. Abriendo el disco, “Shakin All Over” se mete en la cabeza, como si estuvieras encerrado en un sótano, bebiendo con la banda y atrapando cada golpe de la batería de Jake. Las 14 canciones de Another Whiff surgieron tras incontables noches hasta altas horas de la madrugada. Grabado por Joey, mezclado por Vince Lawhon y masterizado por Jordan Richardson, el conjunto final suena como la suma de sus partes más todas las cervezas consumidas. Another Whiff es un producto imperecedero guiado por unos guitarrasos y unas canciones de amor con voces pegajosas.
Las melodías atemporales y el triplete vocal de Rory, Zach y Joey distinguen a The Whiffs de otros grupos colegas. Tres compositores distintos con sus propios gustos personales, ofreciendo armonías turnándose las 3 voces en optimistas joyas punk-rock (“Now I Know”), baladas dolorosas (“She”) y dramas victoriosos (“How Could You”) que nuestros afligidos trovadores crean como si fuesen una fábrica de grandes éxitos.