“Una visita a las entrañas de un teatro puede ser algo que recuerdes toda la vida”

PACO GONZÁLEZ. Jefe de maquinaria del Institut Valencià de Cultura (IVC)

Toda una suerte la nuestra de poder reivindicar el oficio y buen hacer de profesionales de la cultura “en la sombra”. Restauradoras de arte, afinadores de pianos, traductores, artistas callejeros… y maquinistas de teatro. Entrevistamos a Paco González, jefe de maquinaria del Institut Valencià de Cultura (IVC). Los maquinistas son los duendes de los escenarios que trajinan silenciosa y milimétricamente las tramoyas en las entrañas de nuestros teatros, entre recovecos tenues y resquicios imposibles del backstage. Piezas fundamentales en un engranaje magnífico, de un todo creado por escenógrafos y directoras, músicos e iluminadores. Con actores y actrices que encarnan lo que en origen surgió de una mente creadora que escribió un texto para que el público goce al máximo de las posibilidades técnicas de la dramaturgia (y de la danza, música, audiovisuales, circo…). Así que le preguntamos a Paco para fijar el foco en lo que no se ve, ni si oye, para entender mejor la importancia de su apasionada labor. SERGIO BELLO

Paco,  cuéntanos: ¿en qué consiste la profesión de maquinista de teatro?
El maquinista es la persona encargada de montar y desmontar las escenografías de espectáculos teatrales, tanto en gira, como en su teatro habitual, abarcando también el “servicio de función” durante las representaciones. Esto es, todo cambio de decorado durante el desarrollo entre escenas, bien sea “a vista”, bien sea “en oscuro” o a “telón bajado”, es decir, sin que el público lo vea.  Todos estos movimientos, son controlados por el regidor o regidora, quien siguiendo un guion de movimientos en función y la propia representación, nos va indicando con máxima precisión cuándo ejecutarlos. En la mayoría de ocasiones, estos movimientos de maquinaria van acompañados de cambios en la iluminación o el audiovisual del espectáculo. Este fenómeno es, en sí mismo, como una coreografía clandestina… un trabajo de equipo brutal. Además de todo ello, considero que el maquinista también debe tener unas cualidades de “manitas”, unas destrezas más artesanales para solucionar problemas imprevistos (en ocasiones urgentes) relativas a elementos relacionados con la herrería, pintura, carpintería, cerrajería, etc.

Tu experiencia en la primera década de los 2000 con Albena Teatre resultó ser una gran escuela, crucial, para el devenir de tu carrera profesional en la vertiente técnica en espectáculos en gira. Háblanos de ella.
Sí… así fue, sin duda. Empecé  de ayudante, como aprendiz. En aquel periodo aprendí el oficio de maquinista en gira, que lo diferencio del maquinista que trabaja a diario en el mismo escenario de un teatro o sala. En gira, en principio, es siempre el mismo decorado, el mismo montaje en general,  siendo el reto tener que adaptarse con soluciones rápidas y eficaces a las características o  carencia de recursos técnicos del teatro en cuestión (estructuras, espacios, personal, sistemas de varas y poleas distintos, horarios…).  Sin embargo, en tu teatro habitual el desafío es que cada nuevo espectáculo teatral es diferente y, por tanto, es un enigma que se va descifrando con anterioridad, con reuniones, ensayos, etc.  Como anécdota, te puedo contar una en el Teatro de Bellas Artes de Madrid, cuando una pieza fundamental del decorado ¡no cabía por la puerta de acceso a la sala! Un primer momento de crisis e, inmediatamente, reacción en equipo para buscar una solución, porque toda una producción depende de solucionarlo con premura, porque a una hora el telón tiene que estar subido y todo en su sitio. ¡Tuvimos que cortar con la radial y volver a unir las piezas en el escenario! En definitiva, improvisar al máximo para que la función no peligrase y llegar a tiempo.

A diferencia de Madrid (Centro de Tecnología del Espectáculo)  o Barcelona (Institut del Teatre), aquí en Valencia existe un vacío en cuanto a formación específica relativa a maquinistas de teatro. ¿Falta interés por parte de la administración? Dado un contexto adecuado en el futuro, ¿te seduciría la posibilidad de ser docente en tu campo?
Realmente no sé por qué no existe una escuela o un grado de maquinistas o tramoyistas en Valencia. Quizá en Madrid o Barcelona tienen más tradición o más salas y teatros que aquí… Pero en cualquier caso, desde luego hace falta que el oficio esté garantizado. Por supuesto, está muy bien aprender poco a poco como aprendiz o de generación en generación, pero es necesario que se regule y dote económicamente, y a largo plazo, desde la administración. Esto ayudaría a consolidar, no solo el oficio, si no también las producciones teatrales, como parte de un todo que somos los diferentes profesionales involucrados en las artes escénicas.  Al mismo tiempo, fomentar el teatro en todos sus aspectos en los colegios puede ser muy enriquecedor desde el punto de vista pedagógico, ya que, en mi opinión, despierta la creatividad, la comunicación, la expresividad o el trabajo en equipo, además de potenciar la empatía  y el compromiso. Y, muy importante, ¡conocer el esqueleto y el sistema nervioso de un teatro, que es lo mágico! Las pasarelas del escenario, las varas contrapesadas, los motores, los telares, son elementos extraordinarios para quien solo ve el escenario desde el patio de butacas. Estoy seguro que una visita bien guiada a las entrañas de un teatro resultaría muy interesante para cualquier persona ajena al oficio. Puede ser algo que recuerdes toda tu vida. Y bueno, aunque no soy docente, si se dieran las circunstancias sí me seduciría mucho el reto de transmitir mi experiencia y conocimientos a quien tuviera la vocación de aprender este oficio, al igual que yo mismo y otros compañeros aprendimos de un maquinista: Pablo García, todo un maestro… Porque, además, ciertamente hay muy pocos maquinistas actualmente y todo lo que avancemos ahora en formación dará sus resultados, pero conllevará un tiempo. Así que, cuanto antes, mejor.

Dentro de tus funciones de coordinación de maquinaria está la de gestionar el trabajo de efectivos, cronogramas, turnos etc., pero también otra, la de aportar creatividad en esas reuniones previas que tenéis con escenografía, iluminación y dirección para llevar a cabo la producción final de una obra. Debe ser muy atractiva, ¿no?
Sí, efectivamente.  En ocasiones, el escenógrafo o escenógrafa ya viene con todas las pautas de cómo se tiene que montar el decorado, con una implantación técnica muy precisa de lo que hay que hacer en el montaje. Pero en muchas otras, la función de un jefe de maquinaria en esas reuniones con el equipo artístico de producción es la de dar soluciones factibles a las ideas que los escenógrafos tienen concebidas para cada escena de espacio, movimiento y ubicación. Como decía antes, la experiencia aquí es muy importante, pero también la imaginación y creatividad para sacarle el jugo a todas la potencialidades materiales, técnicas, espaciales y estructurales que, a nivel escenográfico, la escena o acto requiera. Esto a mí me encanta porque es algo creativo, enriquece nuestro trabajo de maquinistas y le da, aún más, un cariz asistencial y servicial a aquellos que han gestado las ideas, reforzando el sentimiento de ser parte de un equipo. Un buen ejemplo fue con Blanca Añón, escenógrafa en Godot (2020). Se requería que una tela muy liviana que ocupaba toda la boca del escenario cayera de repente sobre el escenario y se absorbiera por detrás, por un agujero al fondo, antes de que tocara suelo… Todo un reto. Finalmente, la solución la logramos con electroimanes, cuerdas, unos juegos de poleas y dejar caer un saco muy pesado tras el telón de fondo. Todo ello en sintonía cómplice con sonido e iluminación… Fue espectacular (¡nunca mejor dicho!).

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