La editorial El ladrón de calcetines nació en 2021 con la idea de hacer libros tan bonitos que sientas la necesidad de tenerlos y regalarlos, que provoquen un placer parecido al de encontrar la pareja perdida de un calcetín. El mes pasado publicó su quinto título, La revolución sólo te tiene a ti, una recopilación de textos del ilustre Ceferino Galán, quien desde hace más de 35 años publica el fanzine más antiguo de España, El naufragito. De las ilustraciones se hace cargo Nacho Casanova, también editor, con quien hemos hablado para conocer un poco más sobre esta editorial atípica y su nuevo artefacto.
Además de ilustrador, eres el editor de El ladrón de calcetines. ¿De dónde viene nombre de la editorial?
Casi todos los nombres de mis proyectos encierran una historia. Y me gusta que den pie a iniciar alguna conversación en la que poder inventarme una mentira lo suficientemente divertida como para pasar un buen rato todos. En este caso, más que una historia, me interesaba una sensación. Y es cierto que esa inesperada sensación extremadamente placentera y sencilla de recuperar algo perdido –aunque sea tan irrelevante como la pareja de un calcetín– se parece mucho a la sensación que quiero evocar con mis títulos.
En mayo la editorial presentó su quinto título, La revolución sólo te tiene a ti. La revolución, el amor o la pasión son algunos de los temas que aparecen en él, tratados con humor y algo de amargura, cinismo incluso. ¿Qué más encontraremos en él?
Encontraremos conocimiento en forma de perlas. Frases que son joyas, pedazos de sabiduría que nos ayudarán a encontrar la felicidad en medio de este marasmo de desesperanza y oscuridad. También encontraremos dibujos extremadamente minimalistas y crípticos, que encierran historias algo más complejas de lo que parecen a simple vista.
Firma los textos Ceferino Galán, autor desde hace 35 años el fanzine más antiguo de España, El naufragito. ¿Qué puedes contarnos de Galán como autor? ¿Qué tiene El naufragito para haber sido galardonado dos veces por el Salón del Cómic de Barcelona como mejor fanzine?
Ceferino Galán es un hombre sabio, depositario de lo que él mismo llama El Manual, un contenedor de doctrinas y verdades con el que manejarse por la vida con –relativo– éxito. Ni mucho (no hay que llamar la atención) ni poco (no es fácil convivir con la frustración). Esto que os he comentado debería hacerle ganador del Premio de Salón del Cómic de Barcelona absolutamente todos los años y seguirían siendo pocos.
En este sentido, Ceferino explica que el fanzine tiene que tener éxito para que se siga publicando, pero relativo, para que no se convierta en una publicación más. ¿Eso explica que El ladrón de calcetines haga tiradas de sólo 200 ejemplares?
Pues sí. Muchas de las perlas de sabiduría de El Naufraguito se han aplicado a El ladrón de calcetines, de ahí el éxito relativo de nuestros títulos. Hay más cosas, como los regalos en contraportada de nuestras primeras ediciones, que los convierten en objetos casi únicos.
¿Y lo de numerarlos a mano como si fueran una serigrafía? ¿Buscas recubrirlos del aura que desprende una obra de arte o un libro de artista?
Efectivamente, continuando con la respuesta anterior, esa es parte de la experiencia que queremos ofrecer a nuestros compradores. Queremos hacerles partícipes de un proyecto muy especial haciéndoles sentir muy especiales.
El fracaso está muy presente en el fanzine de Galán, ¿lo está también de alguna manera en La revolución sólo te tiene a ti?
Por supuesto. Todo el que haga la revolución sabe que, gane o pierda, otra nueva revolución está por llegar. Nuestro éxito –y nuestro fracaso– siempre va a ser temporal. Esto nos da tranquilidad de espíritu para afrontarla.
Galán afirma que un fanzine tiene que sorprender siempre. ¿Nos va a sorprender La revolución sólo te tiene a ti? ¿Por qué?
Seguramente aún no seáis conscientes de lo necesario que es El Naufraguito y nuestra Revolución. No pasa nada, comenzad a leer y veréis esta pregunta respondida de manera natural.
Además de ilustrar y editar este libro, hace quince años que publicas dibujos sencillos y poéticos en las contraportadas de El naufragito. ¿Colaborar con El naufragito ha influido en tu forma de ilustrar? ¿En qué sentido?
Todo el trabajo que he desarrollado para El Naufraguito ha ido conformando unos códigos visuales que hoy en día reconozco como maduros y sólidos. Trabajar a partir de textos de Ceferino Galán me ha hecho llegar a lugares a los que yo solo no hubiera sido capaz de llegar.
¿Tienes objetos fetiche que aparezcan recurrentemente en tus creaciones? ¿Qué tienen de especial para ti?
No tanto objetos fetiche como iconografías –esto sí– recurrentes. Algunas tan obvias como la serpiente (la revolución), la vida (el barquito de papel), el amor (el agua), la humanidad (el globo terráqueo)… Todas ellas son mis jeroglíficos, las palabras con las que construyo mis frases visuales.
Dibujas objetos que hacen cosas pero no son antropomorfos y tus personas aparecen objetualizadas y reducidas a la mínima expresión, no se sabe si son hombres o mujeres, sin tienen el pelo largo o corto, si van vestidas o desnudas. ¿Por qué?
Porque son conceptos genéricos, nunca concretos. Una persona andando con un objetivo –o cualesquiera otras circunstancias– somos todos/todas nosotros/as: algunos serán hombres, otras mujeres; algunos llevarán gafas o no; o serán inteligentes o no… y así. Es la mejor manera de universalizar conceptos: desnudarlos de toda especificidad.
¿Cómo conseguiste embarcar a Isabel Coixet para el prólogo del libro? ¿Conocía el trabajo de Galán como editor de El naufragito?
Ceferino Galán me contó que Isabel Coixet le compra Naufraguitos en ArsLibris, una feria de autoedición y libro de artista que hay en Barcelona. Lo que sigue es una historia un poco anticlimática: escribimos a su oficina ofreciéndole la posibilidad de hacernos el prólogo para este título y su asistente nos dijo que estaría encantada de hacerlo y que para cuándo lo queríamos y con cuantas palabras. Le dimos esta información y el día señalado recibimos lo prometido: una venganza más que merecida contra la figura de Cupido. Alguien tenía que hacerlo y ha sido ella la que ha cogido el toro por los cuernos. No podemos estar más agradecidos.
Hasta ahora tus libros han tenido un estilo muy marcado: formato cuadrado, encuadernación en tela sobre tapa dura, título y autor estampados con golpe seco en la portada… ¿Por qué en La revolución sólo te tiene a ti has roto con este esquema?
He abierto el formato porque Ceferino me lo pidió con argumentos. Aunque creo que podíamos haberlo hecho en mi formato, tampoco veía necesario encabezonarme solo porque sí. En este caso, el proyecto editorial ha estado en manos de dos personas, y ambos hemos cedido en esto y aquello. Y ambos estamos encantados con el resultado, que aunque no es cuadrado, es tremendamente especial al tacto.
Dentro de un mercado editorial sobresaturado, tú dedicas seis meses a la elaboración de cada título. ¿Falta de tiempo o militancia en el hacer la cosas despacio y por placer?
Lo segundo: nosotros solo trabajamos con amor. Con mucho amor. Y como el amor, hay que hacerlo despacio y con concentración plena. No somos capaces –ni queremos aprender– de hacer las cosas de otra manera.